¿Qué sería de la historia de la humanidad sin aquellos locos en los que nadie creía hasta que lograron grandes cosas? Se murieron con la suya, dirían. Y sí, pareciera que como es importante dudar al conocer, también es importante creer en nosotros mismos, aunque a veces parezca irracional lo que creemos. No se trata de encajar ideas en moldes preconcebidos, se trata de crear realidades que solo son posibles desde diferentes puntos de vista y con nuevos moldes o modelos mentales.
Muchas ideas y creencias en la historia de la humanidad han sido normalizadas y aceptadas como ciertas, verdaderas, cuando hoy en día nos parecen incluso ridículas y algunas inhumanas. Pareciera que todo es parte de un sistema que se autorregula, un sistema de exposición y aceptación, en el cual no está mal el encajar, pero está mejor no siempre hacerlo.
Muchas veces erróneamente llamamos inteligencia a la capacidad de adaptación. Y sí, pudiera serlo desde un sentido muy primitivo y animal, pero como seres en búsqueda del desarrollo de la consciencia, muchas veces la inteligencia se confunde con el conformismo de no moverse, de ser cómplice y limitarnos solo a no hacer cosas con las que no estamos de acuerdo. Muchas veces inteligencia se traduce como la falta de lealtad a nosotros mismos, a nuestros principios, a nuestra falta de congruencia a lo que pensamos y sentimos, muchas veces por cobardía y apatía. Otras cuantas veces, nuestra autocorrupción se disfraza personal y socialmente de esa tan aceptada inteligencia.
Muchas veces premiamos socialmente lo que decimos; somos inteligentes por esa capacidad de utilizar la situación y las circunstancias a nuestro favor, pero muchas veces eso pasa por encima de las personas, nuestros ideales y de nosotros mismos. Si es terrible e impermisible que alguien o algo pase por encima de nosotros, muchísimo más lo será el ser incongruentes e inconsistentes, y por si fuera poco, hasta pasar por encima de nosotros mismos.
Los ideales, principios y valores que tenemos no son nada y quedan reducidos a un muy mal chiste si los flexibilizamos y adaptamos a lo cómodo y siempre solo a lo que nos sirve para justificar nuestra falta de osadía y determinación en lo que somos y queremos. Es darnos la espalda a nosotros mismos y dejar de respaldar lo que somos. Muy triste.
Pareciera que la misma irracionalidad, que suele ser como la oveja negra en el rebaño, es muchas veces también la voluntad de sostener ideales, principios, valores y hasta sueños en mentes y espíritus diferentes y grandes que no se adaptan a la normalidad porque buscan algo más de lo que hay. Esas mentes y esos espíritus se mueven a sí mismos y mueven la evolución humana. Esos exiliados que parece que no son lo suficientemente inteligentes para adaptarse al mundo, que parece que no tienen la suficiente empatía e inteligencia emocional para encajar en lo socialmente y correctamente aceptado y establecido, esos locos que creen en sí mismos y son disruptivos ante las ideas preconcebidas e impuestas de forma inercial y hereditaria, esos emancipados de las ideas cotidianas y de la zona de confort personal y social, esos locos e inadaptados muchas veces son esos espíritus que encontraron la libertad racional para seguir lo que creen y lo que son por amor a ellos mismos y a la humanidad.
Está de moda el soltar, pero que no se nos olvide que es más importante el sostener.
Christian Robles
Soltar y sostener
Pareciera que actualmente estamos en la etapa social del individualismo de moda, del egoísmo por encima de la fraternidad. Hoy en día pareciera que se premia el intelecto que solo piensa en sí mismo y que es cortoplacista, lo cual ha tenido su penitencia a través de la historia, así como también ahora mismo vivimos sus estragos.
Si bien podríamos decir que todo proceso primero es propio ya que no podemos dar o vivir lo que no tenemos, es importante no perder de vista que somos seres sociales por orden natural y nuestro impacto siempre es sistémico. Toda acción conlleva una reacción en nuestro entorno. En ocasiones, a mediano o largo plazo, pero muchas veces también a corto plazo. Nuestro accionar termina por ser un boomerang de efectos.
Podríamos decir que vivimos los efectos del egoísmo social y personal, de la no solidaridad y falta de colaboración, del no interés colectivo, de un enfoque unilateral y de nuestra falta de visión sistémica en un mundo conectado.
Economías centradas en crecimiento y desarrollo comercial únicamente, falta de atención a la naturaleza y al individuo, sistemas centrados en la falsa libertad del momento, la cultura del mínimo esfuerzo y de la comodidad inmediata.
Se dice mucho popularmente «Suelta lo que no te gusta, lo que no te hace feliz», «Suelta lo que te hace daño», «Suelta lo que no se te acomoda», «Suelta lo que no te deja caminar o avanzar», «Suelta lo que no puedes amar, suelta lo que no te ama». Pareciera que se dice «Suelta lo incómodo», y eso hacemos, como personas y como sociedad, pero ¿qué sostenemos?, ¿hacemos lo necesario o solo lo agradable?
La libertad no es huida, la libertad es decisión con voluntad de ejercer no solo una postura racional sino de ejercer un movimiento integrado, un esfuerzo holista con propósito. Que no se nos olvide que es más importante sostener que soltar, porque si bien las ataduras nos impiden caminar, el soltar tampoco allana el camino para desarrollar y construir; solo es un tipo de resistencia, pero no de revolución.
Muchas veces lo incómodo es lo que nos hace conscientes, caminar, movernos con propósito y crecer. Necesitamos parar un segundo y preguntarnos qué estamos soltando, por qué estamos soltando, ¿por pereza, apatía, miedo?
Sostener es decidir, es la voluntad de ejercer un esfuerzo de cuidar, procurar y desde un punto sublime amar, tanto en el aquí y en el ahora como en el futuro. Sostener es pensar también en el otro y pareciera ser libertad de elección constructiva, valiente y responsable, cuando se realiza de manera consciente y con propósito.
Soltar tampoco es tirar y sostener tampoco es generar. La inteligencia, la voluntad y la consciencia que ponemos en lo que hacemos es el principio que construye y edifica.
Pareciera que una de las libertades más valiosas que nos podemos dar es la del respeto, compromiso y responsabilidad con lo que hagamos, tanto personal e interrelacionalmente, como social, profesional y empresarialmente.
Pareciera que nada es gratis, fácil o con recetas rápidas, ya que todo siempre tiene un costo de esfuerzo y trabajo.
Si sabes a dónde vas, no importa por donde te vayas; si no sabes a dónde vas, tampoco importa por donde te vayas.
Christian Robles
La falsa lucha
Muchas veces libramos batallas que jamás tendrán un ganador o un ganador legítimo. Me refiero a aquellas que de antemano sabemos que tenemos ganadas, que apenas significan un esfuerzo o cambio, y a aquellas en las que es imposible ganar o perder, ya que no existe tal regla.
En nuestra vida, pareciera que muchas veces nos inventamos incomodidades, retos o aprendizajes a superar que no son más que objetivos a medida, que sabemos que son fácilmente alcanzables. Nos ponemos retos demasiado mediocres, tal vez por el miedo al fracaso o simplemente por ego, buscando un autorreconocimiento y un reconocimiento al alcanzarlos.
Esta lucha o este trabajo mediocre no produce en nosotros cambios significativos en nuestro aprendizaje y desarrollo porque no nos exige un verdadero trabajo interior. Por el contrario, este tipo de falso trabajo o esfuerzo lo que genera es una zona de confort aún más peligrosa, ya que pareciera que sí nos estamos moviendo, pero realmente se trata de un autosabotaje.
Es curioso que es común que las personas fijemos nuestros propósitos y objetivos sobre lo que queremos experimentar o tener, pero perdemos de vista que realmente estamos hablando de los efectos o correspondencias del hacer, del esfuerzo y del trabajo. Y este trabajo tiene correspondencia