El enfoque por la misericordia de Mateo y Jesús va juntamente con el de juicio. ¿Acaso nada debía hacer el dueño al oír lo que había pasado? Aunque no les agrade a las personas el tema del juicio, este es parte integral del mensaje del reino que Jesús proclama. El reino no puede estar presente si no se denuncia y derrota el mal. Si no hay juicio, la salvación es innecesaria. El lenguaje del juicio es hipérbole (p. ej. Mateo 5.29-30 y los pasajes paralelos), no una descripción de la realidad, pero este asegura que habrá un ajuste de cuentas y que Dios vindicará al oprimido.63
Que el hombre sea entregado a los verdugos hasta cancelar la deuda es un lenguaje inclemente en el mundo de la historia para enfatizar la seriedad de no mostrar misericordia y la realidad del juicio. Dios no tiene torturadores,64 y no se puede exagerar la historia para obtener información sobre la naturaleza del juicio. El principio aquí de que se debe verificar la enseñanza de la parábola del material no parabólico es de relevancia obvia.65 Algunas veces, los elementos de una parábola no se dan solo para engañar al oyente para que entienda la verdad, sino para conmocionarlo para que conozca la verdad, y este es el caso aquí. Como muestra el nimshal en 18.35, el asunto de la historia es doble: la necesidad de la misericordia y el perdón y la seriedad en no mostrar misericordia ni otorgar perdón. Esta parábola advierte de juicio por no mostrar misericordia. Hay similares énfasis en la bienaventuranza sobre la misericordia (Mateo 5.7) y en el Padre Nuestro (6.12), y solamente la petición del perdón recibe un tipo de comentario (6.14-15). La semejanza entre la parábola con 5.25 y 26 (ser entregado al juez, al carcelero, y ser echado en la cárcel hasta que se haya pagado el último centavo) es sorprendente.
La compasión del rey es una expresión de sublime gracia, pero tal lenguaje es poco usual en los Evangelios. “Gracia” (charis) no está explícito en la parábola y, con excepción de Juan 1.16, charis con el significado “gracia” no ocurre en los Evangelios. Además, aunque podamos resumir mucho respecto de Jesús al hablar de la gracia, relativamente pocas de sus parábolas enfocan predominantemente en una teología de la gracia: esta parábola que estudiamos, la de los dos deudores (Lucas 7.41-42) y las tres parábolas sobre lo perdido en Lucas 15. La mayoría más bien enfoca en el carácter del reino o en la respuesta que requiere.66
Esta parábola también es instructiva para pensar sobre Jülicher y cómo funcionan las parábolas. Si uno tratara de seguir a Jülicher y limita esta parábola a un punto, se perdería mucho. La analogía necesariamente tiene varios correspondientes entre la historia y la realidad, y enseña varios puntos: (1) la gran deuda del pecado humano; (2) la compasión y el perdón de Dios, puestos a disposición en el ministerio de Jesús sobre el reino; (3) la libertad que se expresa en términos del jubileo; (4) la necesidad de reflejar la misericordia de Dios; y (5) la advertencia del juicio para aquellos que no reflejan la misericordia divina. No es alegorizar notar estos “puntos múltiples”, puesto que surgen de la parábola misma y expresan la intención de esta.67 El asunto siempre es cómo funciona la analogía, y no está en descifrar las correspondencias o esperar que cada característica sea conforme a un límite teológico o cronológico. Tratar de encontrar la relevancia en detalles como el informe de los consiervos o los torturadores es desacertado, porque violan el carácter de la parábola o no son afines con las enseñanzas no parabólicas de Jesús. Se olvida al segundo siervo en la prisión, porque su destino no es el énfasis de la parábola. Tampoco son relevantes en la interpretación los consiervos que informan a su señor. Dios no tiene torturadores y no necesita que se le indique cuando su pueblo falla. Las parábolas son analogías, no representaciones de la realidad.
Este texto es un claro ejemplo de la tensión entre dos o más verdades que siempre está presente en la teología cristiana. La comunidad no puede tolerar el pecado sin hacer una confrontación y amonestación, pero siempre debe amar y perdonar ilimitadamente. Decidir qué se debe hacer requiere siempre de sabiduría. El pecado tiene consecuencias lamentables y eternas, es necesaria la confrontación y la disciplina, y la excomunión de la comunidad es una posibilidad real. A la vez, Dios busca a aquellos que se desvían y desea que ninguno se pierda, y la comunidad no puede poner límites a su perdón u olvidar que su perdón está modelado conforme al perdón que Dios da a sus miembros, que tienen una deuda mucho mayor. Las tradiciones bíblicas y judías no perciben la tensión que sentimos entre el reproche y amor. Reprender al prójimo y amarle van juntos en Levítico 19.17 y en el Testamento de Gad 6.3 y 4. Al conformar la enseñanza de Jesús como él lo hizo, Mateo enfatizó que la comunidad debe tratar seriamente el asunto de la obediencia y el pecado, en lo posible de forma discreta, aunque eso signifique que se tenga que empezar de nuevo con los que son reprochados, tratándolos como a extranjeros. Al mismo tiempo, Mateo insiste que debe prevalecer en estos esfuerzos la humildad y el perdón.
La parábola advierte a cualquiera que presuma de la gracia. Con frecuencia, la iglesia presenta una gracia que no se necesita considerar seriamente, pero la gracia bíblica es transformadora. Cuando recibimos el don, recibimos al Dador,68 quien no permitirá que andemos por nuestros propios caminos.
6. ¿Enseña la parábola una forma de “justicia por las obras” que arguye que el perdón de los unos a los otros es el requisito para experimentar el perdón divino?
Preguntar si la parábola enseña la “justicia por las obras” es forzar la agenda paulina en el texto de Mateo. Ni Jesús ni Mateo son legalistas, tampoco promueven la salvación por las obras, ninguno encara el problema de Pablo, sin embargo, ambos insisten que la obediencia es parte del discipulado. No obstante, todo el enfoque en la obediencia tiene su base en la obra previa de Dios. El indicativo del perdón divino precede al imperativo de nuestra respuesta. En Mateo, al igual que en ambos Testamentos, la ética es una que responde al llamado y a la gracia de Dios. Esto es obvio en la primera escena de esta parábola, la representación de la misericordia del amo, pero también es cierto incluso en textos que parecen indicar que la obediencia humana causa una respuesta divina (p. ej., 6.14 y 15). En tales textos, se supone la presencia de Dios precisamente porque el reino está presente en el ministerio de Jesús.
El temor de la justicia por obras se ha exagerado mucho. Sería bueno que haya también semejante temor por ser inactivos. La justicia por las obras no es el problema de la mayoría de los cristianos de hoy. Nos iría mejor si percibiéramos que si no obramos, no somos justos.
7.¿En qué grado la cristología se observa en esta parábola?
¿Es el rey de la parábola una “figura de Dios” o una “figura de Cristo”? Si no excluimos el nimshal en el versículo 35, este indica que la parábola refiere la misericordia y el juicio del Padre en vez que la misericordia de Jesús. Incluso sin el versículo 35, la referencia es a Dios. Sin embargo, no se debe forzar una separación respecto a qué hace Dios o qué hace Jesús como agente divino. Así como el gobierno davídico en el reino de Dios en el Antiguo Testamento, así también funciona el Mesías como rey en el reino de Dios. De ser así, la parábola tiene implicaciones de cristología.69 Esta se centra en el perdón disponible en el reino, el que con frecuencia Jesús mismo ofrece. Además, de las cinco ocasiones que el verbo “tener compasión” (splanchnizomai) aparece en Mateo, los otros cuatro tienen a Jesús