Este evento marca el inicio del periodo universitario de la psicología en Colombia,27 dentro de la concepción moderna de la formación universitaria. Esta rompía con la tradición escolástica y abogaba por las ciencias útiles, el método experimental, las matemáticas, la física, e incluía las teorías de Isaac Newton y Nicolás Copérnico (Soto, 2005).
Luego de su emancipación de la filosofía, esta joven disciplina encuentra en Colombia un lugar entre los médicos, que la abordan como saber y como práctica, y que la enseñaron en el seno de las facultades de Medicina. En el caso colombiano, esto trajo una fuerte implicación en relación con el origen de la psiquiatría.28 Al respecto, Ardila (1973) plantea que
Como no existían psicólogos en las primeras décadas del siglo XX, los médicos desempeñaron las funciones de psicólogos, con mayor o menor éxito. Practicaron la docencia de la psicología general, psicología experimental, psicología evolutiva, etc. Introdujeron el uso de test psicológicos para el diag nóstico clínico y la selección de personal. Fueron directores o decanos de centros de psicología en diversas universidades (p. 27).
De tal suerte que, en el marco de las coordenadas de inicios del siglo XX en el territorio colombiano, los agentes entendidos para la difusión y el uso de la psicología fueron los médicos. Este señalamiento permite el análisis de los factores que inciden en el proceso de institucionalización de la psicología y que ponen en evidencia algunas características del proceso en relación con la hegemonía y con la imposición de algunos discursos que no son estrictamente psicológicos, pero que operan como contenedores y dominantes de este.
En este punto es importante señalar, dentro del saber psicológico en Colombia, a Luis López de Mesa (1884-1967) por varias razones: la primera, se graduó de Medicina en la Universidad Nacional de Colombia en 1912 y se hizo pionero en psiquiatría y psicología por su especialización:
López de Mesa se especializó en la Universidad de Harvard (Estados Unidos) en psicopatología, neurología y fisiología del sistema nervioso. Allí se familiarizó con autores como Kraepelin, Bleuler, Binet, Terman y otros. En 1917 regresó a Colombia e inició sus investigaciones en psicología experimental y psiquiatría (Peña, 1993, p. 28).
La segunda razón para mencionar al liberal López de Mesa es que, en 1934, fue ministro de Educación durante el gobierno liberal de Alfonso López Pumarejo (1886-1959).29
Y la tercera razón es que López de Mesa fue rector de la Universidad Nacional de Colombia, en Bogotá. Bajo su cargo se inauguró, en 1948, el Instituto de Psicología Aplicada, en un acto que él mismo presidió (Ardila, 1973).
De esta manera, López de Mesa se puede caracterizar como un agente influyente en el campo de la educación, a partir de los cargos que ocupó, desde un discurso moderno por la formación que recibió, fundado en las ciencias sociales emergentes en su época.
La psicología colombiana aparece, en sus comienzos, ligada a la psiquiatría y a la educación. Sin embargo, no hay nada en la naturaleza de la psicología, ni en su praxis, que la lleve a convertirse en ayuda de la psiquiatría o de la educación (Ardila, 1973, p. 12).
La circulación del saber psicológico en los claustros universitarios en Colombia es un hecho concreto, aun desde antes de que esta se instalara como ciencia en 1879.
Ahora, luego de la instalación de la psicología como ciencia, la práctica derivada del saber psicológico tiene, según Ardila, un evento que se constituye en hito en el pais: “Como un campo de actividad profesional. En este caso podría considerarse a la Sección de Psicotecnia (1939) o al Instituto de Psicología Aplicada (1947) como el origen de la psicología colombiana” (Ardila, 1998, p. 231).30
A pesar de las diferencias manifiestas en el continente latinoamericano, la enseñanza de la psicología en las universidades se puede ubicar entre los años cincuenta y sesenta del siglo XX (González, 2009).
En las primeras décadas del siglo XX en Colombia, el saber psicológico, específicamente la psicología como ciencia, está siendo usado, aun si no se forman estos profesionales en el país. Es hacia mediados del mismo siglo que la psicología empieza “Como entrenamiento de estudiantes de psicología. Para ello podríamos definir que la fecha de iniciación es 1949 cuando ingresan los primeros estudiantes, o 1952 cuando reciben su título de Licenciados en Psicología” (Ardila, 1998, p. 231).
Así inicia, en el país, la formación de psicólogos en universidades que acogen esta ciencia. Al principio, es la Universidad Nacional de Colombia, en Bogotá, y luego, en la misma ciudad, la Universidad Javeriana. Posteriormente, en la década de los setenta, son creados otros “programas de formación de psicólogos en varias universidades de Bogotá, Barranquilla, Cali, Medellín y Manizales” (Peña, 2007, p. 675).
En la cuarta y la quinta década de la psicología colombiana, los años 80s y 90s del Siglo XX, [sic] marcan un continuado crecimiento de los programas de formación de psicólogos en el país y la aparición de los primeros programas de postgrado a nivel de especialización y maestría (Peña, 2007, p. 676).
No se puede dejar de lado que la enseñanza en las universidades colombianas y latinoamericanas en general, no solo en psicología, sino también en las ciencias sociales, tiene una fuerte influencia del pensamiento occidental euroamericano (Molina, 2009), y que la psicología en Colombia y en América Latina es dependiente de un discurso dominante, hegemónico, que de cierta manera va a coartar la enseñanza y las prácticas de los estudiantes (González, 2009). De esta manera, la institucionalización de la enseñanza de la psicología en América Latina y, por supuesto, en el país, corresponde a la enseñanza en unas líneas de pensamiento que provienen de Europa y de Estados Unidos.
La formación de profesionales de la psicología en Latinoamérica, en la década de los ochenta y la de los noventa, se masifica en universidades públicas y privadas. Esta ciencia parece ser útil para las necesidades que emergen en estos países de marcadas diferencias sociales y de programas dirigidos a las comunidades. La instalación de sistemas democráticos en el continente favorece la inserción laboral de profesionales psicólogos, cuyo saber es útil a los discursos dominantes de normalización, prevención e inserción social, que requieren los recursos técnicos para la contención social de lo disfuncional (Rossi et al., 2009). El fenómeno en Colombia no es diferente:
Esta última década se caracteriza por varios aspectos que muestran la radiografía de nuestra profesión y nuestra disciplina en Colombia: (a) más de 130 centros de formación de psicólogos ubicados no sólo en las capitales departamentales, sino en ciudades pequeñas; (b) más de 30.000 psicólogos profesionales; (c) cerca de 30.000 estudiantes de psicología; (d) dos programas de doctorado en funcionamiento y varios a punto de ser aprobados, además de múltiples programas de maestría y especialización; [...] (Peña, 2007, p. 676).
El fenómeno del incremento de programas de Psicología en el país también da cuenta del amplio reconocimiento social que logra la profesión y de la legitimidad que se le confiere al instalarse como un campo de saber que se consolida en las universidades. Además, permite pensar que los profesionales que hacen de ese saber una práctica han encontrado los espacios sociales en los que las acciones que desarrollan contribuyen con procesos propios de la institución social.
En el seno de instituciones legítimas que permiten el encuentro entre diferentes campos, se presenta la emergencia de los referidos a la psicología. Así, las tensiones resultantes de las acciones de los psicólogos en las instituciones educativas y en la educación, además de los aportes teóricos de la psicología a la educación, contribuyen en el proceso de emergencia de la psicología educativa en Colombia.