ÍNDICE
06 La creación: La vida tal como fue diseñada
07 La caída: El problema de este mundo
08 La cruz: El remedio de Dios
09 La resurrección: Todo ha cambiado
10 El regreso: Lo mejor está por llegar
14 Depender del poder del Espíritu
CONCLUSIÓN - Un momento crítico
EPÍLOGO - Unas palabras para los líderes
Introducción

Si hay algo que une a todos los cristianos, ahora y a lo largo de la historia, es nuestra gozosa seguridad de que lo más grande que ha sucedido en nuestro planeta es el nacimiento, la muerte, la resurrección y la ascensión de Jesucristo. ¡El mensaje del evangelio es la mejor noticia!
Entonces, yo me pregunto: si esto es así, ¿por qué a tantos cristianos les cuesta horrores compartir la gloriosa noticia del evangelio? ¿Cómo podemos creer que no hay mejor noticia en el mundo y, sin embargo, sentirnos incapaces o poco dispuestos a contarla a los demás?
Mi marido Dick y yo llevamos muchos años dedicados al ministerio de la evangelización en EE. UU. y en todo el mundo. Hemos trabajado en todos los continentes y recientemente hemos vivido siete años en Europa, donde se encuentran algunos de los lugares más seculares de la tierra.
Hace dos años, cuando volvimos a instalarnos en EE. UU., me entrevistaron en un programa de radio nacional que incluía un tiempo de preguntas por parte de los radioyentes. El productor dijo antes de la entrevista: “Becky, sé que tú y tu marido habéis viajado por todo el mundo hablando de evangelización y que recientemente habéis vivido y servido en Europa. Tienes que saber que las cosas han cambiado en EE. UU. Siendo honesto, los cristianos estadounidenses parecen estar mucho más interesados en vivir el evangelio y dar testimonio sirviendo a los necesitados de su ciudad que en cualquier expresión verbal de la fe. Siendo muy honesto, creo que no hay interés por ese tipo de evangelización. Así que no te preocupes si nadie llama por teléfono”.
¿Qué pasó después de la entrevista? ¡Todos los teléfonos empezaron a sonar! ¡Llamó gente de una punta a la otra del país!
Los comentarios que hicieron fueron muy reveladores. Todos los que llamaron hablaron de alguien que les importaba mucho y que no era cristiano, pero reconocieron que sentían temor ante la idea de entablar una conversación sobre cuestiones espirituales. Dijeron que anhelaban