Óscar Rodríguez Barreira, el autor de este libro, señala el encumbramiento de los políticos de la dictadura de Primo de Rivera en los primeros ayuntamientos del primer franquismo en Almería, y la perpetuación y continuidad que encuentra el clientelismo remodelado en los poderes locales y provinciales franquistas. No le falta razón. El descuaje del caciquismo y la depuración política y administrativa llevada a cabo por las autoridades de la dictadura de Primo de Rivera contra la vieja política almeriense apenas superaron los seis primeros meses. La fiebre regeneracionista de los primeros momentos alejó del poder a quienes durante años habían sustentado y se habían favorecido de la presencia de políticos cuneros, y dejó pervivir en el medio rural a los caciques tradicionales y sus redes clientelares, lo que dio lugar a un nuevo caciquismo de partido único. Nuevos caciques que, procedentes del maurismo o del catolicismo sociológico, nutrieron la Unión Patriótica, el Somatén y los cargos públicos de las instituciones locales y provinciales durante la dictadura para encontrarlos en los años de la II República como firmes bastiones de Acción Popular y otros partidos de derechas. Gran parte de ellos volverían a protagonizar la escena política almeriense una vez finalizada la Guerra Civil. Eso sí, adaptándose a la nueva situación creada por la dictadura: la de un poder local facistizado.
Tal vez, la figura de Francisco Pérez Cordero, primer gobernador civil de Almería (1939-1940), condensa las continuidades del pasado caciquil y las prácticas clientelares que reaparecen en el franquismo. Su padre, Emilio Pérez Ibáñez, había sido un destacado dirigente conservador de la Almería de entre siglos, diputado en Cortes en 1884, 1891, 1893 y 1899, y líder indiscutible de la importante fracción silvelista de la provincia. Pérez Cordero fue alcalde de la ciudad de Almería entre el 15 de diciembre de 1915 y el 25 de mayo de 1917, concejal durante los años de la dictadura de Primo de Rivera, enlace entre los dirigentes madrileños de FE-JONS con Almería en 1933, para recalar en Renovación Española en los años finales de la República, un partido más acorde con su edad, trayectoria y pensamiento. En abril de 1939, cuando ya era gobernador franquista, reivindicó haber sido el primer jefe de Falange en Almería a finales de 1933 y trató de adaptar su trayectoria personal a las necesidades del momento y también de reinventar su pasado y, a la vez, el de la Falange almeriense.
Y es que el Nuevo Estado franquista no redujo el poder de los notables, al contrario, construyó un sistema en el que estos fueron capaces de satisfacer sus necesidades sin las interferencias de la opinión popular. Las viejas redes clientelares locales buscaron acomodarse a la nueva situación de partido único de la dictadura, y llegaron no solo a infiltrase en FET-JONS, sino que, en algunos casos, incluso la constituyeron y lideraron.
Una de las virtudes de este libro es que muestra cómo la vida política oficial del franquismo no fue, precisamente, una balsa de aceite. Lejos del mito construido por la dictadura, los años cuarenta estuvieron plagados de conflictos en penumbra protagonizados por las diferentes redes políticas y sociales que formaron la coalición reaccionaria en la que se sustentó el franquismo. Fue frecuente que las redes clientelares de los antiguos políticos derechistas con relevancia durante la II República se auparan al poder y quedaran integradas en los nuevos ayuntamientos, del mismo modo que las que no lo conseguían intentaran penetrar en FET-JONS o, como sucedía en múltiples ocasiones, lograran copar ambas instituciones ejerciendo una hegemonía total en sus pueblos. Poco margen para reaccionar les quedó a los, escasos, camisas viejas almerienses que sobrevivieron a la guerra. En las localidades pequeñas, la persistencia de las derechas tradicionales y la inexistencia de ruptura política fue lo habitual. La construcción no consensuada del poder municipal –designación como alcaldes y ediles de caciques y amigos del gobernador– fue lo habitual y el principal motivo de conflicto.
De todo ello escribe, y sobre ello se pregunta, Óscar Rodríguez Barreira en Miserias del poder, un libro que aborda la construcción del poder local durante la posguerra desde una perspectiva reticular y desde abajo. Una obra en la que se pretende constatar, desde el ámbito local, «los intereses materiales de quienes detentaban el poder, calibrar la capacidad proselitista del franquismo, analizar el peso de la familia y las redes clientelares en la dinámica política o dilucidar la continuidad o ruptura de los cuadros políticos de la dictadura».
La obra está concebida en tres capítulos. El primero aborda la narración de la Guerra Civil en Almería a través de los ojos y las experiencias rememoradas por las derechas: la construcción de las redes sociopolíticas en torno a la Quinta Columna, la configuración de los futuros cuadros políticos del franquismo y la evolución de las actitudes sociales y de resistencia a la República y la guerra... El segundo capítulo presta especial atención a las dinámicas de exclusión de la política republicana y al nacimiento de FE-JONS para, luego, poner el acento en el Frente de Juventudes y Auxilio Social, dos de las delegaciones de la renacida FET-JONS con mayor proyección social, cuyo análisis ofrece una explicación del papel desempeñado por el partido único en el Nuevo Estado. El último capítulo se ocupa del poder en las instituciones locales y provinciales durante los años cuarenta. Los conflictos entre las jefaturas de FET-JONS y los gobernadores civiles hasta que el poder central impuso la unificación de cargos, la renovación de los cuadros políticos intermedios del franquismo, el perfil de los dirigentes franquistas de los años cuarenta y, sobre todo, la interacción entre lo viejo y lo nuevo, dando especial relevancia a las redes de poder de los notables y a la renovación fundamentada en las redes sociopolíticas construidas durante la traumática experiencia bélica, completan una investigación que, como podrá observar el lector, llena esta obra de sugerencias y reflexiones que nos acercan, con rigor, a un pasado no muy lejano y hasta ahora poco conocido.
Como se podrá comprobar, el libro que nos ofrece Óscar, fruto de una madura reflexión que concluyó en una excelente tesis doctoral, es un buen libro de historia que va a contribuir, sin lugar a dudas, a oxigenar la esclerotizada historiografía sobre el franquismo en Andalucía en lo que respecta a las instituciones locales. Es también una aportación notable al debate estatal sobre los apoyos sociales de la dictadura y al del funcionamiento del poder bajo el franquismo. En definitiva, este libro ayudará al lector a formarse una valoración del lugar que debe ocupar el franquismo en la historia contemporánea de España. Una obra, en suma, que hace una eficaz demostración de los caminos que hay que transitar para hacer buena historia.
FERNANDO MARTÍNEZ LÓPEZ
Catedrático de Historia Contemporánea
Cabo de Gata (Almería), junio del 2009
AGRADECIMIENTOS
Este libro estÿ construido a partir de un capítulo y medio, reducido y reelaborado, de mi tesis doctoral –la cual defendí en la Universidad de Almería el 11 de mayo del 2007–. En primer lugar, quisiera agradecer al tribunal que la juzgó –los doctores D. Ismael Saz, D. Manuel Ortiz Heras, D. Francisco Sevillano, D. Antonio Cazorla y D. Luis Carlos Navarro– tanto su presencia como las críticas que realizaron. La mayor parte de ellas están recogidas aquí.
Miserias del poder está dedicado a las dos personas que, además de mis padres, más me han ayudado: Antonio