Está demostrado que cada ser humano tiene su propio ritmo de desarrollo y de aprendizaje. ¿Por qué nos enseñan a todos lo mismo? ¿Por qué nos piden que memoricemos conceptos para luego vomitarlos y olvidarlos unos días después? Hoy en día disponemos de toda esa información en nuestros bolsillos. Nuestros teléfonos móviles dan respuesta a cualquier pregunta que podamos realizar.
La razón a estas preguntas es bien sencilla: hacen lo mejor posible para formar a trabajadores y no a emprendedores.
Nuestro sistema educativo no se ha revisado desde la revolución industrial, sigue siendo un sistema que pone por encima el desarrollo de habilidades de sumisión al de creación.
Fue a mis 16 años, cuando me di cuenta de que no nos íbamos a llevar bien...
Repetí 4º de la ESO.
Aún recuerdo la llamada de mi madre para comunicarme la noticia. Me había esforzado para recuperar las asignaturas que me quedaban, pero no llegué a la nota necesaria. Rompí a llorar de inmediato, me esperaban grandes cambios.
Lo que peor me sentó fue la sensación de haber defraudado a mis padres, ellos tenían altas expectativas en mí, y yo no había llegado a cumplirlas.
Me pase la tarde en casa, esperando a que mis padres llegasen enfadados y recibiera mi merecido castigo. Justo empezaba el verano y me iban a llevar a un campamento de surf con mis amigos, en mi cabeza ese campamento se había esfumado.
La realidad fue muy distinta, mis padres no me castigaron por haber repetido, me vieron tan destrozado, tan desilusionado y tan defraudado que adoptaron una postura de apoyo y motivación. Ellos sabían que el sistema educativo había puesto un examen de escalar árboles y su hijo no era un mono.
Esa fuerza y confianza por parte de mis padres, me ayudó a no perderme en la baja autoestima que un evento así puede suponer para un adolescente.
Ese mismo año, empecé a entender cómo funciona realmente el sistema educativo.
Trata a todo el mundo igual. Además, se premia la obediencia, acatar las órdenes. Te entregan unos libros, eligen qué materias has de estudiar y te obligan a memorizarlas. El que más acate y más se adapte a este sistema de memorizar y vomitar lo aprendido, será considerado un genio y el que mejor futuro tendrá.
Luego la realidad es diferente. Resulta que los más rebeldes suelen ser los emprendedores. Los que tienen esa creatividad e ingenio para salir de la caja y rebelarse contra el sistema, encontrando soluciones que cambian el mundo.
Con esto no quiero decir que aprender sea algo negativo para un emprendedor, pero sucede que, aprender es tan bonito, gratificante y efectivo que se me rompe el alma cuando veo cómo el sistema educativo lo asocia a estrés, ansiedad y frustración. Por esa razón muchos estudiantes acaban su etapa de formación y se perjuran que nunca más abrirán un libro.
En mi caso, me sentí tan obligado a estudiar cosas que no me gustaban, que al salir del sistema, me di cuenta de que uno de mis grandes valores sería la libertad. En el futuro no quería seguir acatando órdenes, ni sentirme obligado a hacer lo que se me decía.
Esto marcó mi segundo gran porqué, la libertad.
La libertad de poder crear mi propia realidad, mis propios horarios, mi propia cultura, mi propia forma de hacer las cosas.
HISTORIA NÚMERO 3: TOQUÉ FONDO.
Esta historia ocurrió cuando yo tenía unos 22 años y cursaba tercero de carrera.
Recuerdo que desde que cumplí los 16, cada fin de semana salía de fiesta y consumía mucho alcohol. De lunes a jueves no probaba ni siquiera una gota, pero a partir del viernes siempre bebía. Este hábito tan prolongado en el tiempo me hizo entender que tenía un problema.
Entré en una espiral horrible porque, además, entre semana pasaba más de ocho horas al día jugando a videojuegos, esperando que llegara el ansiado viernes para poder salir de fiesta con los amigos.
Por supuesto, mi círculo de amistades también poseía estos vicios con lo que se dificultaba el escapar de esta espiral autodestructiva. Con el tiempo las resacas cada vez eran más prolongadas y empecé a padecer una depresión existencial por no saber qué hacer con mi vida.
Toqué fondo…
Recuerdo que un día llegué a casa de mis padres a las 6.00h de la mañana después de haber estado largas horas de fiesta. Por supuesto iba bastante perjudicado por el alcohol, pero curiosamente no tenía sueño.
Me dispuse a navegar por YouTube, y al rato, sin saber muy bien porqué, me llamó la atención un vídeo en el que Will Smith daba una charla, el vídeo se llama Wills Wisdom. El montaje estaba muy cuidado con una música realmente emotiva. En cierto momento de dicho speach, el actor pronunció unas palabras que se me clavaron en el alma.
Comentó que uno de los consejos más valiosos que le había legado su padre era que cuando quisiese crear un muro gigante, no se fijase en las dimensiones del proyecto, sino que fuese construyéndolo poco a poco, paso a paso. Que cada ladrillo lo colocase de la manera más perfecta posible para que luego fuese capaz de soportar el peso del resto de la estructura.
Su padre le aseguró que con perseverancia y firmeza, llegaría el día en el que miraría hacia arriba y comprobaría que había creado una obra inmensa y robusta gracias al haber dispuesto perfectamente cada ladrillo.
En ese mismo instante tuve una revelación. Entendí que tocar fondo no significa asumir que tienes un problema y que al día siguiente por arte de magia todo se soluciona. Comprendí que cuando asumes que estás en esa espiral, has de tener la fuerza de voluntad suficiente para ir colocando ladrillo a ladrillo e ir saliendo de esa situación tan negativa, poco a poco pero con acciones firmes.
Aquel momento jamás se me olvidará. Lloré desconsoladamente preguntándome una y otra vez qué estaba haciendo con mi vida…
Así empezó mi gran camino de desarrollo personal. Leí cientos y cientos de libros. Abracé la filosofía del aprendizaje y el conocimiento. Cada día me prometí mejorar aunque solo fuera un 1%. Entendía que la suma de pequeñas mejoras me ayudaría a alcanzar grandes metas y estaba dispuesto a colocar ese ladrillo diario hasta el fin de mis días.
Estas son las tres historias que se convirtieron en mis grandes “porqués”.
Como has podido leer en estas tres vivencias personales, mis tres apoyos son:
- El tributo a mi amigo. (Algo más grande que yo)
- La búsqueda de la libertad. (Acercarme a una recompensa)
- No volver a encontrarme inmerso en una espiral de destrucción. (Alejarme del dolor)
Descubrir los tuyos te ayudará enormemente en tu camino de emprendedor y en la vida en general, nuestras historias nos dan identidad y luz en los momentos más duros.
Y, sobre todo, cuando recabes en tu pasado para encontrar tus historias, visualízalas como una herramienta de poder. Muchas veces no es la historia en sí la que nos define, sino cómo reaccionamos a ella. Fíjate que las tres historias que te he contado, podrían haber desencadenado otro tipo de sentimientos en mí. Podría haber adoptado el papel de víctima, lamentándome sobre mi situación y culpando al universo por tratarme tan mal. En cambio son precisamente las historias más duras las que me han hecho seguir adelante y perseguir mis metas.
Tony Robbins, en su libro Controle su destino explica la historia de dos hermanos cuyo padre era una persona tóxica, un ladrón y un ejemplo horrible de ser humano.
Ambos tuvieron que crecer en este entorno tan negativo. Uno de ellos se convirtió en una persona horrible, igual que su padre, robaba, se drogaba y trataba fatal a los de su entorno, sin embargo, el otro se convirtió en un ciudadano ejemplar, consiguió el trabajo de sus sueños, se casó con el amor de su vida y crió a 2 maravillosos hijos.
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