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en tu espíritu, y dile: “Necesito de tu luz”. Permanece en silencio unos minutos.

      A partir de ahora, Zoe está en tu espíritu; es una fuerza interna que comenzarás a experimentar.

      Ahora que invitaste a Zoe a vivir en tu espíritu con su vida, lo primero que vas a experimentar son las señales externas.

      Todo lo que viene del espíritu viene de parte de Dios. Él hace llover sobre justos e injustos, es decir, sobre todas las personas. La lluvia que significa el derramamiento de las bendiciones, nos habla de las cosas buenas, y de los regalos que vienen de parte de Zoe (vida de Dios). Todos experimentamos su amor a través de esos regalos.

      La vida es un regalo, el primero y el más maravilloso de los obsequios que tenemos. Y si no, pensemos en aquellos que ya no están con nosotros. Todos quisiéramos, aunque sea por un minuto, que pudieran volver a estar entre nosotros para darles un abrazo, un beso y decirles esas palabras que no pudimos expresarles antes de que partieran. Por eso, si bien para nosotros vivir y respirar cada día es algo natural, algo a lo que estamos acostumbrados, nuestro primer regalo es tener vida, pero una clase especial de vida, que se manifiesta, por ejemplo, con señales.

      Analicemos primero qué son las señales.

      Las señales de nuestra experiencia espiritual con la vida Zoe son los guiños de Dios. Como si él, con un poco de complicidad, nos sorprendiera y nos dijera: “¿Viste?, lo hice otra vez”, como cuando el papá le dice al hijo –o el hijo al papá– “Te amo”. De esta manera nos recuerda que nos ama y que está cerca. Son esos holas de Zoe que nos dicen: “Acá estoy, pendiente de todos tus asuntos”. Es cuando podemos escuchar su voz aun sin oír el sonido de ninguna palabra.

      Son muchas las señales que encontramos en el camino y las que nos confirman que Zoe está activo a diario en nuestra vida. Veamos cómo Zoe se manifiesta en nuestra vida.

      SEÑALES DE BONDAD

      Son todos los actos que experimentamos a diario que nos hacen bien y que vienen de mano de otros. Por ejemplo, alguien nos acercó una taza de té o de café mientras estábamos trabajando, alguien nos hizo un regalo aunque no fuese el día de nuestro cumpleaños, nos cedieron un lugar en la fila del banco o, inesperadamente, una persona canceló nuestra deuda, el auto que iba delante en la autopista pagó el peaje por nosotros, un llamado telefónico nos levantó el ánimo con palabras que nos hicieron bien, una invitación a compartir una cena con amigos nos trajo alegría, alguien nos transmitió una noticia que nos dio nuevas esperanzas, una conocida nos recomendó un profesional para esa necesidad específica y este nos ayudó a resolver un problema, alguien nos sonrió en medio de un enojo y transformó nuestro día. Estas son algunas experiencias que demuestran las señales de bondad de Zoe, ¡todo lo que nos trae vida!

      Las evidencias están allí todo el tiempo, solo que no registramos que provienen de la vida Zoe. Se las adjudicamos a la gente, pero es Zoe quien se sirve de las personas para mostrarnos su bondad.

      Si las señales de cada día nos provocan agradecimiento a la vida Zoe, estas se multiplicarán. Para ello, necesitamos el espíritu para comenzar a reconocerlas y poder decir: “Aquí actuó Zoe, y lo hizo a través de mi amigo, de un familiar o de esta persona”.

      Seguramente, están llegando a tu mente muchos actos de bondad que en el transcurso de tu vida experimentaste, pero que, tal vez, pasaste por alto, enfocándote en lo malo. Es hora de recuperar a esa vida Zoe que llena tu día de señales de bondad para que puedas disfrutarlas.

      En una oportunidad, una mujer me contó que no podía ver la vida Zoe en su propia vida. Pensaba que Dios era indiferente con ella. Sentía que no era querida, que nadie se interesaba ni en sus emociones ni en sus dificultades. Sus hijos no la llamaban por teléfono y su pareja, que estaba muy ocupado con temas laborales, no percibía lo que le estaba sucediendo. Tenía mucho tiempo libre y esos momentos los vivía en soledad. Un día me escuchó hablar de las señales de bondad de Dios y quiso demostrarme que a ella no le sucedía ninguna. Entonces, prometió anotar una bondad cada día, pero estaba convencida de que me devolvería la hoja en blanco. Una semana después volvió y en su papel tenía anotadas alrededor de cincuenta señales de la bondad de Dios. Me contó que al haber estado atenta pudo observar que cada mañana su perrita le lamía la mano para despertarla y que, a diario, su marido le dejaba la cafetera con el café recién preparado y la taza con una cuchara para que ella se lo sirviera y endulzara. Pudo darse cuenta de que una vecina, al saludarla, siempre le decía: “Que tengas un excelente día”. Deseo al que ella respondía interiormente: “Veremos, veremos…”, en lugar de agradecer el saludo y la bendición. Así fue que, poco a poco, comenzó a descubrir que la bondad de Zoe la rodeaba constantemente. Este fue un descubrimiento revelador.

      EJERCICIO N.° 4

      Te propongo, entonces, realizar este mismo ejercicio. Anota, cada día, dos señales de bondad que recibas. Y, luego de que las reconozcas, agradécele a la vida Zoe por esa señal. Observarás cómo las señales se multiplicarán. ¡Disfrútalas!

      SEÑALES DE PLENITUD DE VIDA

      Son las señales en las que Dios nos hace sentir plenos. Seguramente viviste muchas a lo largo de tu vida, pero, quizás, no se las atribuiste a Zoe. ¿Experimentaste alguna vez una felicidad inmensa sin que pasara nada que la haya producido? Es una sensación interna de saber que todo está bien. Sin importar nada de lo que hagas o digas, todo está bien.

      Otras señales de plenitud de vida son esas actividades que, cuando las encaramos, perdemos la noción del tiempo y del espacio; todo fluye, podríamos permanecer horas haciéndolas. Puede ser un hobby, un encuentro, una charla interesante, una labor en la que nos expandimos y sentimos que el pecho se agranda de emociones buenas y relajadas.

      De pronto, viene un recuerdo de un viaje, de una fiesta o de algún momento específico de la vida que fue hermoso. Y nos anclamos allí, y ese recuerdo nos expande.

      Estas son señales de plenitud que Zoe trae desde nuestro espíritu para que las recreemos y volvamos a sentirnos plenos, para entender que todo vale la pena, que estamos cuidados por su mano protectora, que nunca nos ha dejado y nunca lo hará. Son esos instantes en donde no hay límites de tiempo ni de espacio, donde todo es un fluir de vida.

      Recuerdo un día en el que estaba bastante aburrida en la habitación de un hotel, encerrada y sin poder dormir. En ese instante, Zoe trajo a mi mente el recuerdo de un hermoso lugar que había visitado hacía algunos años.