En la primera parte cabe la pregunta ¿por qué la PBI se localiza en zonas de riesgo donde proliferan los problemas de vulnerabilidad y resulta complejo desarrollar prácticas resilientes? Con base en esta interrogante, se presentan tres capítulos. El primero, “Inundaciones y resiliencia: estrategias urbanas y de gestión en zonas vulnerables del municipio de Villavicencio, departamento del Meta” es de Adriana María Rangel Arenas y Juan Hernando Mojica Rodríguez. A partir de una investigación documental y de campo los autores buscan establecer cuáles han de ser las “[…] estrategias de gestión pública a través del diseño de prácticas conjuntas efectivas para la mitigación oportuna de escenarios en zonas de vulnerabilidad por inundaciones relacionadas con los cuerpos hídricos”, de forma tal que se reduzca el impacto de las inundaciones sobre el hombre y sus entornos. Ellos parten de reconocer que a lo largo de la historia el desarrollo físico-espacial del hábitat humano —en particular de los asentamientos autoproducidos— se ha localizado de una forma no planificada en territorios fértiles y estratégicos, y en algunos casos en territorios que presentan fallas geomorfológicas que agravan el problema.
El segundo capítulo, “Resiliencia urbana y capital social”, lo presentan Elquin Puentes Ramírez, Yenny Yolanda Ortiz Bernal, Carolina Ingrid Betancourt Quiroga y Adriana Hidalgo Guerrero. El texto es el resultado parcial de la investigación Formas de crecimiento y sostenibilidad en la vivienda social latinoamericana. Estudio comparativo Bogotá-Buenos Aires-Fortaleza. Los autores buscan aportar elementos a la reflexión sobre cuál es la relación entre los componentes de la resiliencia urbana y el capital social, y de qué manera ambos conceptos presentan elementos que se pueden fortalecer y complementar entre sí. Para ello parten de entender el término de resiliencia no como un enfoque con énfasis en lo físico-espacial, sino como una construcción compleja que incluye diversos factores; por ejemplo, el énfasis en el fortalecimiento de la cohesión social como un elemento estructural para la autoorganización que podría garantizar de mejor manera las adecuadas acciones de prevención, reacción y mitigación que pueden tomar un territorio y sus comunidades frente a circunstancias adversas.
El tercer capítulo, “Modelo conceptual de la contaminación de origen difuso en el acuífero de Puerto Boyacá, Colombia: una aproximación a su capacidad de resiliencia”, lo elaboraron Ricardo Monroy Vargas, Vanessa Rodríguez Rueda e Iman Rousta. El texto desarrolla una aproximación conceptual a partir de un caso hipotético que permite el análisis de diferentes escenarios de contaminación asociados al acuífero de Puerto de Boyacá (departamento de Boyacá), en el cual se localizan asentamientos de origen informal surgidos como resultado del desarrollo del conflicto social y armado colombiano. En este trabajo se indica que debido a la degradación de recursos superficiales, y de modo particular del agua, el agua subterránea proveniente de los diversos tipos de acuíferos representa una alternativa. Sin embargo, como señala Monroy (2017), esta se encuentra en peligro por la contaminación difusa, que incluye actividades como la minería, la ganadería, la agricultura, las industrias y los desechos provenientes de urbes cercanas. Así, con este texto se pretende constituir un punto de partida hacia la formulación de estrategias de gestión del recurso hídrico en el contexto colombiano.
La segunda parte aborda las estrategias, los estudios de caso y los ejemplos que son útiles para ilustrar y dar luces sobre lo que de modo conceptual se discute en la primera parte. Con esta perspectiva se presentan cuatro trabajos. Así, el cuarto capítulo del libro, “Ecoturismo comunitario en La Macarena: un ejemplo de resiliencia en medio del conflicto”, es de Daniel Unigarro Caguasango y Freddy Díaz Díaz. En este se reconoce que el ecoturismo es:
una de las actividades económicas con mayor incentivo y promoción en la última década por parte de la institucionalidad colombiana y la mayoría de los municipios del país, los cuales lo entienden como una forma de aprovechar en términos económicos los diferentes bienes de la naturaleza que se localizan en sus territorios.
Los autores exponen el caso de La Macarena, una zona protegida como área de manejo especial y parque nacional natural que está vinculada al conflicto y a la guerra que ha vivido el país; además, está marcada por un imaginario de marginalidad y violencia sobre la región y sus habitantes. El interés radica en analizar un caso icónico de ecoturismo comunitario a través de procesos asociativos para prestar los servicios requeridos por los turistas. En este caso el proceso organizativo definió la capacidad de carga de los diferentes atractivos naturales a modo de una estrategia para no afectarlos, lo cual implicó el reconocimiento del territorio habitado y de sus potencialidades, así como la necesidad de superar los problemas de victimización. Según los autores, el caso es un ejemplo de resiliencia socioecológica en medio del conflicto.
El quinto capítulo, “‘No me dejo congelar’. Resiliencia y participación en el mejoramiento integral de barrios”, escrito por Walter López Borbón, presenta y discute sobre los conceptos de sostenibilidad, gobernanza y resiliencia, a los que señala de eufemismos o clichés “[…] para denominar procesos cada vez menos sostenibles, participativos e incluyentes, así como para resaltar la capacidad de resistencia y de proactividad de amplios sectores de la población etiquetados como vulnerables”. El texto sitúa el concepto de resiliencia en el marco de los Procesos y Programas de Mejoramiento Barrial en Bogotá, a partir de tres experiencias de proyectos de intervención social y urbana en las cuales participó el autor: barrio Juan XXIII (mejoramiento de vivienda y espacio público), Suba (estrategias participativas a fin de adelantar acuerdos para el uso, mantenimiento y sostenibilidad del espacio público) y barrio Santa Inés, calle El Cartucho (familias desalojadas por la construcción del parque Tercer Milenio en pleno centro de la ciudad). El análisis de estos casos tiene como objetivo hacer evidentes otras metodologías de intervención que no solo den cuenta del mejoramiento de las condiciones de las comunidades en sectores de origen informal, sino también de su interacción con los sectores formales, lo que el autor denomina como recomposición social y urbana del territorio.
El sexto capítulo, “Estudio de los barrios de origen informal de los Cerros Orientales del norte de Bogotá como aproximación a la resiliencia”, es de Paula Andrea Cifuentes Ruiz, Juan Pablo Londoño y Carlos Eduardo Sabogal Flórez. El texto parte de una investigación que busca evidenciar las problemáticas asociadas a la vulnerabilidad de los barrios de origen informal del borde de los Cerros Orientales de Bogotá localizados en la carrera 7.ª entre las calles 134 y 170, a fin de generar propuestas para su mejoramiento y el incremento de su resiliencia. Para ello se trabaja con base en tres sistemas: ambiental, físico-espacial y social. El capítulo presenta los resultados más relevantes como indicadores del estado de los barrios de estudio y formula una propuesta de intervención en el territorio.
El séptimo capítulo, “Sostenibilidad en asentamientos de origen informal: aplicación de una metodología para la medición y evaluación de la sostenibilidad urbana (aspecto físico) en siete muestras de Bucaramanga”, escrito por Sandra Cecilia Mesa García, se corresponde con los resultados de la investigación “Determinación de indicadores de sostenibilidad urbana (aspecto físico) en ciudades intermedias de Colombia (Bucaramanga, Ibagué, Neiva y Villavicencio)”, desarrollada entre el 2017 y el 2018 junto con investigadores, docentes y estudiantes de cuatro sedes de la Universidad Antonio Nariño. El texto propone una metodología para la medición y evaluación de la sostenibilidad urbana en la ciudad de Bucaramanga. Según la autora:
se trata de la realización de un producto sistémico y metodológico, de una tabla de criterios, segmentos, unidades y referentes de evaluación que se pueden aplicar en diferentes paisajes urbanos y que sirven como matriz de análisis en la comprensión espacial.
Las conclusiones reafirman la necesidad de la planificación de la ciudad dirigiendo el enfoque y priorizando la “[…] intervención hacia un territorio sostenible en el aspecto físico para atender de manera urgente a la conectividad, seguida por la nodalidad y la accesibilidad”.