En los siguientes capítulos analizamos la experiencia de socialización política de los españoles que vivieron en dictadura, a fin de esclarecer la forma en que la gente «normal y corriente» se relacionó con el Estado franquista. En la primera parte del libro prestamos atención a las políticas puestas en marcha por la dictadura para ampliar sus bases sociales más allá de los adeptos y atraerse a su causa a los descontentos y disconformes. En los capítulos correspondientes a esta parte (1 y 2) asumimos la premisa según la cual todos los regímenes políticos, inclusive los fascistas y parafascistas, necesitan apoyo social para alcanzar la estabilidad y pervivir. Y el franquismo no habría sido una excepción en este sentido, pues aunque no lograra las cotas de consenso alcanzadas por las dictaduras nazi y fascista, también cosechó un buen número de adeptos. Sin subestimar su naturaleza violenta y represora, admitimos que la dictadura de Franco fue capaz de granjearse el apoyo de amplios sectores sociales a través de la puesta en marcha de diversas estrategias de legitimación y generación de consenso como las políticas sociales. En la parte II se intenta matizar el alcance de esas políticas de construcción de consentimiento del régimen franquista. Para ello se ponen en valor las pequeñas acciones de resistencia cotidiana, muchas veces de carácter simbólico, que fueron capaces de activar los hombres y mujeres del agro andaluz, ya fuera para mejorar o preservar sus condiciones materiales de vida (capítulo 3), ya para defender sus ideales o sus tradiciones culturales (capítulo 4).
Aunque la estructura del libro, dividido en dos partes con sus correspondientes capítulos, pueda dar la impresión de que asume la existencia de compartimentos estancos en lo referente a las actitudes sociales, lo cierto es que responde a razones de organización, claridad expositiva y, sobre todo, a la propia naturaleza de las fuentes manejadas. La mayor parte de la documentación oficial generada por la Administración franquista ofrece un color homogéneo en cuanto a las actitudes sociales que muestra, ya sea el negro de las disidencias, ya el blanco de las adhesiones. Así, por ejemplo, los expedientes judiciales que castigaban a los autores de alguna falta o delito nos ilustran acerca de las resistencias cotidianas, pero nos dicen muy poco o nada sobre los consentimientos.
Sin embargo, y como es lógico, en la realidad cotidiana no se dio semejante fragmentación entre bloques, sino que las fronteras entre las diferentes actitudes sociopolíticas fueron la mayoría de las veces difusas. A menudo un mismo individuo estuvo en ambas zonas cromáticas en distintos momentos y respecto a diferentes políticas. Con frecuencia las personas que criticaban el desabastecimiento en los años cuarenta o la política de repoblación forestal eran las mismas que se beneficiaron de una vivienda ultrabarata al inaugurar la década de los sesenta. En consecuencia, difícilmente se pueden llegar a percibir los matices de las actitudes sociopolíticas si no se tienen en cuenta las diversas facetas de la vida de cada individuo más allá de su interacción puntual con una determinada administración. Las voces de los hombres y mujeres de a pie que, como Encarnación Lora, vivieron bajo la dictadura franquista, vienen a recordarnos la complejidad y los grises de la cotidianeidad que rara vez reflejan los documentos oficiales. Sus testimonios aparecen transversalmente a lo largo de todos los capítulos.
1 Ágnes Heller: Historia y vida cotidiana, Barcelona, 1972, p. 42.
2 Franco Ferrarotti: La historia y lo cotidiano, Barcelona, Península, 1991, p. 13.
3 Charles Seignobos: Histoire sincère de la nation française [Historia sincera de la nación francesa], París, 1933, p. XI.
4 Alf Lüdtke y William Templer: The History of everyday life: reconstructing historical experiences and ways of life, Princeton N. J., Princeton University Press, 1995; y, más recientemente, Alf Lüdtke: «Introductory notes», en Alf Lüdtke (ed.): Everyday Life in Mass Dictatorship. Collusion and evasion, Nueva York, Palgrave Macmillan, 2016, pp. 4-5. Al respecto, véase también Geoff Eley: «Labor History, Social History, Alltagsgeschichte: Experience, Culture and the Politics of Everyday. A New Direction for German Social History?», The Journal of Modern History, 61(2), 1989, pp. 297-343.
5 Georges Duby y Philippe Ariès: Historia de la vida privada. Volumen 5. De la Primera Guerra Mundial a nuestros días, Madrid, Taurus, 2001 (1987).
6 Para el caso de la Italia fascista, véase Richard J. Bosworth: «Everyday mussolinism: friends, family, locality and violence in fascist Italy», Contemporary European History, 14, 1, 2005, pp. 23-43; Kate Ferris: Everyday Life in Fascist Venice, 1929-1940, Nueva York, Palgrave Macmillan, 2012; Joshua Arthurs, Michael Ebner y Kate Ferris (eds.): The Politics of Everyday Life in Fascist Italy. Outside the State?, Nueva York, Palgrave Macmillan, 2017. En el caso de la Alemania nazi, uno de los trabajos pioneros fue el de Detlev Peukert: Inside Nazi Germany. Conformity, Opposition, and Racism in Everyday Life, Londres, Batsford, 1987 (1982). A este le han seguido otros como Paul Steege: Black market, Cold War: everyday life in Berlin, 1946-1949, Cambridge, Cambridge University Press, 2007; o Elisa Mäilander Koslov et al.: «Forum. Everyday life in nazi Germany», German History, 27/4, 2009, pp. 560-579. Para la Francia de Vichy destaca Robert Gildea: Marianne in chains. Daily life in the heart of France during the German occupation, Nueva York, Picador, 2004. Y para la Rusia estalinista resultan paradigmáticos los studios de Sheila Fitzpatrick: Everyday Stalinism: ordinary life in extraordinary times: Soviet Rusia in the 1930s, Nueva York, Oxford University Press, 1999, y Orlando Figes: The Whisperers: Private Life in Stalin’s Russia, Londres, Allen Lane, 2007.
7 Kim Yong-Woo: «From Consensus Studies to History of Subjectivity. Some Considerations on Recent Historiography on Italian Fascism», Totalitarian Movements and Political Religions, 10(3-4), 2009, pp. 327-337 (esp. p. 328).
8 Renzo De Felice: Mussolini il duce. Gli anni del consenso (1939-1936), Turín, Giulio Einaudi, 1974, pp. 55-56. Entre quienes criticaron los postulados de De Felice se hallan Nicola Tranfaglia: «Sul regime fascista negli anni trenta», en Nicola Tranfaglia (ed.): Fascismo e capitalismo, Milán, Feltrinelli, 1976, pp. 173-204; Guido Quazza: Resistenza e Storia d’Italia. Problemi e ipotesi di ricerca, Milán, Feltrinelli, 1976, pp. 70-104; o Luciano Casali: «E se fosse dissenso di masa? Elementi per un analisi della «conflittualita» politica», Italia contemporánea, 144, 1988, pp. 101-116. Y entre quienes siguieron los planteamientos de De Felice, Alberto Aquarone: «Violenza e consenso nel fascismo italiano», Storia Contemporanea, 10(1), 1979, pp. 145-155. Otros trabajos pioneros en el estudio de las actitudes sociales bajo el fascismo italiano que señalaron ya el poder de atracción que pudo haber ejercido la dictadura sobre la población fueron: Susan Sontag: Under de Sign of Saturn, Nueva York, Random House, 1980 (1972), pp. 73-108, en el que aparecía la expresión «fascinating fascism»; Philip V. Cannistraro: La fabbrica del consenso. Fascismo e mass media, Roma-Bari, Laterza, 1975, o Victoria De Grazia: Consenso e cultura di massa nell’Italia fascista, Roma-Bari, Laterza, 1981.
9 Luisa Passerini: Torino operaia e fascismo. Una storia orale, Roma-Bari, Laterza, 1984.
10 Philippe Burrin: «Politique et société: les structures du pouvoir dans l’Italie fasciste et l’Allemagne nazie», Annales. Économies, Sociétés, Civilisations, 3, 1988, pp. 615-637 (esp. pp.