Con un libro, si no han entendido algo, pueden volver la página y leerla de nuevo. Pero no es posible regresar lo que hablo. Lo que se dejó pasar se perdió. El conocimiento de lo que se dijo se pierde para siempre; si se pierde, no puede ser repetido. Esto mantiene su atención en el punto más alto. Ayuda a mantener su conciencia en alerta máxima. Cuando leen en el ocio, no hay daño si algo se pierde, lo pueden leer otra vez. Con un libro, el entendimiento es menor y se incrementa la necesidad de repetición. En la medida que decrece la atención, el entendimiento también decrece.
Por tanto, no es por falta de razón que Buda, Mahavira, y Jesús, todos, escogieron el discurso como el medio para transmitir su mensaje. Ellos pudieron haber escrito, pero escogieron este método. Lo hicieron por dos razones: una, porque la palabra hablada es un medio que abarca todo; más se puede decir. Hay muchas cosas adheridas a las palabras que se pierden en la escritura.
Si piensan en esto, notarán que las novelas perdieron importancia el día que empezaron las películas. Esto se debe a que las películas hacen que las cosas cobren vida. ¿Quién leería una novela? Es una cosa muerta. La novela no puede vivir mucho tiempo. Podría volverse un arte perdido debido a que ahora tenemos medios que están más vivos, lo que McLuhan llama medios “calientes”. La televisión y las películas son medios vivos, medios “calientes”. Hay calor en su sangre.
Pero la palabra escrita es un medio frío, muerto y frío. En él no hay vida; no fluye la sangre. Hasta su teléfono será obsoleto tan pronto como aparezca la fonovisión, tal como el radio se volvió obsoleto con la llegada de la televisión. El radio se ha vuelto un medio comparativamente frío, mientras que la televisión es un medio caliente. Y para mí, hablar es un medio caliente; en él hay calor y sangre.
Hasta aquí no hemos podido encontrar suficientes formas de enfatizar más sobre las palabras que son escritas. Si quiero enfatizar algo mientras hablo, puedo hablar un poco más fuerte. Puedo cambiar los matices de mi voz, su ritmo; entonces se dirige un énfasis. Pero no hay forma de hacer esto en las palabras de un libro. Las palabras sólo están muertas. En un libro, la palabra amor es amor, ya sea que esté escrita por una persona que esté haciendo el amor, o por alguien que no lo esté haciendo, o por alguien que vive enamorado, o por alguien que no sabe lo que es el amor. No hay matices, ni ritmo, ni ondas, ni vibraciones. Está muerto.
Cuando Jesús dice la palabra plegaria, su significado no es el mismo que cuando otra persona escribe la misma palabra en un libro. Toda la vida de Jesús es una plegaria, desde el principio hasta el fin. Cada partícula de él es una plegaria; cada pulgada de su cuerpo está llena de ella. Entonces, lo que Jesús transmite cuando dice la palabra plegaria es muy diferente a lo que transmite la palabra en un diccionario.
Siempre que uno habla, inmediatamente se crea una especie de afinación, un tomar contacto con el escucha. El alma del orador se aproxima pronto a la del escucha. Se abren las puertas; las defensas del escucha empiezan a ceder.
Cuando están escuchando, si tienen una atención completa, tienen que parar sus pensamientos. Entre más atentos estén mientras escuchan, menos pensarán. Se abren sus puertas, se vuelven más receptivos al otro. Ahora algo puede entrar directamente sin ser entorpecido, ustedes y el orador se llegan a conocer el uno al otro. Y en un sentido muy profundo, se establece una relación armoniosa. El discurso llega sin nada; sin embargo, hace un eco profundo en el escucha.
No se puede establecer una relación como ésta cuando uno está leyendo, porque el escritor está ausente. Cuando están leyendo, si no entienden algo, automáticamente tienen que hacer un intento para entenderlo. Pero cuando escuchan, entenderán sin ningún esfuerzo.
Si están leyendo un libro basado en un discurso mío que ha sido transcrito literalmente, entonces, olvidarán que están leyendo, porque me conocen. Después de pocos minutos sienten que no están leyendo, que están escuchando. Pero si se cambian las palabras o se cambia ligeramente el estilo en la transcripción, se romperá el ritmo y la armonización Cuando aquellos que me han escuchado alguna vez leen lo que he hablado, leerme es tan bueno como escucharme. Pero hay una diferencia, porque incluso un cambio en el ambiente cambia la intención de lo dicho.
La dificultad es que lo que estoy tratando de decir cambia de acuerdo con la forma de expresión. Si uso poesía, se impondrán sus propias condiciones: un arreglo particular de palabras, el rechazo o la selección de un tema en particular, el rompimiento o la eliminación de cosas particulares. Si es necesario expresar la misma cosa en prosa, el contenido será completamente diferente.
Es por eso que, en su mayoría, todos los grandes libros del mundo han sido escritos en forma poética. Lo que se dijo estaba tan lejano de la lógica, que era difícil expresarlo en forma de prosa. La prosa es muy lógica; la poesía es muy ilógica. La falta de lógica es permitida y perdonada en la poesía, pero no en la prosa. En la poesía, si en algunos lugares vas un poco más allá del entendimiento lógico, tienes licencia para hacerlo. No así en la prosa.
Debido a que la poesía profunda es ilógica, la prosa profunda debe ser lógica. Si tratan de escribir los Upanishads o el Guita en prosa, encontrarán que se pierde lo que les da vida. El medio cambió y lo que era hermoso en poesía en prosa es torpe y pesado. No tienen lógica, pero la prosa tratará de que la tengan, porque la prosa está en acuerdo con la lógica.
Los Upanishads fueron recitados en forma de poesía; también el Guita. Pero Buda y Mahavira no hablaron en forma poética. Hay una razón para este cambio. Desde el tiempo en el que se escribieron los Upanishads y el Guita, el mundo ha cambiado. El periodo cuando fueron escritos era, en cierto sentido, poético. La gente era sencilla y franca: no había demanda para la lógica. Si se les hubiera dicho: “Dios es”, ellos simplemente dirían “sí”; no darían la vuelta para preguntar: “¿Qué es Dios? ¿Cómo es su apariencia?”
Si vemos cómo son los niños, tendremos una idea de qué clase de gentes debieron haber sido en esos días. Un niño podría hacer una pregunta muy difícil y, sin embargo, estaría satisfecho con una respuesta simple. Un niño puede preguntar de donde vinieron su pequeño hermano o hermana. Le respondes que él o ella fueron traídos por una cigüeña y él queda satisfecho. Luego se va corriendo a jugar. Ha hecho una pregunta muy difícil a la que ni una inteligencia elevada es capaz de responder correctamente. El niño pregunta la más básica pregunta fundamental “¿De donde vienen los niños?”, ustedes contestan que los trajo una cigüeña, y acabándolo de decir, el niño ya se ha ido. Queda complacido con una respuesta muy simple. Y entre más poética sea la respuesta, más complacido quedará. Es por eso que en los libros para niños pequeños tenemos que usar poesía. La poesía alcanza muy rápido el corazón de un niño. Hay un ritmo y una melodía en ella que alcanza rápido su mente. El niño vive en un mundo de ritmo y melodía.
Buda y Mahavira usaron la prosa, porque en el tiempo que vivieron, la gente estaba acostumbrada a usar mucho del pensamiento lógico. Se hacían preguntas diminutas, pero la gente no quedaba satisfecha aún con respuestas largas e intrincadas. Entonces, hacían otras veinticinco preguntas adicionales. Por eso Buda y Mahavira tuvieron que hablar en prosa.
Ahora ya no es posible hablar en poesía. Ahora se escribe poesía por entretenimiento. Alguna vez todos los asuntos serios y fundamentales fueron dichos solamente en forma de poesía. Pero ahora no se pueden decir los asuntos serios en forma poética. Todavía escriben poesía aquellas personas que disponen de tiempo y que tienen un deseo de entretener, pero todos los asuntos de valor son dichos en prosa. El género humano ya no es como niño; se ha vuelto adulto. Piensa con lógica en todos los asuntos. Sólo la prosa puede usarse lógicamente.
Cada medio cambia el contenido. A mi parecer, en la medida que se desarrollen los métodos de comunicación, regresará la transmisión de pensamientos por medio de la palabra hablada. Por un tiempo, la palabra impresa fue la más importante, pero ahora los avances tecnológicos nos están regresamdo la posibilidad de la comunicación directa mediante