EL FRACASO DE LOS PACIFISMOS
Y DE LA «UNIDAD DE LA JUVENTUD»
Algunos obispos suizos acusaron al Primer Congreso Mundial de la Juventud de ser una «empresa comunista subrepticia». Estos ataques se intensificaron con la extensión de las tensiones internacionales y, de cara al segundo congreso, insistieron en ello Alemania e Italia, la Iglesia Católica y los Boy Scouts de Estados Unidos, aunque eso no impidió que participaran organizaciones católicas y scouts. Probablemente esta acusación estaba relacionada con la campaña en contra de la Sociedad de Naciones, definida como «agente del comunismo internacional», realizada por los países autoritarios y fascistas y que se vinculaba al uso del organismo internacional como «caja de resonancia» por parte de los países atacados, su negativa a reconocer al Estado títere japonés de Manchukuo en China y la ocupación italiana de Etiopía, y sus críticas a la política expansionista de la Alemania nazi.61
También el American Youth Congress fue acusado de comunista, especialmente por algunos sectores del Partido Republicano, aunque sus propuestas y reivindicaciones no eran para nada comunistas, aunque sí radicalmente democráticas,62 y suponían un claro apoyo a las políticas hacia la juventud del New Deal de Franklin D. Roosevelt, representadas por la Administración Nacional de la Juventud, que se puso como modelo para otros países en el segundo congreso.63 En los países en que los organismos unitarios formados al calor del Movimiento del Congreso Mundial de la juventud tuvieron más importancia, como Canadá, Estados Unidos o Gran Bretaña, la influencia comunista parece que ni siquiera fue importante.64
Como escribió Eleanor Roosevelt, las propuestas del Movimiento del Congreso Mundial de la Juventud eran «bastante sensatas y serenas, quizá algo idealistas y verdaderamente muy optimistas».65 Defendieron, entre otras cosas, unas políticas del bienestar y un proceso de descolonización que se desarrollarían después de la Segunda Guerra Mundial, y un aumento del papel de los organismos internacionales, que sigue desarrollándose, y generando tensiones, desde entonces.
Especialmente idealista y optimista era su objetivo de mantener la paz: probablemente ni todo el esfuerzo posible de las organizaciones juveniles participantes hubiera impedido la nueva conflagración mundial, en la que influían muchos otros intereses y actores más poderosos. En el último semestre de 1938 –cuando el movimiento logró su mayor expansión y organización– era probablemente demasiado tarde para lograr su principal objetivo. Menos de un mes después del segundo congreso, Gran Bretaña y Francia entregaron a Hitler Checoslovaquia con el Pacto de Múnich. Al año siguiente, la República Española fue finalmente derrotada y la URSS realizó su segundo «gran viraje» de la década con la firma del pacto germano-soviético. Así, si la Guerra de España consumió a las organizaciones juveniles españolas, que llegaron al final del conflicto completamente divididas, tampoco el movimiento juvenil internacional unitario, solidario, antifascista y pacifista que se había desarrollado junto con ellas sobrevivió.
En último término, el Movimiento del Congreso Mundial de la Juventud representó a lo que fue posteriormente la gran coalición vencedora de la Segunda Guerra Mundial y se desintegraría igual de rápidamente que ésta. Cuando se recuperó la idea de coordinar internacionalmente a la juventud tras la nueva conflagración mundial se hizo bajo el influjo de la guerra fría y el movimiento juvenil reflejó esta división: en 1949 se creó en Londres la Federación Mundial de la Juventud Democrática, de la que se separaron la mayoría de las organizaciones juveniles de los países occidentales que formaron ese mismo año la Asamblea Mundial de la Juventud, a la que se sumaron, por ejemplo, muchas organizaciones británicas que habían participado en la British Youth Peace Assembly y en los dos congresos mundiales de la juventud de los años treinta.66
Y en el año en que se conmemora el 50 aniversario de los diferentes mayos del 68 no se puede concluir sin destacar que, históricamente, la movilización juvenil en general, y estudiantil en concreto, y los movimientos pacifistas ya habían adquirido un carácter internacional y de masas en los años treinta del siglo XX.
* Este trabajo ha sido posible gracias al proyecto CSIC 201510I026, Hacia una historia comparada de la juventud en la Edad Contemporánea y al proyecto HAR2015-65115-P, La violencia política de 1936 y el 18 de julio como punto de ruptura. Un análisis micro.
1. L. Branciforte: El Socorro Rojo Internacional en España (1923-1939). Relatos de la solidaridad antifascista, Madrid, Biblioteca Nueva, 2011; G. Pretus: La ayuda humanitaria en la Guerra Civil Española (1936-1939), Granada, Comares, 2015; K. Braskén, The International Workers’ Relief, Communism, and Transnational Solidarity. Willi Münzenberg in Weimar Germany, Basingstoke, Palgrave MacMillan, 2015; J.V. Gottlieb: «Guilty Women», Foreign Policy, and Appeasement in Inter-War Britain, Basingstoke, Palgrave-MacMillan, 2015; S. Souto Kustrín: «El mundo ha llegado a ser consciente de su juventud como nunca antes»: Juventud y movilización política en la Europa de entreguerras», Mélanges de la Casa de Velázquez, 34-1, 2004, pp. 179-215; íd.:«Jóvenes, marxistas y revolucionarios» en M. Álvarez Tardío y F. del Rey Reguillo (dirs.): Políticas del odio. Violencia y crisis de las democracias en el mundo de entreguerras, Madrid, Tecnos, 2017, pp. 115-165.
2. Alianza, órgano de la Alianza Juvenil Antifascista (AJA), 28/7/1938, s.p., «A los dos años de lucha. Posición de la juventud del mundo»; L’Internationale de la Jeunesse Socialiste. Son développement et son activité pendant les années de 1935 à 1938, París, Secrétariat de l’Internationale de la Jeunesse Socialiste, 1939, p. 5.
3. E. Collotti (coord.): Fascismo e antifascismo, Roma-Bari, Laterza, 2000; N. Copsey y A. Olechnowiez: Varieties of Anti-fascism: Britain in the Inter-War Period, Palgrave, 2010.
4. He analizado la solidaridad juvenil con la República en S. Souto Kustrín: Paso a la juventud. Movilización democrática, estalinismo y revolución en la República Española, Valencia, PUV, 2013, pp. 376-412.
5. Y. Cohen: Les jeunes, le socialisme et la guerre. Histoire des mouvements de jeunesse en France. París, L’Harmattan, 1989, pp. 167-216. A. González Quintana: «La primera organización de jóvenes proletarios españoles: las Juventudes Socialistas de España o el fracaso de una alternativa juvenil de clase (1903-1921)», Studia Historica. Historia Contemporánea, 5-4, 1987, pp. 21-46. G. Pretus: La ayuda..., cit., pp. 7-12.
6. J. Colton: «Définition de la Jeunesse et des Mouvements de Jeunesse. La Jeunesse et la paix», en J. Colton et alii : La jeunesse et ses mouvements. Influence sur l’évolution des sociétés