Por otro lado, en algunas ocasiones, los conductores le expresan al solicitante —por medio de diversos gestos como movimientos de manos, movimientos de cabeza, palabras o simplemente seguir conduciendo— que no le ofrecerán su servicio. En consecuencia, si el conductor no les da el significado de clientes a los individuos que solicitan el servicio, la interacción termina allí.
Además de solicitar el servicio por medio de gestos, los pasajeros pueden hacerlo mediante aplicaciones. A su vez, estos medios también son útiles para los conductores. Tal es el caso de Álvaro y Marco8. El primero trabaja en el turno de noche y alquila el vehículo de taxi para prestar el servicio. El segundo, por su parte, conduce su propio vehículo y trabaja de 5:30 a. m. a 6:00 p. m. Álvaro tiene alrededor de 50 años y trabaja por la zona de la calle 85, los viernes y los fines de semana; considera que es un lugar concurrido por quienes visitan los múltiples bares del sector. Solo trabaja por medio de aplicaciones desde las que se solicitan servicios de taxi a través de celulares, ya que, según él, es más seguro trabajar así en el turno de noche.
Marco, de 47 años, solo trabaja durante el día porque considera que la noche es insegura. A este respecto, el conductor comentó lo siguiente: “Uno va haciendo un perfil [del pasajero] y en la noche no puede ver el perfil; veo uno de lejos y, cuando lo recojo, es otro” (Marco, conductor de taxi, La Castellana, 28 de febrero de 2017, 8:00 p. m.). Además, trabaja por medio de aplicaciones, dado que puede tener el nombre del cliente y saber dónde lo recogió. En caso de que el cliente no le pague, el conductor reporta a la aplicación el inconveniente y esta le paga el trayecto.
En los casos anteriores se evidenció que ninguno de los dos conductores considera a los individuos que solicitan el servicio en la calle como clientes potenciales; al no tener información sobre ellos, como la que ofrecen las aplicaciones, no interpretan al solicitante como pasajero. Por esta razón, cuando las personas solicitan el servicio por medio de las aplicaciones, la percepción del conductor con respecto al solicitante es favorable. En el caso de Marco, por ejemplo, él ha construido un perfil con ciertas características para determinar si construye la acción de transportar o no a quienes solicitan su servicio.
La construcción de los perfiles que los conductores de taxi hacen sobre los posibles clientes está influenciada por los significados que han construido sobre la vestimenta de los solicitantes del servicio, la zona en la que estos se encuentran al momento de hacer el gesto de extender el brazo, los acompañantes y la zona a la que se dirigen, entre otros factores.
Otra forma de ofrecer el servicio es por zonas de preferencia de los conductores. Tal es el servicio que presta Irma, una mujer de aproximadamente 60 años que trabajó conduciendo taxi durante 10, hasta 2015, con la empresa Taxi Aeropuerto. El lugar desde el que trabajaba Irma era el aeropuerto internacional El Dorado de Bogotá. Una vez que Irma dejaba a los pasajeros —que habían pedido el servicio en el aeropuerto—, les prestaba su servicio a las personas que se dirigían a lugares cercanos a su zona de trabajo o de camino hacia este.
Así pues, los servicios que Irma hacía fuera de su punto de trabajo se limitaban a los sitios que quedaran por la ruta de vuelta al aeropuerto y, por tanto, si un individuo solicitaba dirigirse a un destino fuera de ese perímetro, no era interpretado por Irma como pasajero. En este sentido, en su proceso de interpretación, además de definir el significado de quiénes eran sus clientes, Irma determinó a quiénes les iba a prestar el servicio: solo a aquellos que estuvieran cerca de su zona de trabajo.
Tal y como se ha mostrado en los ejemplos anteriores, el lugar de destino de cada servicio es relevante para los conductores porque cada uno ha construido significados de las zonas de la ciudad, a través de las interacciones que tiene con sus compañeros conductores, con el tiempo y con el espacio, como se describirá en uno de los siguientes apartados. Cuando la zona de destino es mencionada por el solicitante del servicio, por medio de la aplicación o verbalmente, el conductor de taxi interactúa consigo mismo para definir lo que quiere, cómo lo quiere y cómo lo va a hacer; asimismo, determina el significado que tiene el objeto al que se enfrenta: la zona destino del solicitante. De esta manera, el que presta el servicio puede guiar su acción basado en el significado que ha creado sobre el lugar al que se le ha pedido ir.
Entonces, aunque los conductores interpretan el gesto de extender el brazo por parte de cualquier individuo como solicitud del servicio, esto no les da el significado automático de pasajeros a quienes lo solicitan. Es más, los conductores interpretan el perfil de los solicitantes, preguntando cuál es el destino al que se dirigen, incluso antes de darle el significado de pasajero y construir las acciones guiadas por este significado —como detener el taxi o recoger y llevar al individuo al lugar de destino—.
Lo que se ha dicho hasta ahora muestra que los conductores le dan el estatus de pasajero al solicitante del servicio de taxi dependiendo de sus deseos, metas, objetivos y acciones. Entonces, mientras algunos tienen en cuenta el destino, otros se fijan en el perfil, y otros más, en la forma en que se solicita el servicio. Es decir, para los que conducen taxi no hay una tipificación de quién es pasajero y quién no, sino que cada uno construye significados de su perfil de pasajeros.
Desarrollo del trayecto: interacciones verbales en el trayecto del servicio de taxi
Fotografía 2. Encendiendo el taxímetro
Fuente: Fotografía de Lorena Galeano, 27 de noviembre de 2014.
Regularmente, el inicio de las interacciones que analizamos entre conductores y pasajeros se dio cuando el pasajero, levantando el brazo, solicitó el servicio y el conductor respondió estacionándose o no. Fue, entonces, una comunicación e interacción sin palabras. Además, en lo que se refiere a la interacción verbal, cabe decir que esta puede iniciar antes de que el solicitante ingrese al vehículo; en el momento que este da a conocer el destino al que se dirige. Una vez el conductor significa y se dirige al individuo que demanda el servicio como pasajero, enciende el taxímetro9 para empezar a medir el valor que tendrá la carrera10. Esta última acción evidencia que el conductor se dio a sí mismo el significado de conductor y, a su vez, le dio el significado de pasajero al individuo que le solicitó el servicio. Seguido de esto, tienen lugar las interacciones a través del intercambio de símbolos verbales. Para explicar lo anterior, sirve la teoría de Mead en la que precisó que la comunicación humana se realiza a través del intercambio de símbolos verbales y no verbales (Olivera, 2006, p. 12).
En la mayoría de los trayectos de servicios de taxi que presenciamos —en los que nosotras éramos pasajeras, junto con familiares y amigos— el saludo se estableció recién nos subíamos al taxi; esta fue la acción que abrió el proceso de comunicación verbal entre nosotras, como pasajeras, y el conductor que prestaba el servicio.
De esta manera, la acción de saludar, aunque en ocasiones pase desapercibida, constituye el comienzo de la interacción verbal. Los saludos son catalogados como un caso especial de actos de habla expresivos que poseen una estructura de par adyacente, es decir, una secuencia de dos enunciados sucesivos. Así pues, cada enunciado es emitido por un hablante distinto, ordenados como primer y segundo elemento del par, de manera que la aparición del primero requiere de la existencia del segundo. En el caso de los saludos, el primer elemento se denomina llamada y, el segundo, respuesta (Padilla, 2003, p. 816).
Los saludos no se pueden expandir. A un primer saludo le corresponde un segundo, pero al segundo saludo no le corresponde un tercer saludo. No obstante, el saludo sí puede dar paso a la realización de otros actos de habla que se organizan en secuencias. En la mayoría de los casos, el saludo cumple con la función de abrir el canal comunicativo entre los conductores de taxi y los pasajeros. A modo de ejemplo mencionaremos a Gerardo —de 48 años— que lleva trabajando como conductor de taxi por más de 15 años, y es propietario de dos vehículos. Refiriéndose a la forma inicial de interacción con los clientes, Gerardo comentó lo siguiente: “Uno saluda por educación, para que el pasajero se sienta bien; que sienta que uno es una persona decente” (Gerardo, conductor de taxi, 22