Nos parece oportuno hacer notar que Duns Escoto no toma el caso eucarístico como una excepción en la cual aparecen accidentes ‘absolutos’ y para la cual se requiere una explicación ad hoc. Por el contrario, como lo expresa G. Pini “[Escoto] toma esta supuesta excepción como un caso que revela algo acerca de la estructura profunda de la realidad. En el curso normal de los acontecimientos, esta estructura profunda permanece oculta, ya que los accidentes usualmente inhieren en sus sujetos. Pero el hecho de que un accidente pueda existir sin inherir en una substancia, indica que tal accidente es por sí mismo una esencia absoluta y que la inherencia no es constitutiva de él.”112 Es interesante ver el esfuerzo que el Doctor Sutil hace para explicar que los accidentes absolutos son esencias independientes de sus sujetos, pero, más aún, que esto no se reduce a una argumentación teológica que contempla la actividad sobrenatural interviniendo en el curso específico de la naturaleza. Se puede ver aquí una muestra muy clara de la actitud que Escoto presenta hacia la física, su objetivo es buscar una explicación comprensiva global, es decir, que los hechos usualmente llamados sobrenaturales puedan ser incorporados en una argumentación filosófica sólida, y para ellos se sirve del campo de la posibilidad para mostrar que lo ‘natural’ es equiparable a lo que entendemos como ‘regular’, pero esto no implica una necesidad absoluta sino que la estructura del mundo físico está abierta a otros modos de existencia o actuación que no son regulares aunque sí posibles, por ello la contingencia es un elemento configurador esencial desde el cual hay que estudiar la física que propone Duns Escoto. No podemos dejar de citar el estudio de C. Bolyard113, donde recoge algunos casos especiales del mundo natural, en los cuales el Doctor Sutil encuentra accidentes que continúan existiendo aunque el sujeto cambie, lo que mostraría que la independencia actual de los accidentes absolutos no es un efecto meramente sobrenatural sino que incluso se encuentran en instancias naturales, particularmente entorno a la propagación del sonido y la luz.
Luego de una cuidadosa fundamentación de la independencia de los accidentes absolutos, el problema que encuentra Escoto es el de justificar cómo se realiza la unión accidental de la substancia con la cantidad y cualidad, ya que la inherencia parece tomarse como algo accidental a esas categorías. Se formulan en concreto dos cuestiones, que F. Amerini presenta de la siguiente manera, “por un lado, si la inherencia se quita de la esencia del accidente, debe [ella] ser un accidente. Pero en tal caso, la inherencia requiere de otra inherencia en orden a inherir en un accidente. Por otro lado, si a no es parte de la esencia de b, entonces a puede ser lógicamente separado de b. Pero, si a no puede ser lógicamente separado de b, entonces a debe ser parte de la esencia de b. Este es exactamente el caso con la inherencia potencial o aptitudinal.”114 El primer problema parte de considerar la inherencia como un accidente relacional que no pertenece a la esencia de los accidentes absolutos, de tal manera que ellos requieren de la inherencia como un elemento tercero para unirse a la substancia. Ahora bien, la unión entre los accidentes absolutos y la inherencia requeriría, a su vez, de otra inherencia, que describe la relación entre ambos y así se daría un regreso al infinito. El segundo problema apunta a responder si la ‘inherencia aptitudinal’ es parte de la esencia del accidente, y en tal caso debemos reemplazar las letras que propone el autor según ‘a’ corresponde a la posibilidad de inherir y ‘b’ a los accidentes absolutos. La dificultad radica en que Escoto afirma que la inherencia aptitudinal no es parte de la esencia de los accidentes pero que ella no puede ser removida sin contradicción.
Sobre el regreso al infinito de la inherencia, Escoto responde que “sobre aquella inherencia, por la cual la inherencia inhiere en la blancura, - digo que es igual a la inherencia de la blancura.”115 Con esto quiere decir que, en aquellos casos en los que un accidente absoluto se encuentra actualmente inhiriendo en una substancia, no hay una distinción real entre la inherencia del accidente en la substancia (=inherencia1) y la inherencia de la inherencia que posee actualmente dicho accidente (=inherencia2), puesto que no son realmente separables. Comenta R. Pasnau que “la razón de Escoto para distinguir la inherencia1 del accidente, fue que el accidente y el sujeto pueden existir sin la inherencia1. Por lo tanto, razonó, la inherencia debe ser una tercera cosa. En el caso presente, sin embargo, Escoto piensa que es una contradicción absoluta tener la inherencia1 sin la inherencia2.”116 La idea que está detrás de este razonamiento es que la inherencia2 funciona como fundamento de la inherencia1, y en la medida en que no exista la inherencia2 no habría sujeto en el cual la inherencia1 inhiera, por lo que sería contradictoria su existencia, y esto indica que no son realmente distintas. En conclusión, hay que detenerse en la inherencia2, salvando así la multiplicación infinita de inherencias.
De todo lo anterior queda claro que la ‘inherencia actual’ no forma parte de la esencia del accidente, es contingente, pero resta indagar sobre la ‘inherencia aptitudinal’. El Doctor Sutil muestra un particular modo de entender tal ‘aptitud’ en los accidentes absolutos, que no es del todo comparable con la de otros pensadores, para quienes dicha propiedad indica una tendencia natural positiva de los accidentes a inherir en la substancia, salvo que sea obstruida por la omnipotencia divina. En el caso de Escoto, señala más bien la compatibilidad117 que la naturaleza de los accidentes posee para inherir, algo que es posible siempre que Dios lo quiera de tal manera, ya sea porque actúe directamente, o dando lugar al curso propio de las causalidades segundas. Una vez más, vemos cómo la doctrina de Escoto se mueve en el ámbito de la posibilidad, algo que iremos dilucidando en los siguientes capítulos a partir de la incidencia de la voluntad divina en la configuración del mundo físico.
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