Estructura formal y no formal de la interacción transfronteriza de población, bienes y recursos naturales en la frontera México-Guatemala. Jorge Enrique Horbath Corredor. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Jorge Enrique Horbath Corredor
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Социология
Год издания: 0
isbn: 9788417133917
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a aquella con más de 2.000 habitantes, que posee la infraestructura necesaria, industria y servicios suficientes.

      Lo urbano, desde la frontera, adquiere una connotación particular como consecuencia de las acciones coordinadas por las entidades existentes a ambos lados de la misma. Dilla (2015) propone el concepto de Complejos Urbanos Transfronterizos (CUT) para referirse a las relaciones que se forjan en ambos lados de las líneas fronterizas a partir de ciertas “condiciones”. Entre estas destacan la existencia de recursos naturales compartidos; las articulaciones espaciales, que hacen referencia a los roles de intermediación que se dan en estos espacios y que garantizan la continuidad transfronteriza de la zona; la interdependencia económica, que refiere a la relación mutua que involucra a las localidades a ambos lado de la frontera, sus actividades así como los empleos y las redes que se crean e impactan la vida local. Asimismo, hace mención a la existencia de relaciones sociales intensas que se dan entre los pobladores de las localidades, creando cruces e intercambios, no solo económicos sino, también, culturales.

      La percepción de mutua necesidad se convierte en otra condición para las CUT dado que ambas localidades, a pesar de estar “separadas”, saben que son imprescindibles la una para la otra, por los lazos que han creado. Por último, menciona la construcción de relaciones instituciones formales, desde el Estado y la sociedad civil, que se manifiestan en dos niveles. El primero, la formalización binacional, que se refiere a los acuerdos o arreglos en torno a 4 claves que rigen la frontera: el comercio, la migración, la seguridad y el medio ambiente, indispensables para crear entendimiento en la sociedad. El segundo nivel es el nivel local o lo propiamente transfronterizo, que alude a la formalización legal e institucional de las fronteras. Esto nos lleva a pensar la organización y la gestión de esos espacios, así como el flujo compartido que se dan en las fronteras, como algo que va más allá de las instituciones.

      Hablar de región transfronteriza nos remite en forma básica al territorio contenido en ella, compartido por dos Estados-nación. Bob Jessop (2004) concibe, primeramente, a los espacios transfronterizos como continuidades (redes, interacciones) y, luego, como divisiones político administrativas de países distintos. Jessop analiza, desde la economía, el auge de la transfrontera como fenómeno a nivel mundial y concomitante al fortalecimiento de actores regionales, en paralelo a la desestructuración de los Estados nacionales.

      En la región transfronteriza México-Guatemala -nuestra región de estudio- se han documentado, también, experiencias de continuidad identitaria e interacciones de redes familiares y comunitarias, más allá de las fronteras de los Estados nacionales, al menos en dos casos: la etnia mam (Peña-Piña y Fábregas-Puig, 2015) caso de estudio del ejido Pavencul, Limón (2010), libro sobre el pueblo chuj y sus interacciones sociales y religiosas entre la sierra de Cuchumatanes en Guatemala, y la meseta de Comitán en Chiapas, México, enmarcadas en ciclos de festividades anuales.

      Tenemos, entonces, las interacciones locales que provienen de las identidades culturales previas a la conquista, interacciones entre poblaciones mestizas e indígenas diversas, que asumen identidades regionales específicas.

      Ahora bien, las continuidades no solamente se dan en relación a lo étnico sino que, también, involucra cuestiones familiares, derivadas de alianzas empresariales e, incluso, institucionales de entidades distintas a los estados, tales como organismos civiles internacionales o religiosos (iglesias), que mantienen influencias históricas entre la población y que, con el tiempo, forman parte de sus ideologías e identidades. Esto genera, a su vez, una especie de continuum entre estructuras formales y no formales, que se expresa cotidianamente.

      Quedando estipulado que los territorios contienen a las regiones, y que las fronteras delimitan estos territorios, se puede inferir que los territorios de la frontera están determinados por dos factores: la contigüidad y la disparidad económica. Estas diferencias, presentes en el territorio, interactúan estimulando el proceso que permite crear mercados laborales en los centros poblacionales, que satisfagan las necesidades de los individuos.

      En relación a esto, la migración indocumentada se da “cuando una persona ingresa a un país del cual no es ciudadano o ciudadana, violando sus leyes y regulaciones de inmigración” (Castles, 2010, p. 51). Esto sucede como “consecuencia del desequilibrio entre la demanda laboral en los países de destino y la capacidad o la voluntad de los gobiernos a establecer los canales legales de migración” (Castles, 2010, p. 49).

      La migración se da manera documentada y no documentada en la frontera, y deja entrever la ineficiencia de la autoridad en varios aspectos. Uno de ellos, la incapacidad de generar un mercado laboral estable y acorde a las necesidades del flujo poblacional. El otro, tiene estrecha relación con las interacciones que se generan cotidianamente y las regulaciones migratorias impuestas por los países, las cuales no han sido eficaces para contener el flujo de migración indocumentada establecido en la zona de estudio.

      Concepto de población

      Desde la definición tradicional normativa, la población es uno de los tres elementos constitutivos de la nación, junto con territorio y Estado. Sin embargo, igual que lo sucedido con otros conceptos, éste se ha resignificado, se ha pluralizado. “Las poblaciones están constituidas por conjuntos de individuos con sus características fenotípicas y los cambios que se producen en ellas a lo largo del tiempo” (Moya, 2014),. Por su parte, el Colegio de Ciencias y Humanidades la define:

      Como un grupo de organismos de la misma especie que viven en un lugar y tiempo determinados y que interaccionan tanto genética como ecológicamente. Las poblaciones pueden sufrir cambios como el aumento o disminución en el número de organismos […] el conocimiento y estudio de esto permite entender la dinámica de las poblaciones, éstas presentan características particulares que las distinguen. (p. 552)

      En consideración a lo anterior, el estudio previo de las poblaciones específicas de cada región es necesario para diseñar políticas públicas que respondan, tanto a sus necesidades, como a sus intereses, así como a las formas en que voluntariamente se auto adscriben a una nación.

      Chatterjee propone que la relación idealizada Estado-ciudadano sea analizada a partir de lo que denomina gubernamentalidad administrativa, poniendo en el centro la relación Estado-poblaciones.

      Las poblaciones son identificables, clasificables y descriptibles según criterios empíricos o comportamentales y son susceptibles de que se les apliquen técnicas estadísticas tales como censos y encuestas por muestreo…el concepto de población pone a disposición de los funcionarios del gobierno un conjunto de instrumentos racionalmente manipulables para llegar a una gran proporción de los habitantes de un país como objetivos de sus “políticas”…las actividades de la gubernamentalidad requirieron múltiples, transversales y cambiantes clasificaciones de la población como objetivos de múltiples políticas, que dieron lugar a una construcción necesariamente heterogénea de lo social. Aquí, entonces, tenemos la antinomia entre el majestuoso imaginario político de la soberanía popular y la realidad mundana de la gubernamentalidad administrativa: es la antinomia entre lo nacional homogéneo y lo social heterogéneo. (Chatterjee, 201 p. 211-213)

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