Vida campesina en el Magdalena Grande. Fabio Silva Vallejo. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Fabio Silva Vallejo
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Социология
Год издания: 0
isbn: 9789587463484
Скачать книгу
sector agroindustrial de la Zona Bananera (Zúñiga, 2004). Este impuesto también le fue cobrado a los dueños de grandes fincas cafeteras, mientras a los pequeños productores de café y comerciantes se les pedía que colaboraran con alimentación, botas, machetes y el reclutamiento de sus hijos para el grupo. El no pago de los impuestos por parte de los dueños de las grandes fincas y la no colaboración de los pequeños productores hicieron que los milicianos arremetieran drásticamente contra ellos; todo lo anterior produjo inconformidad en los comerciantes, los pequeños caficultores y grandes finqueros y esto hizo que muchos abandonaran la zona:

      El problema de la guerrilla por aquí no es ni el mismo jefe de la guerrilla, sino que ellos como andaban por ahí cogían un personal, decían “vamos a poner a una persona encargada de esta región” que fueran como miliciano. Esa gente llegaba y maltrataba mucha gente, gente inocente, gente buena… la finca… esto era una región de fincas grandes, aquí no faltaba trabajo, por ejemplo, nosotros tenemos una finca pequeña y en una cosecha de café manteníamos 20 trabajadores, una cosecha en dos, tres meses, finca para arriba eso era una cosa muy bonita, inmensa, el trabajo que había, pero ya [...] esa guerrilla comenzó a extorsionar a las fincas grandes, sobre todo a las fincas grandes, con comida, con las cosas, y ya a la gente no le daba… mucha gente se fueron, dejaban esas fincas ahí abandonadas y se perdió mucha fuente de trabajo aquí por eso [...]. Una finca como Platanal, que era de los Noguera, Dangond, de los Vives, los Fernández de Castro, que eran unas fincas grandes, eso aquí había mucha gente que trabajaba en esa vaina, entonces toda esa gente se fueron y esas fincas quedaron ahí y muchas de esas fincas las ha comprado el Estado, el INCODER las ha repartido, las han parcelado, y esto quedó muy malo (Entrevista citada en Ortiz, 2017, p. 24).

      Las personas que no pagaban el impuesto y no tenían para darle la colaboración a la guerrilla de las FARC eran secuestradas. Era tanto el temor que muchos finqueros dejaron de ir a las fincas. Unos optaron por venderlas y otros las dejaron al cuidado de sus trabajadores (Grajales, 2015). En su afán por controlar el poder local de la zona, la guerrilla de las FARC comenzó a intimidar, secuestrar, atentar y asesinar a políticos locales que, supuestamente, tenían delitos de corrupción o apoyaban a grupos paramilitares. Ese método de guerra lo tuvieron que sufrir el alcalde y los concejales del municipio de Ciénaga. Para el año de 1994 fueron asesinados tres concejales en el municipio de Ciénaga: Lázaro Serrano, Próspero Meriño y Alfonso Maiguel Guerrero; en ese mismo año se realizó un atentado contra el alcalde de Ciénaga, Víctor Dangond; por último, se cometió el homicidio de Wilfrido Vives, un dirigente político sobrino del senador Edgardo Vives (El Tiempo, 1994).

      Cuatro de estas víctimas pertenecían al Partido Liberal y una era militante de la Unión Patriótica. La arremetida contra el poder local, las emboscadas a patrullas militares, la toma de poblaciones y el ataque a los puestos de policía habían convertido a la guerrilla de las FARC en un actor con estatus de beligerancia, pues era el único que se mostraba con verdadero poder en el departamento del Magdalena. Con la llegada de los paramilitares de las ACCU las reglas de poder se desequilibraron y las FARC tuvieron que enfrentarlos en su propio territorio. Es tanto que, para demostrar que no estaban acabadas militarmente, decidieron atacar, en el año 2000, a Hernán Giraldo Serna, el comandante de las autodefensas campesinas del Magdalena y La Guajira (ACMG). El grupo guerrillero se dirigió hasta la vereda Quebrada el Sol, donde quemó la finca Playa Linda y se robó el ganado. En esa misma incursión asesinaron a tres trabajadores de la finca y emboscaron a Hernán Giraldo:

      Por allá se metió la[s] FARC a eso de las cinco de la mañana, rodearon la finca Playa Linda, que es del patrón, cogieron a los tres trabajadores que estaban en la finca y los mataron. A la hija del patrón, no sé si fue a Gladys o Amparo, la amarraron, pero no se metieron con ella. La guerrilla fue a los corrales de la finca y se llevó el ganado, esas vacas eran finas, lo que uno llama “productoras de leche”. Cuando sacaron el ganado, quemaron la finca. Al patrón le avisaron que la guerrilla se le había metido a la finca y salió para allá. Cuando iba llegando a Quebrada el Sol, la guerrilla lo emboscó y se salvó de vaina. Al que mataron fue al conductor. Cuando la gente del patrón llegó a Quebrada el Sol la guerrilla seguía en los alrededores y se dieron unos combates. No sé quién llamó el avión fantasma, pero de esa forma fue que la guerrilla se pudo ir (J. Sánchez, comunicación personal, febrero del 2020).

      Apenas terminaron los enfrentamientos, las FARC trasladaron el ganado hacia el corregimiento de Siberia y lo distribuyeron en diferentes veredas. Algunos campesinos del corregimiento de Siberia recuerdan que alias “Ciro” hacía reuniones los fines de semana, mataba vacas y distribuía la carne entre los campesinos como política social del grupo. Algunos campesinos veían “normal” que las guerrillas los apoyaran; otros, lo veían como un mal, porque serían víctimas de los paramilitares o del ejército el día en que estos entraran al corregimiento y los tratarían como auxiliadores y apoyadores de la guerrilla. Ese fue el estigma con el que tuvieron que convivir los campesinos.

      Autodefensas de los Rojas

      Desde la década de los ochenta existieron, en el departamento del Magdalena, tres grupos de autodefensas o paramilitares (Zúñiga, 2004), dos de los cuales operaban en la Sierra Nevada de Santa Marta: la unión de antiguos marimberos, quienes se aliaron para controlar los cultivos de coca y su derivado (la cocaína), entre los que se encuentran Hernán Giraldo, quien conformó las autodefensas del Mamey, el grupo de autodefensas de Palmor, conformado por Adán Rojas, y el grupo de José María Barrera, quien conformó el grupo de autodefensas los Cheperos. Las autodefensas del Mamey controlaron la parte norte de la Sierra Nevada de Santa Marta, mientras las autodefensas de Adán Rojas ejercían control sobre la parte occidental. Las autodefensas del Mamey se dedicaron a controlar el negocio del narcotráfico en la producción, el procesamiento y la distribución.

      Las autodefensas de Palmor se dedicaron a hacer trabajo de sicariato para los grandes cultivadores de banano y palma. Este grupo armado era contratado para asesinar sindicalistas y dirigentes de la Unión Patriótica. Desde el momento en que se crearon, los dos grupos armados compartieron sus espacios debido a que Hernán Giraldo y Adán Rojas eran amigos desde la época de la bonanza marimbera. Para finales de los años setenta se crean las primeras autodefensas en Palmor, llamadas la Defensa Civil (Molano, 1988). Cuando la guerrilla hace su aparición en el año de 1982 los primeros que le hacen la contraposición son los integrantes de la Defensa Civil. Para el año de 1983 los conflictos entre la guerrilla y la Defensa Civil se tensionaron y continuó el enfrentamiento armado entre los dos grupos:

      después vinieron los de la guerrilla y comenzaron a darle a los paras, por ejemplo, que hubo gente, a mí me mataron a un cuñado, y empezó la guerrilla a dar clavija a los paras, yo recuerdo que mataron a un señor que era familia de los Rojas, lo mataron por allá, mataron a otro ahí, ahí en la vuelta más acá donde una señora, mataron a un señor Martínez, el hijo del señor se metió debajo del carro y se les voló, y el señor sí lo mataron […], lo llevaban al río y mataron a Néstor Villamil, otro paramilitar, cuando lo mataron a él, y mataron a otro en el río. Entonces ellos se fueron, pero quedó la guerrilla aquí, pero bueno, nosotros teníamos una bendición de Dios, ese tipo, porque por ejemplo ahí uno encontraba gente del pueblo y no porque quería, sino porque los obligaban a ir, y por allá llegaba el uno, el otro con la botella de brandy, gallinas al hombro y así, y a mí nunca me pidieron ni una panela gracias a Dios (Entrevista citada en Alfonso, 2017, p. 115).

      La guerrilla no solo arremetió contra los socios de la Defensa Civil, sino que fue por el cabecilla Adán Rojas. La orden que le dio la guerrilla fue que tenían que desalojar las fincas y abandonar la vereda. Adán Rojas, sus hijos y sobrinos se dispusieron a enfrentar a la guerrilla, pero “la guerra con el ELN comenzó muy pronto, le quemaron las casas de sus fincas San Martín y Santa Gertrudis, y se le llevaron cientos de reses. Sin embargo, aguantaron” (Verdad Abierta, 2009, p. 7). La guerrilla tomó el control del pueblo y expulsó al grupo de los Rojas de Palmor en el año de 1983. Adán Rojas y su familia se trasladaron a San José Kennedy, en la Zona Bananera. En ese corregimiento el grupo armado instaló su base de operaciones y comenzó a hacer trabajos de sicariato para los grandes finqueros, con asesinatos sistemáticos contra los trabajadores bananeros afiliados