Más importantes que las fábulas de Esopo es el progymnasmata de Teón por lo que estos ejercicios revelan acerca de la atención al género de las fábulas/parábolas. Probablemente Teón data del primer siglo d.C., y los progymnasmata eran libros de textos con ejercicios preliminares para instruir retórica. Se diseñaron discusiones de fábulas, chrías y otras formas como ayuda para que los estudiantes entiendan estos géneros y su empleo en la argumentación a fin de que se vuelvan adeptos de la composición. Además de recitar fábulas, de combinarlas con una narrativa, de expandirlas y resumirlas, los estudiantes modificaban la parábola. O sea, se requería que relataran una parábola empleando varios casos y números de la lengua griega.66
También se debe atender las chrías y sus elaboraciones. Una chría (palabra griega que significa “necesidad” o “lo que se debe suplir”) es un dicho conciso que se presenta mediante una descripción específica de la situación y que supuestamente fue pronunciado por una figura histórica reconocida. Por ejemplo, Isócrates dijo: “La raíz de la educación es amarga, pero su fruto es dulce.” Colecciones como “dichos útiles” datan desde muy temprano como el siglo cuarto a.C. La educación por lo regular incluía ejercicios de retórica (progymnasmata) para elaborar y defender las chrías y, aunque habían varios esquemas para tales elaboraciones, al menos desde el siglo segundo d.C., la analogía (ektouparabolēs [sic]) es parte regular de la elaboración, por lo general el quinto paso, al que le sigue un ejemplo histórico específico (paradeigma).67 Esta forma de argumentación es más antigua que el siglo segundo,68 y solamente resalta cuán importantes eran las parábolas y las fábulas para el antiguo mundo greco-romano.
También son importantes las descripciones tempranas de las parábolas y su función retórica para entender su función en el mundo antiguo. Las obras en retórica son manuales de argumentación y persuasión, y detallan los componentes de la persuasión. Por lo general se considera los ejemplos y las parábolas como formas de argumentación. En su libro El “arte” de la retórica, Aristóteles distinguió dos tipos de ejemplos (paradeigmata): el histórico y el ficticio,69 y el último subdividido en comparaciones (parabolē) y fábulas (logoi). Su ejemplo de parabolē es el argumento de Sócrates que no se deben escoger los magistrados por azar más que los atletas o escoger el timonel de un barco por azar.70 Luego añade que es más fácil inventar ejemplos que encontrar ejemplos históricos, pero el último es más útil.71
No todos seguían la explicación de Aristóteles. Más descripciones y comparaciones detalladas e instructivas (con ejemplos) aparecen en Rhetorica ad Herennium y en la Institutio Oratoria de Quintiliano. El primero cita cuatro objetivos de la comparación y cuatro formas de presentación correspondientes.72 El autor reconoce los múltiples puntos de comparación y que la semejanza no necesita aplicarse a través de toda la comparación.73 Quintiliano ofrece una extensa discusión de prueba por comparación en Inst. 5.11.1-44. Aunque los escritores romanos preferían el latín similitudo (“comparación”) para traducir el griego parabolē, y exemplum (“ejemplo”) para traducir el griego paradeigma, Quintiliano optó, como muchos griegos, por emplear paradeigma (“ejemplo”),74 para todas las comparaciones. Él consideró los ejemplos, reales o supuestos, como las pruebas más importantes por comparación. Él sabía que los paralelos pueden ser parciales o completos, y que las parábolas comparan cosas cuyo parecido o afinidad no son obvios.75 Quintiliano apreciaba menos las fábulas debido a que eran especialmente atractivas para las mentes rudas y no educadas (5.11.19).76 De manera extensa, él discute la metáfora, el ornamento supremo de la oratoria (8.2.6 y 8.6.4-18) y, aunque los teóricos modernos rechazan su teoría de sustitución de la metáfora, su método todavía es valioso. A diferencia de muchos eruditos modernos, Quintiliano consideraba la alegoría como una forma legítima de argumentar que se emplea con frecuencia en la oratoria y es muy habitual incluso para aquellos con poca habilidad. Sus ejemplos no son narrativas extensas como las parábolas alegóricas de los Evangelios, pero indican que él no se habría sorprendido de la forma de las parábolas de Jesús. Quintiliano anticipa otras partes del debate moderno sobre las parábolas del Nuevo Testamento. Distinguió entre alegorías puras y formas mixtas (parcialmente metafórica y parcialmente literal), advirtió contra la ambigüedad de las parábolas y denunció los debates cuestionando si sus ejemplos eran alegorías o si las alegorías necesariamente envolvían oscuridad. También arguyó que la alegoría podía ser una forma de disimular burlas amargas con palabras gentiles mediante el ingenio.
La importancia del material de los retóricos se debe solo en parte a su propósito de clasificar e instruir sobre la función de las diferentes formas. Este material también muestra la popularidad de las parábolas y de los dichos parabólicos en el mundo greco–romano, y que con seriedad se investigaba su eficacia. Las parábolas de Jesús no habrían sido ajenas a los gentiles.77
La iglesia primitiva
Relativamente poco se puede decir sobre las parábolas en la Iglesia primitiva, porque difícilmente aparecen. Encontramos analogías en las cartas del Nuevo Testamento (p.ej., 1 Cor 9.26-27), y Pablo hace una lectura alegórica de la historia de Sara y Agar (Ga 4.21-31), pero nada semejante a las parábolas en los evangelios sinópticos. Encontramos la palabra parabolē en Hebreos 9.9, que indica que el día de la expiación era un símbolo o ilustración de la ineficacia del antiguo orden) y en 11.19, donde figurativamente Abraham recupera a Isaac de la muerte).
1 Clemente 23.4-5 y 2 Clemente 11.2-3 usan la analogía de las etapas de desarrollo de una viña como argumento contra los que dicen que todas las cosas continúan como antes. 1Clemente 24.1-5 alude a la parábola de Jesús sobre el sembrador, pero emplea la siembra de las semillas y su descomposición y luego su crecimiento como un argumento a favor de la resurrección.
La palabra parabolē aparece treinta y cuatro veces en los Padres Apostólicos, todas menos dos aparecen en el Pastor de Hermas (véase el Apéndice 5). Barnabás 6.10-17dice, respecto de la expresión “tierra que fluye leche y miel” (Ex 33.3), que “el profeta habla una parábola del Señor [parabolēn kyriou]”. Entonces, algunos textos del Antiguo Testamento se entienden alegóricamente respecto de la nueva creación en Cristo, y que los cristianos son los que entran en la buena tierra, y que la “leche y miel” representan los nutrientes de la fe mediante la promesa y por la Palabra. Barnabás 17.2 usa el plural parabolai para indicar que si él escribe respecto al presente y el futuro, el lector no las entenderá, porque están escondidas en las parábolas.
Las muchas expresiones de parabolē en el Pastor de Hermas refieren a descripciones alegóricas elaboradas. La Visión 3.2.4 - 3.8.11 tiene una extensa descripción de una torre de piedras construida en el agua, que específicamente se llama “las parábolas de la torre” [tas parabolas tou purgou] (3.3.2). La torre se interpreta como la iglesia, construida en el agua porque Hermas fue salvo por agua. Los seis jóvenes constructores y otros que acarrean las piedras se interpretan como ángeles, y las diversas piedras en detalle representan las distintas personas en relación con la iglesia, ya sean apóstoles, líderes de la iglesia, los justos, los pecadores para quienes el arrepentimiento todavía es una opción válida, los malvados, y otros. Las siete mujeres alrededor de la torre representan la fe, la abstinencia y otras virtudes. Parabolē también se usa en formas más breves. En la Visión 3.12.1–3 encontramos una parábola de un viejo que rejuvenece debido a una herencia, la cual Hermas interpreta como la renovación que viene por el oír de la revelación.78 Mandato 11.28–20 usa parabolē con referencia a la imposibilidad de tirar algo hacia el cielo (expresamente un acertijo) para resaltar que las cosas en la