En 15.7 y 19.5-6 se cambia el nombre Asenet por “Ciudad de Refugio” y alegóricamente se interpreta que sus murallas sirven de refugio a muchos que se allegan al Dios Altísimo.41
El Testamento de Naftalí 2.2-4 tiene una analogía extensa: Como un alfarero conoce la vasija, cuánto le cabe, etc., así el Señor forma el cuerpo en correspondencia con el espíritu, etc., y como el alfarero conoce cada vasija, así el Señor conoce el cuerpo y sabe si éste perseverará en la bondad o será dominado por el mal.42
El Testamento de Job 18.6-8 se acerca más a lo que encontramos en los Evangelios. El autor, como uno en un barco dispuesto a sacrificar todo a fin de entrar en una ciudad, considera sus bienes como nada en comparación con la ciudad de la cual un ángel le ha informado.43
4 Esdras, que probablemente proviene de finales del siglo primero,44 tiene varios pasajes semejantes a las parábolas de los Evangelios:
4.13-21 es una parábola jurídica de un conflicto entre el bosque y el mar.
4.28-32 es una parábola sobre la siembra del mal y su cosecha.
4.38-43 es una parábola que compara el embarazo de una mujer que cumplido los nueve meses, no puede atrasar el parto, con la realidad de que no se puede atrasar el fin de los tiempos.
4.49-61 es una parábola de juicio que compara el mayor valor de los metales preciosos con el mayor valor de los pocos que son salvos.
8.1-3 vuelve a contar, en forma más breve, la parábola de los metales.
8.41-45 es una parábola sobre un agricultor que siembra semillas de las cuales no todas crecen, para demostrar que no todo lo que se siembra se salvará.
9.30-37 es una parábola de contraste para mostrar que todo aquel que no guarde la ley muere, a diferencia de la tierra (u otros objetos) que permanecen aunque lo sembrado o puesto en ella se destruye.45
La similitud de algunas de estas parábolas es obvia con la parábola de Jesús del sembrador. En este documento, las parábolas siempre provienen de un relator divino, y no de Esdras. Las parábolas expresan secretos divinos, pero por sí mismas no son reveladoras. Ellas requieren interpretación para que se conozca su significado.46 Con frecuencia, este es el caso con otras parábolas en otras fuentes.
Pseudo Filón, en las Antigüedades Bíblicas 37.1-5, relata la fábula de los árboles y los arbustos de zarza de Jueces 9.1-21. Considerando más, 47.1-10 cuenta una fábula de animales que soportan los errores del león hasta que muchos animales son destruidos. Esta fábula refleja los errores del pueblo que sería provocado por Miqueas hasta que muchos de ellos sean destruidos (describiendo Jueces 20.1-48).
2 Baruc 22—23 nos recuerda las parábolas interrogativas, donde hay una serie de interrogantes a Baruc (p. ej., “¿Quién empieza un viaje y no lo termina?”), que se responden con negaciones, y luego se le pregunta por qué está turbado acerca de lo que no puede saber. Los capítulos 36—40 contienen una descripción alegórica detallada del bosque, la vid, la fuente (el Mesías) y el cedro, y también una interpretación detallada. Los capítulos 53—74 son un apocalipsis de las aguas, con una explicación histórica-escatológica detallada. Estos capítulos son más semejantes a las revelaciones apocalípticas que las parábolas, parecidas como las visiones del Pastor de Hermas, pero no se puede ignorar su carácter alegórico.
4 Baruc 7.26-27 es una similitud que Jeremías ofrece a Baruc: “Porque (es) así como (cuando) un padre tiene un hijo único y que es entregado para castigo; aquellos que…(lo) consuelan cubren su rostro para que no vea mientras castigan a su hijo… Así también Dios tuvo misericordia de ti y no permitió que vinieras a Babilonia para que no vieras la opresión del pueblo.”
Probablemente algunas parábolas rabínicas datan desde el siglo primero, pero es difícil probarlo con casos específicos. David Instone-Brewer sugiere que el tratado Pe’ah 3.8 es una parábola de una época cuando todavía existía el Templo, porque en ella un hombre pide a su hijo que haga dos sacrificios de animales en nombre suyo.47 Esta no es una parábola, sino conforme a su designación un ma‘aseh, es un caso o precedente. Tiene algo de semejanza con un paradeigme griego, un ejemplo, pero los precedentes y los ejemplos no pertenecen al mismo género. Esta es simplemente la historia de un hombre devoto y sumamente estricto en guardar la Ley. Se presenta esta historia como un precedente histórico, que en nada se parece a las historias de Jesús, ninguna de las cuales pretende ser histórica. D. Flusser afirmó que el tratado midrásico ’Abot 1.3, una parábola sobre el trabajo que se atribuye a Antígona de Socho (alrededor del año 180 a.C.), es la evidencia más antigua de una parábola judía.48 Él, por supuesto, consiente la atribución de este dicho a este rabino. Las parábolas se atribuyen a otros rabinos de la época temprana del judaísmo, como Hillel el Anciano (alrededor del 30 a.C.; véase Levítico Rabá 34.3),49 Johanan ben Zakkai (alrededor del año 80 d.C.), o Gamaliel el Anciano (cerca del año 40 d.C.; véase el ’Abot de Rabbí Natán 40.10) que probablemente data del primer siglo; de nuevo, la incertidumbre de las atribuciones invalida cualquier conocimiento seguro sobre las fechas.50 Lo sorprendente de este material del judaísmo temprano es que poco tiene en semejanza a las parábolas de Jesús, aunque haya formas claras que emplea maneras de pensar parabólicamente.
Escritos greco – romanos
Se han escrito muchos libros sobre parábolas judías y rabínicas, pero pocos sobre parábolas greco–romanas. Esto es desafortunado, porque los griegos y los romanos empleaban analogías, parábolas y dichos semejantes al igual que otras culturas. Varios retóricos discuten la forma y el uso de las parábolas y otros géneros literarios relacionados. Además, es un hecho que la cultura judía y la gentil se mezclaron en el primer siglo de nuestra era. Aunque el material parabólico greco–romano tiene diferencias importantes de las parábolas de Jesús, es claro que al menos parte es del mismo patrón. Los que afirman que las parábolas de Jesús son algo totalmente nuevo, pueden aprender algo si examinan los materiales greco–romanos. Los detalles semejantes a las parábolas de Jesús vienen de los filósofos u otros que confrontan a las personas por sus fallos, una afinidad obvia con el uso profético de las parábolas en el Antiguo Testamento y por Jesús.
El campo semántico de la palabra parabolē en este contexto no es tan amplio como el del hebreo mashal o parabolē en el Nuevo Testamento. Con mucha frecuencia se refiere a una simple comparación, en ocasiones a una forma más desarrollada, o quizá tenga un significado sin relación a lo que nos interesa.51Parabolē no ocurre con mucha frecuencia, y además otras palabras se emplean para las comparaciones y las formas de parábolas: eikōn, ainos, mythos, logos y paradeigma. Una interrogante importante es por qué los traductores de la Septuaginta (LXX) escogieron parabolē, que principalmente se refiere a una simple comparación, para traducir mashal cuando esta palabra se refería a formas más extensas, y además por qué la tradición del Evangelio emplea parabolē para formas narrativas más extensas, del cual hay poco precedente.
No podemos hacer justicia aquí a las parábolas greco–romanas,52 pero la frecuencia de tales formas se debe reconocer. En ocasiones, las personas hablan de parábolas en Homero, pero los ejemplos que se mencionan no son como las parábolas de Jesús. Más bien, esos ejemplos son narrativas simbólicas o alegóricas como las de Polifemo el cíclope (Odisea 9.166-566), o de los remadores y las sirenas (12.37-200), o las descripciones de las oraciones de las hijas de Zeus (Ilíada 9.502-514).53 A menudo se encuentran símiles extensos en los escritos de Homero,54 pero más que todo son descripciones poéticas que símiles parecidos a los empleados por Jesús. Como ejemplo de parábolas más pertinentes cito las siguientes narrativas obtenidas de diversas fuentes.
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