Ahora bien, todo este proceso de privatización lleva implícito, por acción o por omisión, un proceso de regulación. No obstante, la regulación no es unívoca y en ello también hay un cambio. No solo se trata de la diferencia entre la regulación estatal y la autorregulación del mercado, sino que la regulación estatal tiene dos vertientes: aquella en la que el Estado solo funge como árbitro entre los agentes económicos y aquella en la que el Estado interviene como agente económico en la oferta de bienes y servicios. En la década de los sesenta, el Estado era un regulador del segundo tipo, pues Inravisión cumplía todas las funciones en cuanto a la propiedad, la administración, la prestación del servicio y la programación de televisión.
Con la CNTV se pretendió sustraer la regulación de la televisión de la influencia simultánea de las fuerzas políticas y de los grupos económicos, como si fuera posible una regulación no política de una institución. Sin embargo, esta pretensión se vio frustrada por la cooptación de la Comisión por los poderes combinados de la fuerza política, representada en la Presidencia de la República, y los grupos económicos, que lograron la privatización y luego cooptaron a los miembros de la Comisión, para dejarlos prácticamente sin regulación.
Por su parte, con la ANTV estas funciones de regulación se diluyen, debido a que la regulación se ejerce desde diferentes agencias: la Superintendencia de Sociedades vigila especialmente el cumplimiento de los contratos con los usuarios, es decir, regula el negocio; la Comisión de Regulación de Comunicaciones vigila el cumplimiento en la prestación del servicio en los aspectos técnicos; y la ANTV supuestamente vigila los contenidos y las franjas de programación, pero como este asunto está liberado a la autonomía de los canales, prácticamente no tiene nada que regular. La Agencia se limita, entonces, a garantizar las concesiones y a que el espectro electromagnético quede a disposición de los operadores privados, pues la RTVC —antes Radio Televisión Nacional de Colombia; ahora Sistema de Medios Públicos de Colombia— no es financieramente una competencia para los canales privados.
La regulación pasa, pues, por tres etapas: la del Estado, que interviene a través de Inravisión; la de la sociedad civil, a través de la CNTV; y la del mercado, en la que el Estado pretende ser solo un árbitro, a través de la ANTV.
Conclusión: la Ley de TIC y las empresas infocomunicacionales
Dijimos que la novedad en la actualidad es que DirecTV pasa a ser la primera empresa de medios en el ranking de las mil empresas colombianas más grandes por ventas. Pero esta posición se debe a que, en principio, esta funge como una empresa de medios, que luego pasa a ser una empresa infocomunicacional. Si la comparamos con las demás del mismo sector, pero que son originalmente de telecomunicaciones, entonces su rango es de los más bajos.
En efecto, en un trabajo anterior habíamos recogido una clasificación de 2002 en la que se establece la siguiente jerarquía entre los subsectores que componen el sector infocomunicacional: telecomunicaciones, industrias culturales (de contenido), informática e internet y los sectores intermedios entre ellos (Narváez, 2013). Señalábamos que esta jerarquía “se basa en su importancia económica y política. Entre la infraestructura y la producción de contenido se debaten las jerarquías en Colombia, es decir, se decide cuál es el sector más rentable y, por tanto, de mayor acumulación” (p. 52), lo cual constituye parte del régimen de acumulación.
Igualmente, hacíamos la diferencia en cuanto a las empresas que la Superintendencia de Sociedades registraba como de televisión, precisando que había por lo menos tres clases: a) programadoras, productoras y difusoras, los típicos canales privados y las programadoras concesionarias de espacios; b) productoras, lo que quedó de las antiguas programadoras que no tienen concesión de espacio; y c) difusoras, las típicas proveedoras de televisión cerrada (Narváez, 2013, p. 54). En primer lugar, entre estas últimas aparece DirecTV, pero la primera entre todas las de medios era RCN Televisión.
Con todo, al comparar el volumen de ventas y la rentabilidad de las empresas de medios con las de las empresas de telecomunicaciones, las diferencias eran abismales, como lo siguen siendo ahora. En efecto, DirecTV dejó de ser solo una empresa de televisión cerrada y por demanda y pasó a ofrecer servicios de internet e incluso de telefonía móvil, con lo que se fue convirtiendo en una empresa infocomunicacional y llegó a ocupar el puesto 143 entre las mil empresas más grandes de Colombia, con ventas de más de un billón de pesos colombianos en 2018. De esta manera, desplazó a Caracol TV, que fue la primera hasta el año 2017, ahora relegada al puesto 174, con ventas apenas superiores a 798 000 millones en 2018 (“Las 100 empresas”, 2019) (tabla 2).
Tabla 2. Empresas infocomunicacionales (proveedoras de contenido)
Ubicación | Empresa | Ventas (millones de pesos) |
35 | Claro Fijo | 3 753 099 |
687 | Telefónica | 2 056 000 |
143 | DirecTV* | 1 069 240 |
194 | Caracol TV | 798 079 |
293 | Cine Colombia | 531 664 |
433 | RCN Televisión | 347 111 |
443 | Casa Editorial El Tiempo | 339 836 |
706 | Caracol Radio | 197 989 |
708 | Cinemark Colombia | 197 426 |
810 | RCN Radio | 171 340 |
Total | 7 668 385 |
* Sin incluir el canal Win Sports.
Fuente: elaboración propia con base en el artículo “Las 100 empresas” (2019).
En comparación con la tabla 2, el grueso de los servicios infocomunicacionales proviene de las empresas clasificadas como de telecomunicaciones, las cuales ocupan el siguiente orden en el ranking de 2018 (tabla 3):
Tabla 3. Empresas de telecomunicaciones (telefonía móvil)
Puesto 2018 | Empresa | Ventas (millones de pesos) |
10 | Claro Móvil | 8 305 180 |
19 | Telefónica Movistar* | 3 060 000 |
24 | Une-epm-Telco | 4 810 880 |
Total | 15 176 067 |
* Sin telefonía fija y sus servicios agregados.
Fuente: elaboración propia con base en el artículo “Las 100 empresas” (2019).
La tabla 3 sugiere que estamos viviendo un periodo de transición significativo en cuanto a la consolidación de eso que se ha llamado sector infocomunicacional. Esto es, la fusión entre infraestructura de telecomunicaciones y transmisión de contenidos producidos por la industria cultural, tal como la definimos en los apartados anteriores.
En efecto, en la tabla 3 solo aparecen las empresas cuyo negocio es decididamente el de telecomunicaciones, pero con poca relación con la industria cultural y, como es lógico, están dedicadas a la transmisión móvil, por lo que su interés es el espectro. En cambio, en el segundo grupo (tabla