Comencemos la búsqueda. Vamos a iniciarla bajo una premisa: buscamos porque nos buscaron primero.
Alguien en este universo espiritual busca acercarse y, entonces, suelta sobre nosotros un deseo de encuentro mutuo. Él es el creador uniéndose con lo creado. Hay una actitud proactiva del creador para lograr esa unión perdida y dar vida desde el espíritu.
En determinados momentos de nuestra vida, ese deseo es consciente, mientras que, en otros, está encubierto por algún tipo de búsqueda falsa que reemplaza a la verdadera búsqueda espiritual. Como decíamos al comienzo, solemos volcar nuestra necesidad interna en conseguir un título, un cargo de jerarquía, un destino importante, un nombre popularmente conocido, es decir, vamos tras la construcción de pilares sobre los cuales sostener nuestra vida. Esa búsqueda es el resultado de una sensación que todos los seres humanos experimentamos en alguna etapa, el “vacío interno” que, como mencionamos antes, con otras búsquedas no se logra llenar.
Seguramente leas este libro por capítulos o por partes, ya que este es un ejemplar para experimentar. Está lleno de experiencias y necesitas detenerte para realizarlas. Hasta que no lo experimentes, no sigas. Date tiempo. La riqueza está en hacer cada ejercicio y no apurarte. Disfrútalo. Saboréalo. Cada día, cuando comiences a vivirlo vas a querer experimentar un poco más la búsqueda que te ofrece cada sección. No es un libro para leer de corrido, sino para hacer la experiencia. Cada capítulo te atraerá a más profundidad.
EJERCICIO N.° 1
Describe si alguna vez experimentaste algo parecido a un vacío interno.
¿Qué explicación le diste a ese vacío?
¿Qué explicación te dieron al respecto?
¿Cómo intentaste llenarlo?
CAMINOS DEL ALMA
Para iniciar la búsqueda primero necesitamos hacer una diferencia fundamental entre lo que llamamos cuerpo, alma y espíritu, las tres partes que conforman nuestro ser. En la escuela nos enseñan que los seres humanos estamos formados por:
Si te preguntara: “¿Dónde buscas ayuda cuando te enfermas?”, seguramente me responderías: “En el médico”. Y así es, solemos ir al médico cuando tenemos algún malestar en el cuerpo. El profesional adecuado nos hará estudios y, luego, nos dará la medicación o el tratamiento correspondiente para que nuestro organismo se recupere y podamos sentirnos bien.
Cuando atravesamos una crisis emocional, generalmente, recurrimos a ese amigo entrañable que nos ayuda a desahogarnos, al psicólogo, para que nos guíe hasta dilucidar qué es lo que nos pasa o a un psiquiatra –si consideramos que lo que nos ocurre es más complicado–. Ellos nos darán el mejor consejo o tratamiento para sanar el dolor emocional.
EJERCICIO N.° 2
Nombra a tres personas importantes de tu vida.
Nombre de tu médico de cabecera, si lo tienes.
Nombre de un profesional de la salud emocional.
Nombre de alguna persona a la que recurres cuando tienes un problema en el alma (mente, voluntad y emociones).
Pero ¿a quién recurrimos cuando tenemos un problema en el espíritu? A un sacerdote, a un pastor, a un imán, a un rabino, a un chamán, a un brujo. En definitiva, a alguien que nos muestre y nos guíe hacia un lugar que está más allá del alma y del cuerpo. Buscamos el misterio. Es fácil reconocer un dolor en el cuerpo, también es fácil reconocer un dolor en el alma, pero no siempre nos resulta fácil reconocerlo en el espíritu.
¿Cómo nos damos cuenta de que esa sensación de vacío que sentimos es espiritual?
Porque no se puede llenar con nada de lo que probamos o intentamos.
¡Atención! Es nuestro espíritu quien hace que nuestro cuerpo y nuestra alma (mente, voluntad y emociones) tengan vida. Cuando fuimos creados, primeramente, se formó nuestro cuerpo (carne), luego el alma y, por último, fue soplado sobre estos dos el espíritu. A partir de ese “soplo”, el alma y el cuerpo comenzaron a vivir (para conocer más puedes leer el comienzo de la creación en el Génesis). Por tal motivo, el espíritu que está en nosotros y que es nuestra parte más profunda, también es la más importante. A este le sigue el alma y, por último, el cuerpo, que también se conoce como “la parte más baja de nuestro ser”.
Ahora, vamos a presentarte al médico del espíritu.
En no pocas ocasiones, sentimos dolor en el espíritu. Es un dolor difícil