Creo sea la frase más feliz que yo haya podido labrar en mi vida.27
A mediados de 1916, Luis Tejada exhibía las más altas notas en la mayoría de las materias. El 15 de julio de ese año alcanzó a ser nominado en uno de los grupos para presentar exámenes de grado en instrucción cívica, historia patria, retórica, álgebra y pedagogía. Pero, el mismo día en que se dictó la resolución sobre distribución de materias y de alumnos, el Consejo Directivo de la Escuela Normal determinó expulsar a Luis Tejada y tres estudiantes más. Así decía la resolución:
El Consejo Directivo de la Escuela Normal de Institutores de Antioquia, para dar cumplimiento a la Resolución 31 de 1915 y vistos los cuadros de calificación presentados por los superiores de la Escuela,
Resuelve:
Declárase a los alumnos: Arturo Eusse, Roberto Escobar, Luis C. Tejada y Francisco Zapata retirados de la Escuela por no haber llenado la condición requerida en la Resolución dada para presentarse a exámenes de grado.28
Según la resolución citada por el Consejo Directivo, los estudiantes que no alcanzaran entre cuatro y cinco en la calificación de conducta no podían presentar exámenes de grado, y ese fue el caso de Tejada y sus compañeros.29 Todavía hoy, un fallido intento de biografía de Luis Tejada reproduce la leyenda acerca de una desconocida tesis titulada Métodos modernos.30 Consultados el archivo y el reglamento de la Escuela Normal, tal tesis escrita por Tejada no debió existir. En aquella época se exigía la sustentación oral en un grupo de materias previamente asignadas. Hay que admitir que, en vez de la supuesta tesis de grado, influyó en la expulsión de los cuatro estudiantes la declaración de los celadores de la Escuela, según dice al final de la citada resolución de expulsión: “En el curso del debate relativo a la anterior resolución, fueron llamados los celadores y el señor director de la Escuela Anexa, con el fin de dar su opinión al respecto, la cual fue la misma consignada en la resolución”.31
La expulsión de Tejada y sus amigos ocupó a la prensa de Medellín, sobre todo a la revista Colombia, desde donde Pedro Pablo Betancur asumió la defensa de los estudiantes, especialmente de su protegido, e indagó acerca de las causas de la expulsión. En su averiguación, el maestro logró saber que los estudiantes fueron retirados “porque han leído libros prohibidos y por ello están pervertidos en ideas”.32 Con la expulsión de la Escuela Normal terminó un capítulo de la vida de Luis Tejada. No le importó que no recibiera diploma: “Lo que sé, lo sé sin diploma o con él”.33 Quizá frustró las expectativas de su familia, a la que le dirigió cartas consoladoras; pero al mismo tiempo pudo descubrir su verdadera misión. Pronto tuvo claro que no deseaba reproducir valores y conceptos que no compartía; al contrario, parecía disfrutar cuestionándolos. Por eso decía en la carta a sus padres estas palabras desafiantes: “A mí me gusta más atacar y destruir que medrar a la sombra de un edificio manco y carcomido. Veremos. Triunfan los demoledores o triunfan los murciélagos y las cucarachas [...]. Esperemos. Yo me abrazo a mi porvenir y a mi esperanza”.34 Ese porvenir es la materia de los próximos capítulos.
1 En la parroquia San Antonio de Padua, de Barbosa, se encuentra el registro de bautismo, que a la letra dice: “En la iglesia parroquial de Barbosa, a diez y seis de febrero de mil ochocientos noventa y ocho, yo, el cura interino que suscribo, bauticé solemnemente a un niño de nueve días de nacido, a quien nombré Luis Carlos, hijo legítimo de Benjamín Tejada e Isabel Cano, vecinos de esta parroquia”.
2 Recién ocurrida la muerte de Tejada, aparecieron varias semblanzas biográficas. Acogemos una publicada por El Espectador el 19 de octubre de 1924 y adjudicable a la dirección de ese periódico. Los demás hermanos de Tejada fueron, en su orden, María, Benjamín, Isabel, Ligia, Sofía, Ricardo, Margarita, Óscar, Arturo y Clara Luz.
3 Preferimos la grafía Córdoba y no Córdova. Acerca de la relación del general Córdoba con los orígenes del Partido Liberal colombiano, véanse la introducción de Gerardo Molina a su libro Las ideas liberales en Colombia y la biografía escrita por Pilar Moreno de Ángel, José María Córdova, Kelly, Bogotá, 1977, p. 526.
4 El periódico Patria de Córdoba lo fundó el señor Benjamín Tejada junto con su primo José J. Rojas Tejada, y existió entre 1898 y 1899.
5 En un discurso en la ciudad de Pereira, Benjamín Tejada nos cuenta que fundó las sociedades vicentinas de Barbosa y Girardota; perteneció a las de Rionegro, Yarumal, Medellín y Pereira; en Bien Social, Pereira, julio 26 de 1917.
6 En su Historia de Pereira, Jaime Jaramillo Uribe dice: “María Rojas Tejada introdujo los jardines infantiles a la manera de Fröbel y los principios de la escuela nueva [...]. En 1916 fundó, con Concha Gutiérrez, María Tejada Cano, Lola Gaviria y Edith Drews, la primera revista femenina de la ciudad. Se llamó Femeninas”. Club Rotario, Pereira, 1963, pp. 396-401.
7 Aline Helg, en su obra La educación en Colombia, nos permite comprender que, durante los primeros decenios del siglo xx, los esfuerzos pedagógicos modernizadores de algunas familias liberales iban en contravía de la restauración de los patrones culturales provenientes de la Iglesia católica. Ver Civiliser le peuple et former les élites. L’education en Colombie, L’Harmattan, París, 1984.
8 María Rojas Tejada viajó en varias ocasiones a Estados Unidos para especializarse en educación infantil e incentivó a sus amigas del centro femenino de Pereira para que hicieran lo mismo. Según Gustavo Angulo Mira, en su Monografía de Yarumal (1987), los Tejada solían hacer pedidos de libros a Francia, Inglaterra y Estados Unidos.
9 Un libro como El pensamiento colombiano en el siglo xix, de Jaime Jaramillo Uribe, resulta muy útil para aproximarse al tipo de preocupaciones intelectuales de una familia liberal antioqueña de fines del siglo pasado. Algo semejante puede decirse del libro de Ignacio Torres Giraldo titulado María Cano: apostolado revolucionario. Muchos ensayos de Baldomero Sanín Cano y la Historia de una alma, de José María Samper, son textos imprescindibles para reconstruir el ambiente intelectual que precedió a Luis Tejada. Las palabras de la tía Rurra son según el testimonio de Óscar Tejada Cano, oc, iii, anexos.
10 Para Benjamín Tejada Córdoba, la conciliación política era una de las necesidades más inmediatas después de la guerra de los Mil Días, y el único combate que le interesaba era aquel contra “el ruinoso vicio del alcohol”, que impedía mayor eficacia en el trabajo. Véase “Las grandes necesidades”, Antioquia Industrial, Medellín, marzo 31 de 1906.
11 “Allá, en la provincia lejana, aprendimos a leer en crítico, como quería Emilio Faguet, y devoramos varias bibliotecas de nuestros padres”. Horacio Franco, “Luis Tejada o la sencillez apostólica”, El Espectador, Bogotá, mayo 1 de 1955.
12 Fraternidad Docente, Yarumal, marzo 25 de 1912.
13 El clero católico tenía a todas las novelas por lecturas peligrosas que causaban daño a la fe y a las buenas costumbres. Véanse las descripciones sobre los medios para combatir la “prensa mala”, resolución de 1913 contenida en Conferencias episcopales de Colombia, desde 1908 hasta 1930, Imprenta del Colegio de Jesús, Bogotá, 1931,