Hay manifiesto interés en mostrar que la universidad del general Franco ha vuelto a la normalidad académica, lo que no era cierto. Tras la tragedia de los tres años de guerra comenzó para los vencidos la depuración y el exilio, mientras que los vencedores ocuparon los puestos de mando universitarios y las cátedras. Había nacido una corporación distinta, alejada de toda idea democrática,
… cuando la calle, con sus gritos democráticos, irrumpió en nuestros claustros, no hizo más que profanarlos, atentando contra la cultura (…) Ha pasado vuestra generación por cauce áspero, rugoso y agitado por aguas rojas teñidas con sangre y alborotadas por olas de pasión en dias de sollozos e inquietudes. Ya está serena y limpia Ia corriente. A trabajar todos unidos en Ia paz.10
Esta universidad valenciana la definió hace tiempo en sus rasgos esenciales M.ª Fernanda Mancebo: «catolicismo integrista, negación de cualquier pluralismo, patriotismo y españolismo frente a las influencias extranjerizantes europeas. Revivió los valores del pasado, de la escolástica y de una ciencia fuertemente ideologizada. Trasmitió en fin, un mensaje militarista autoritario y jerárquico, que caracterizaba al “glorioso” movimiento nacional».11
PRIMEROS DISCURSOS
Inmediatamente antes de la guerra civil le correspondió a la facultad de derecho actuar en 1923, 1927 y 1931:12 primera dictadura y segunda república. Dos momentos políticos muy diferentes, pero entre los catedráticos hay clara afinidad religiosa en los discursos, pues salvo en periodos excepcionales el estado español es confesional y en estos años está vigente el Concordato de 1851. Manuel Cabrera Warleta, de derecho canónico, dió una lección titulada La hipótesis de una primitiva religión totémica ante la prehistoria y la etnología. Enfoca el problema desde estas ciencias, no desde la teología, aunque señala que ha cumplido con el deber impuesto de previa censura por el canon 1385 del código de derecho canónico.13 En 1927, el catedrático de derecho romano y nuevo rector designado por el ministro Callejo, Joaquín Ros Gómez, diserta sobre la abogacía; era buen conocedor y parte interesada pues compaginó durante años, como tantos otros, la docencia con el ejercicio de la profesión. Perora sobre la necesidad de la disciplina social, que según él es promovida por el derecho, sobre la abogacía como sacerdocio pero que sufre la mala opinión de los literatos y, sobre todo, del vulgo, que muestra su desprecio en el refranero; pero, en todo caso, la peor amenaza para la profesión era el comunismo. Elabora un recorrido que arranca en el antiguo testamento y alcanza hasta las leyes de las repúblicas hispanoamericanas, cuyas «instituciones judiciales y forenses son reflejo de las de la madre España»;14 culmina con las palabras de una oración mariana, la Salve, que presenta a la virgen madre de Dios como abogada de los creyentes.15 En 1931 se abría el curso en el paraninfo con la presencia del ministro de educación de la recién estrenada república. Es recibido con un altercado entre estudiantes que el rector Mariano Gómez consigue calmar. El discurso del decano José Castán Tobeñas16 versó acerca de la cuestión social, «el fárrago desconcertante de las teorías sociales» en este periodo de crisis de valores morales y materiales y de enfrentamiento social que tiene como asunto central la cuestión obrera; «porque siempre ha existido lucha de clases antagónicas» y a su lado, dice, encontramos el problema agrario, el de las clases medias, el feminista o el de los niños. No quiere entrar en valoraciones ni proponer novedad alguna, solo trazar un esquema o síntesis lo más claro posible acerca de las concepciones filosóficas primarias, el individualismo y el socialismo, sus derivaciones y aplicaciones prácticas. En todo caso, se cuida de insistir en el enfrentamiento entre socialismo y religión a lo largo de sus páginas: «la idea de religion, lo mismo que la idea de familia y la idea de patria, tan combatidas hoy por el socialismo obrero, engendraron en los hombres una serie de sentimientos elevados, heroismo, abnegación, honor, sacrificio, cuyo derrumbamiento habría de producir un deficit moral, difícil de llenar con otros valores éticos improvisados».17
Ya no habrá más discursos de derecho hasta 1940. En octubre de 1939 el decano de la facultad de filosofía y letras, Francisco Alcayde, falangista, inaugura los de la posguerra; titula «El concepto de nación según José Antonio» en el que analiza brevemente el Ensayo sobre Nacionalismo. Afirma que es un tema nuevo, de actualidad, vital, deseado, importante, que interesa a todo el mundo. Pero antes de abordar su disertación académica dedica unos párrafos a los sucesos recientes: tras los años de barbarie y anarquía la universidad se abre de nuevo; termina la tenebrosa noche y comienza el día luminoso…
Asistimos en el día de hoy, en la Universidad, a un nacimiento y a una muerte. Todos los aquí reunidos, como supervivientes de un naufragio, estamos decididos a que no vuelva nunca la oleada de materialismo que quería convertir a nuestros hijos en bestias, que pisoteaba todo destello de espiritualidad. Y siendo la Universidad la casa simbólica de la cultura, de la espiritualidad, de los valores y de las esencias de la civilización, es la Universidad misma la que renace en el día de hoy. No solo conmemora el final de la anarquía y el principio de la cultura y la civilización, sino que ella misma es la que renace para cumplir su misión propia y específica.
Inmediatamente enfatizaba con ayuda de mayúsculas la íntima relación entre el ejército de Franco y la universidad: «lo que somos, lo debemos a Él». Luego recuerda al hijo del rector Zumalacárregui,18 uno de los universitarios víctimas de la barbarie.
El tema de la lección inaugural tiene su origen en la idea de Alcayde de asociar el método de investigación del fundador de la Falange con el método fenomenológico. En la primera parte de su exposición sintetiza el texto resaltando pasajes en los que lo ve aplicado, en la segunda expone la «síntesis del método fenomenológico de investigación de las esencias» y en la tercera muestra la identidad de ambos discursos. Concluye que la visión de José Antonio acerca del nacionalismo tiene que ver con la aplicación del método de investigación de las esencias propio de la fenomenología de Husserl; así, el nacionalismo no tiene que ver con sentimientos vagos de pertenencia por lengua, folklore o características físicas a una comunidad19 sino por tener un destino histórico diferenciado de otras naciones: la unidad de destino en lo universal. Frente a un sentimiento patriótico localista y primitivo, tan susceptible a la crítica, tan dado a sentirse herido por otras ideas políticas, tan propenso al separatismo, debe imponerse el mero sentimiento patriótico unitario.
¡Cuántas reacciones violentas y viriles, cuántas guerras fratricidas se habrian evitado no ofendiendo a esos sentimientos primarios instalados en lo profundo de la espontaneidad de un pueblo!
Parecia más bien un empeño de los politicos herir y ofender siempre esos sentimientos, como si se propusiesen fomentar o crear los separatismos.
Si sabemos aplicar la concepción auténtica de José Antonio, quedará para siempre curado el mal.
Ese mismo curso recogen los Anales una conferencia del catedrático de filosofía de instituto Féliz García Blázquez, titulada «La nación como comunidad de existencia» que dedica a su amigo Ramiro Ledesma Ramos.20 Un tercio de sus treinta y siete páginas las dedica a hablar de la universidad y luego define la nación en negativo, lo que no es, para terminar tras ejemplos patrióticos –la última guerra contra el francés– exaltando la raza, principio real de la nación, la libertad y el «genio»: «porque si una nación no pone sus fines propios para el ejercicio de la voluntad es que carece de genio, carece de espiritu. Puede tener buena base racial, pero es una raza torpe, en definitiva bárbara, que carece de genio auténtico, esclava de sus pasiones … España que viene dando tumbos hace siglos, nación con su genio dormido, tiene ahora Ia ocasión de desperezarse, de desentumecerse, como se despierta la vida a los anuncios del dia. El genio nacional debe ahora conocer su aurora».21
El curso siguiente corresponde el discurso de apertura al catedrático de derecho civil Salvador Salom Antequera,22 hijo del también catedrático Salvador Salom Puig.23