En segundo lugar, como se discutirá en la sección 3, el Ministerio de Educación de la actual administración, mientras cumplía su mandato constitucional de implementar el SAE en cuanto ley de la República, al mismo tiempo, emprendió una contrarreforma al Sistema de Admisión. Eso último fue impulsado mediante un Proyecto de Ley enviado al Congreso Nacional en 2019 denominado “Admisión Justa”. Si bien el proyecto fue rechazado en el Congreso luego de su tramitación, la sección 3 sintetiza los retrocesos que hubiese generado en caso de aprobarse, en comparación con los avances que ha mostrado el SAE. El propósito de revisitar el episodio es conocer las implicancias educacionales de propuestas presentes en algunos sectores políticos que desde el origen de la Ley de Inclusión se han opuesto a la creación de un sistema centralizado de admisión.
El propósito del capítulo, entonces, es llamar la atención sobre aspectos políticos y culturales latentes, que podrían eventualmente reemerger y afectar el proceso de implementación exitoso que ha tenido el SAE. Por lo mismo, se trata de aspectos que las futuras autoridades educacionales debiesen tener en consideración.
1. EL ÉXITO DE IMPLEMENTACIÓN DEL SAE
El nuevo Sistema de Admisión Escolar (https://www.sistemadeadmisionescolar.cl), como parte de la Ley de Inclusión aprobada el 2015, elimina la selección escolar creando un sistema centralizado de información y postulación, a través de una plataforma en internet, donde las familias encuentran información de todos los colegios que les interesan y donde postulan, en orden de preferencia, a los establecimientos de su elección. Quedan excluidos del sistema los colegios particulares pagados y una fracción de cupos de los colegios de alta exigencia que cumplan determinados requisitos.
Los resultados generales del sistema han sido ampliamente difundidos y se han mantenido estables desde la incorporación de la primera región en 2016 (Magallanes) hasta la última en incorporarse en 2020 (Metropolitana). Alrededor del 80% de las familias quedó en alguna de sus primeras tres preferencias y el 60% en su primera (Eyzaguirre et al., 2018; Carrasco et al., 2019). Asimismo, el SAE mejoró la probabilidad de obtener cupos escolares en colegios deseados a estudiantes de menor rendimiento previo o nivel socioeconómico (Carrasco & Honey, 2019a).
El objetivo del sistema es eliminar la selección por parte de las escuelas, que ya no pueden exigir antecedentes de ningún tipo a las familias. En simple, lo que este sistema hace es otorgarles a todos los postulantes la misma probabilidad de quedar en el colegio de su preferencia, con independencia de las características del estudiante o sus familias. Por eso, en atención al principio moral de que todos somos iguales en dignidad y derechos elementales, especialmente en la infancia, este sistema ofrece justicia al tratar a todos los postulantes por igual. A su vez, representa un proceso de modernización, al eliminar las filas, las tómbolas y las peregrinaciones de las familias de colegio en colegio buscando un cupo para los hijos e hijas.
Todo sistema escolar, en cualquier lugar del mundo, tiene que resolver una cuestión básica: cómo distribuir a los estudiantes en las escuelas disponibles y especialmente cuando determinados colegios enfrentan sobredemanda. El SAE resuelve todos estos asuntos empleando un sistema centralizado, un algoritmo y criterios de prioridad. Como se ve, el sistema actual es muy distinto a una tómbola. Entre otras cosas, las tómbolas asignan cupos al azar, y son ciegas a consideraciones prácticas pero que son muy relevantes para los padres, como, por ejemplo, la asistencia de hermanos a la misma escuela.
En efecto, en el sistema anterior, ciertos estudiantes tenían menores probabilidades de ser aceptados: aquellos con necesidades educativas especiales, notas más bajas, menor nivel socioeconómico, problemas conductuales o cualquier otra dificultad social o de aprendizaje, eran descartados por los establecimientos educacionales empleando un amplio repertorio de mecanismos de selección (Carrasco, Gutiérrez, & Flores, 2017). En otros casos, también podían ser las características de las familias las que impulsaran a los colegios a negarle un cupo al estudiante. En cualquier caso, los criterios para tomar la decisión dependían enteramente de las escuelas, y no eran conocidos. Además, eran distintos para cada colegio y los procesos de admisión operaban con fechas y criterios muy distintos entre sí. Con el SAE, los criterios de admisión son comunes y conocidos por todos. Según establece la ley, si hay suficientes cupos, todos los estudiantes deben ser aceptados, cuestión que no ocurría hasta antes de la Ley de Inclusión.
En definitiva, es importante recalcar que el nuevo sistema representa una buena combinación entre el respeto a las preferencias de los padres y la igualdad básica para todos los niños y niñas en términos de oportunidades de acceso a la educación.
2. LA HETEROGÉNEA RECEPCIÓN DE LAS FAMILIAS AL NUEVO SISTEMA DE ADMISIÓN
Esta sección da cuenta de la reticencia que algunos sectores de clase media han mostrado sobre el SAE. Si bien se trata de un grupo específico que contrasta con la positiva recepción que el sistema ha tenido por parte de una mayoría de familias, incluidas otras fracciones de clase media, esta sección ejemplifica empíricamente sus visiones y respuestas a las nuevas reglas que introduce el SAE. En particular las ideas siguientes se basan en un estudio con familias postulantes en las cinco regiones donde se implementó el nuevo SAE el año 2017.2
En primer lugar, como reportan con mayor detalle Carrasco, Oyarzún, Bonilla, Honey y Díaz (2019), el cambio en el modo de elegir colegio en Chile constituye un cambio cultural en marcha que se expresa en tres aspectos: en el (i) reequilibrio social de las oportunidades educacionales, en el (ii) desplazamiento desde una experiencia eminentemente presencial hacia una esencialmente virtual, y, por último, en el (iii) reemplazo de una ‘práctica compleja’ debido a su desarticulación, por un ‘sistema complejo’ en tecnología y reglas.
En relación con el (i) reequilibrio social de las oportunidades educacionales, el SAE reemplaza un sistema donde las ventajas culturales y sociales tenían un rol fundamental en la elección de escuela, por uno donde existe igualdad efectiva de oportunidades de acceso a toda la oferta escolar financiada por el Estado. Este cambio, sin embargo, posee una base de legitimidad moral aún frágil que podría comprometer su sustentabilidad. En particular en algunas clases medias emergentes, como veremos más adelante.
Por su parte, se constata el (ii) desplazamiento desde una experiencia eminentemente presencial hacia una esencialmente virtual: el SAE modifica un proceso de elección de escuela, muy arraigado en las familias, que era hasta hace poco eminentemente presencial, al introducir una mediación de tipo digital que genera distancia entre familias y escuelas. Este cambio es resentido por las familias al interceder, sin sustitutos equivalentes, en los modos de convivencia institucional aceptados por familias y colegios.
Como última expresión del cambio cultural se observa un (iii) reemplazo de una ‘práctica compleja’ debido a su desarticulación, por un ‘sistema complejo’ en tecnología y reglas: el SAE introduce sofisticación a una práctica que era artesanal en su forma, y atomizada e inequitativa en sus reglas, mediante una plataforma web de postulación remota e indiferente a las ventajas en recursos, pero que, al mismo tiempo, incorpora nuevas complejidades tanto en términos de reglas de uso como de tipo tecnológico.
En el siguiente cuadro, extraído de Carrasco, Oyarzún, Bonilla, Honey y Díaz (2019), puede observarse con más detalle las reacciones de diferentes tipos de familias a cada uno de los tres cambios culturales en marcha, así como los dominios culturales a los que responden y el contraste que poseen respecto del sistema anterior. Destaca el hecho de que las respuestas de las familias son heterogéneas, abarcando desde una clara satisfacción a posiciones más críticas que analizamos en la Tabla Nº 1.
En segundo término, algunas fracciones de las clases medias en Chile se sienten desafectadas del nuevo SAE, dado que su funcionamiento vuelve infértil el uso de capitales antes valiosos con los mecanismos de admisión previa. Hernández & Carrasco (2020) ilustran una gama variada de respuestas de familias de clases medias que transitan de una franca oposición a políticas de desegregación, a un decidido apoyo en base a ideales de inclusión. Los autores muestran la ambivalencia en las respuestas de las clases medias ante una política que apunta a ampliar las oportunidades