Ante esta postura, el mercado me colocaba en mi sitio y castigaba mi egocentrismo con rotundos fracasos. Por mucho que intentemos vender nuestras ideas al mundo, si el mercado no las acepta o no las entiende, ya nos podemos estampar una y otra vez contra el mismo muro, que no conseguiremos moverlo.
Aquí es donde muchos emprendedores iniciados, levantan la mano y citan la famosa frase de Henry Ford para contrarrestar mi argumento.
“Si le hubiera pedido a la gente lo que necesitaban, me hubieran pedido un caballo más rápido.”
Sí, Henry tiene razón, la mayoría de clientes no saben cuál es la solución a su problema, pero sí que son capaces de reconocerla cuando la encuentran, y lo hacen pagando por ella.
Tu trabajo como emprendedor no consiste únicamente en preguntar lo que quieren tus potenciales clientes, sino en averiguar la dimensión del problema que has descubierto e integrar de forma ágil tu solución con ellos.
Si te fijas, cuando hablo de aprendizaje, no solo me refiero a leer libros, visualizar vídeos y realizar cursos, sino también a estudiar el mercado.
Estudiándolo podrás extraer información y hábitos tan valiosos como:
• Aprender de tus clientes. Quizás no te dirán lo que quieren, pero sí que puedes aprender lo que no quieren. La ausencia de ventas o interacción con tu producto te da un feedback incalculable.
• Aprender de tu competencia. Observa las decisiones que toman. Sácate el sombrero cuando consigan el éxito. El ego, puede nublar a los emprendedores, les impide aceptar los logros ajenos. Has de conseguir tener la suficiente humildad como para aplaudir los buenos resultados de tus competidores y extraer de ellos inspiración para ti.
Si te sientes identificado con el perfil de visionario, es crucial que la humildad se convierta en nuestro mayor aliado.
Si por el contrario eres de un perfil más técnico, es decir, un especialista. Te recomiendo que busques a alguien con un perfil visionario con el que asociarte. Esa persona con visión de futuro. Pero ten cuidado, ahora ya sabes cómo buscarla. No te conformes con alguien que tenga aptitudes visionarias y un exceso de narcisismo, es recomendable encontrar a alguien que, a parte de esas características también esté casado con la humildad y nunca pierda las ganas de aprender y seguir mejorando.
Ahora le toca el turno al perfil técnico o especialista. (Pensabas que te ibas a librar ¿no?)
La flaqueza de un técnico es el perfeccionismo. Hasta que no consiguen esa perfección no quieren que su producto o servicio vea la luz. A priori puede parecer una cualidad muy positiva, pero pueden caer en el punto de enamorarse de su creación y de ese estado de gestación previo a la salida del proyecto. Nunca tendrán un producto lo suficientemente bueno, siempre querrán mejorarlo. Si tu perfil es de emprendedor técnico te estarás preguntando: ¿Cómo puedo contrarrestar mi perfeccionismo?
La respuesta es exactamente la misma que se le ofrece a los visionarios: la humildad.
Por supuesto, no enfocada al ámbito del aprendizaje, ya que los perfiles técnicos son máquinas de estudiar y devorar información. Sino con la humildad de entender que tus creaciones no son tan importantes. Para ti sí, por supuesto, pero para el resto del mundo no. El emprendimiento está al servicio del mercado, de los clientes. Cuanto antes lances esa versión imperfecta, antes obtendrás la respuesta de los compradores. Esa información te ayudará a seguir mejorando tu propuesta de valor. Por lo tanto, vas a tener que saltarte algunas de tus normas y entregar productos y servicios inacabados para obtener resultados e información, aunque eso te cueste alguna que otra crítica del mercado.
Como podréis entender, estos dos perfiles tan opuestos: el visionario y el técnico, chocan en numerosas ocasiones. La humildad de ambos será la que consiga que el visionario no tenga tanta prisa por lanzar el producto y el técnico acceda a entregarlo al mundo, aunque no esté lo perfecto que él desearía.
En mi empresa, el perfil más técnico lo posee Gera, mi socio. Él es la parte más realista, el que toca con los pies en el suelo. Ambos hemos tenido que trabajar muchísimo para compenetrar nuestras dos formas de emprender. Pero creo que hemos formado un buen tándem. Te aseguro que hubiese sido imposible alcanzar ninguno de nuestros objetivos si no hubiésemos conseguido combinar nuestras dos formas de vivir el emprendimiento.
Esta sección no solo te ayudará a definir el tipo de emprendedor que eres, sino que también te ayudará a elegir a posibles compañeros de viaje, personas que sean un complemento para ti y te ayuden a alcanzar metas.
Llegados al final de este capítulo solo me queda preguntarte:
¿Con quién te sientes más identificado? ¿Con el visionario o el especialista?
Repaso y acción:
● Conocer los dos tipos de emprendedores te ayudará a compensar tus debilidades y potenciar tus fortalezas.
● Lo primero es descubrir hacia qué perfil tiendes más, para ello utiliza las preguntas clave. (Recuerda que no hay blancos y negros, pero siempre nos acercamos a uno de ellos.)
o Para identificar si eres visionario:
■ ¿Eres alguien que se pierde en la creatividad y siempre está pensando en el futuro?
■ ¿Te gusta vender tu visión al mundo?
■ ¿Eres un líder nato y la gente te escucha cuando transmites tus ideas?
○ Para identificar si eres técnico o especialista:
■ ¿Eres una persona introvertida?
■ ¿Te gusta centrarte en un único problema y resolverlo?
■ ¿Te gusta tocar con los pies en el suelo y ser una persona realista?
● Una vez sepas qué perfil es el tuyo, céntrate en trabajar tus posibles debilidades.
○ Para los visionarios: humildad a la hora de escuchar y aprender de todos los implicados en el proyecto; el mercado, los socios, los trabajadores y los mentores.
○ El técnico especialista: humildad para lanzar productos o estrategias inacabadas y estar abierto a recibir críticas y feedback.
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