Conmigo no hay posibilidad de que nazca alguna secta. Para aclarar, se me puede preguntar directamente. No hay necesidad de esperar hasta mañana; se puede aclarar ahora.
También me han pedido que clarifique porque, aunque hablo en palabras, sin embargo, mantengo que nada puede ser transmitido por medio de palabras. Para aquellos que quieren hablar, no hay otra forma excepto la de usar palabras. Comúnmente, sólo puedo expresar lo que quiero decir en palabras, pero también es cierto que lo que tiene que ser dicho no puede ser transmitido por medio de éstas. Ambas cosas son verdad. Nuestra situación es tal, que sólo podemos hablar en palabras. Para el diálogo no hay otra forma.
Deberíamos tratar de cambiar esta situación. Para aquellos que pueden entrar en una meditación profunda, es posible el diálogo aun sin palabras. Pero para llevarlos dentro de una meditación profunda, en el principio tendré que usar palabras. Llegará un tiempo, después de un esfuerzo sostenido, en el que será posible una comunicación sin palabras. Pero mientras llega ese tiempo, tendré que expresarme en palabras.
Para llevarlos a ese mundo sin palabras, tendré que usar palabras; ésta es la situación. Pero también está llena de peligros. Tendré que hablar en palabras, sabiendo perfectamente que si se apegan a ellas, si creen en ellas tal cual, entonces todas las molestias que nos estamos tomando serán inútiles. Estamos tratando de alcanzar lo que no tiene palabras, pero debemos hablar en palabras. Ésta es una clara impotencia; no hay otra alternativa. Si ustedes se apegan a las palabras, todo el esfuerzo será inútil, porque el propósito es llevarlos dentro de lo que no tiene palabras. Mientras hablemos sólo en palabras, tendremos que hablar contra de las palabras, y en ese hablar en contra también tendremos que usarlas. No hay otra manera.
Uno puede guardar silencio; no hay problema. Hay algunos que debido a este problema permanecen en silencio. Evitan las complicaciones, pero ellos supieron que lo que tenían que decir no podía ser comunicado.
Yo no tengo problema en permanecer en silencio, puedo permanecer en silencio y no sería sorprendente si lo hago, porque parece casi un esfuerzo imposible hacer lo que trato de hacer. Estoy intentado hacer posible lo imposible. Pero si permanezco en silencio, con mi permanecer en silencio nada se podrá lograr, nada podrá ser comunicado a ustedes. El peligro es el mismo.
Si hablo, se apegarán a mis palabras. El peligro consiste en que si se apegan a las palabras, no sucederá lo que quiero lograr y comunicar. Pero si permanezco en silencio, no existe la cuestión de comunicar nada. En primera instancia, si hablo, existe la posibilidad de que lo que haya dicho alcance a llegar a algunas personas. Si le hablo a un ciento de personas habrá al menos una que tal vez reciba lo que he dicho sin apegarse a las palabras. Para las otras noventa y nueve, el esfuerzo será inútil. ¡Que así sea! Al menos, de esta manera algo podrá ser comunicado a alguien, pero si permanezco en silencio, ni siquiera se presentará esta única posibilidad. Por tanto continúa mi esfuerzo.
Es interesante hacer notar que alguien que cree que las cosas pueden ser comunicadas con palabras no habla mucho. Habla poco y con eso termina. Pero alguien que cree que las cosas no pueden ser expresadas con palabras hablará mucho, porque por mucho que hable, sabe que lo que tiene que decir aún no ha sido transmitido. Hablará una, otra y otra vez.
Los discursos de Buda durante un largo periodo, en la mañana y en la tarde diariamente por cuarenta años, no fueron porque pensara que mediante las palabras las cosas pudieran expresarse o comunicarse. Era porque cada vez, después de hablar, sentía que lo que había que decirse aún no había sido comunicado. Entonces, Buda hablaba otra vez. Y lo decía de alguna manera diferente, de alguna otra forma, con diferentes palabras. Por eso pasó cuarenta años hablando.
Pero entonces, permanece el miedo de que si hablo por un periodo tan largo de tiempo, como de cuarenta años, podría suceder que la gente se apegaría sólo a mis palabras. Debido a que durante cuarenta años, mi método de entrega ha sido mediante palabras. Tendría que ir gritando: “¡No se apeguen a mis palabras!”. Ésta es una situación particular. Sin embargo, no hay forma de salir de ella.
Para considerar a alguien más allá de las palabras, se deben usar las palabras, no hay otra forma. La situación es algo como esto: hay un cuarto y, para salir del cuarto, deben darse de cinco a diez pasos dentro del mismo cuarto. Desde donde estamos sentados, deben darse de cinco a diez pasos para salir. Alguien podría preguntar: “¿Cómo podemos salir del cuarto caminando dentro de él?”. Todo depende de cómo se camina dentro del cuarto.
Si una persona camina dando vueltas y vueltas dentro del cuarto, podría caminar kilómetros y no saldría del cuarto. Pero una persona también puede caminar directo hacia la puerta, no en círculo, sino en línea recta. Si mientras camina, lo hace en círculos, simplemente caminará alrededor del cuarto. Si camina en línea recta hacia la puerta, también podría salir caminando por ella. Pero en ambos casos sólo estará caminando dentro del cuarto.
Si le digo a una persona que ha dado muchas vueltas en el cuarto que podría caminar sólo diez pasos y estar fuera del cuarto, inmediatamente me preguntaría si me he vuelto loco. Diría: “Está hablando de dar sólo diez pasos, pero yo he caminado kilómetros y aún no he salido del cuarto”. Ella no dice nada falso, pero simplemente se ha estado moviendo en círculos una y otra vez.
Es interesante notar que en este mundo todo va alrededor una y otra vez. Nuestro movimiento es circular. Todo el movimiento es circular. A menos que hagas un esfuerzo, las cosas se moverán en círculo. Para andar recto se requiere un esfuerzo considerable.
En este mundo, todo el movimiento es circular. Ya sea el átomo, o un cuarto, o la vida de un hombre, o un pensamiento, todose mueve alrededor en este mundo. Se requiere un gran esfuerzo para caminar recto; en sí, caminar derecho es un gran logro.
No se dan cuenta en qué momento empezaron a caminar en círculo. Por eso se dice en geometría que no se puede dibujar una línea recta. Todas las líneas rectas sólo son partes de un gran círculo. Tenemos la ilusión de que las líneas son rectas, pero no hay tal cosa como una línea recta en este mundo.
No se puede dibujar una línea recta: eso es sólo una definición. Euclides dijo que la línea recta es sólo una definición. Es imaginaria; no puede ser dibujada. De cualquier manera que dibujáramos una línea recta, solamente la podríamos dibujar en la Tierra. Como la Tierra es redonda, la línea también será redonda. Podemos dibujar una línea recta en este cuarto, pero será solamente una parte del gran círculo de la Tierra.
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¿Es una curva?
Es una curva tan pequeña que no podemos verla. Pero si vamos extendiéndola en una punta, encontraremos que realmente es un círculo que va alrededor de la Tierra. Encontraremos que la línea recta se ha convertido en redonda; es por eso que resulta imposible dibujar una línea recta.
Cuando pensamos profundamente en esto, el gran problema en la meditación consiste en que todos los pensamientos son circulares. Hasta nuestra conciencia se mueve en círculos. Lo que es más arduo, lo que es la mayor tapascharya, austeridad, es dar un salto fuera de este movimiento circular. Pero no parece haber otra salida.
Las palabras también se mueven en círculo. Nunca tenemos una idea de cómo pueden ser circulares las palabras, pero las palabras son circulares. Cuando definen una palabra, usan otras palabras. Si abren el diccionario y ven la palabra hombre, encuentran que el significado es “ser humano”. Si después buscas la palabra humano, el significado es “lo que tiene las cualidades del hombre”. ¿Qué es todo esto? Es una gran locura. No sabemos cómo definir hombre