No se ofrece justificación alguna para el giro lingüístico en Grundlagen: simplemente se lo adopta como el modo más natural en que se despliega la investigación filosófica. Y así, como parte de su desarrollo filosófico, Frege insistió cada vez más en que los pensamientos, y no las oraciones que los expresan, forman su verdadera temática. El lenguaje natural llegó a parecerle más un obstáculo que una guía en las investigaciones lógicas y filosóficas. Así sucedió especialmente después de darse cuenta de que no tenía una solución satisfactoria para la paradoja de Russell, y que por lo tanto había fracasado en lo que él mismo había establecido como la obra de su vida, fundamentar la teoría y el análisis aritmético sobre bases indisputablemente sólidas. Esto ocurrió en agosto de 1906; y a partir de entonces rechazó toda su concepción anterior sobre los objetos lógicos, incluyendo las clases (extensiones de los conceptos), culpando al lenguaje por la ilusión de su existencia generada por la posibilidad de formar términos singulares aparentes de la forma “la extensión del concepto F”. Así, en noviembre de 1906 le escribió a Husserl que “la tarea principal de la lógica consiste en liberarla del lenguaje”,9 y en el artículo “Erkenntnisquellen”, completado en el último año de su vida, afirmó que “una gran parte del trabajo del filósofo consiste en… una lucha con el lenguaje”.10
¿Había sido una aberración, entonces, el giro lingüístico dado en Grundlagen? ¿Frege se había anticipado inadvertidamente a la filosofía analítica, pero subsecuentemente se ubicó en otro camino? Un diagnóstico tal es superficial. Después de todo, mientras que es en los escritos de su período tardío (mediados de 1906 hasta su muerte) que encontramos las denuncias más vehementes contra el lenguaje natural, es también en los escritos de ese período que encontramos la mayor insistencia en el reflejo de los pensamientos por las oraciones. “La oración puede ser considerada como una imagen del pensamiento en que la relación entre la parte y el todo dentro del pensamiento corresponde en general a la misma relación entre la parte de la oración y la oración”, escribió Frege en sus notas para Darmstaedter.11 El lenguaje podrá ser un espejo que distorsiona: pero es el único espejo que tenemos.
Aquello que, sobre todo, provoca que el diagnóstico propuesto sea superficial es la presencia en la filosofía de Frege de corrientes profundas que conducen la investigación acerca de los pensamientos a través del análisis del lenguaje. Resulta claro que él mismo no tenía plena conciencia de la confianza en esa dirección, que proviene de algunas de sus doctrinas, pero que fue obstaculizada por otras. En Grundlagen su actitud hacia el lenguaje no estaba todavía perturbada por los sentimientos ambivalentes que después desarrolló; pero el giro lingüístico que aconteció en ese libro representa fielmente la tendencia general de su pensamiento, una tendencia oscurecida pero no eliminada por las reservas sobre la confianza en las formas lingüísticas que posteriormente expresó.
Tengo que discutir tres características de la filosofía de Frege que hacen del giro lingüístico un desarrollo natural de ella, aunque él nunca haya reconocido explícitamente que tenga ese carácter.
1) El discernimiento de los sentidos constituyentes como partes de un pensamiento es parasitario de la aprehensión de la estructura de la oración que lo expresa. Frege reivindicó que la estructura de un pensamiento debe estar reflejada en la estructura de una oración que la expresa, y en verdad esto parece esencial a la noción de expresar un pensamiento, como algo distinto de meramente codificarlo. Pero, a la inversa, es difícil de explicar qué se entiende al hablar sobre la estructura de un pensamiento sin aludir a su expresión verbal. No pretendo sugerir que la noción relevante de estructura de una oración sea accesible sin considerar su sentido: por el contrario, el análisis sintáctico debe ser llevado a cabo con un ojo en la explicación semántica subsiguiente sobre cómo se determina la oración como verdadera o falsa de acuerdo con su composición. Las dos nociones, la de la estructura de la oración y la de la estructura del pensamiento, deben ser desarrolladas en conjunto. Pero esto es suficiente para anular la concepción de un estudio de la estructura de pensamientos llevado a cabo sin referencia alguna a sus expresiones lingüísticas. Esto, a la inversa, no derrumba la concepción de un estudio sobre el lenguaje independientemente de un estudio directo sobre los pensamientos, considerados como no mediados por el lenguaje. La oración expresa un pensamiento en virtud de la posesión de propiedades semánticas, de ser evaluable por ciertos medios como verdadera o falsa. El pensamiento es captado en la captación de las propiedades semánticas de la oración: hablar de la estructura del pensamiento es hablar de la interrelación semántica de las partes de la oración.
En especial ello es cierto con respecto a la idea principal de Frege de extraer un concepto (en el sentido de “concepto” previo a 1890) mediante la descomposición de un pensamiento completo. El proceso fue descrito originalmente en sus Begriffsschrift como aplicado a una oración12 pero, como le comentó a Russell en una carta de julio, 1902, “a la descomposición de la oración se corresponde una descomposición del pensamiento”.13 No debe hacerse ninguna objeción a la descomposición del pensamiento de la que habla Frege: pero es muy dudoso que la noción pueda ser explicada salvo por referencia a la oración. Porque el proceso, como se aplica a la oración, implica la selección, no solo para un nombre propio que se encuentra en ella, sino para las particulares apariciones de ese nombre, y su reemplazo en aquellas apariciones por algún otro término: es bastante poco claro que cualquier explicación pueda ser dada de “aparición” del sentido de un nombre dentro de un pensamiento sin haber hecho una transacción con la forma de su expresión lingüística.
2) Frege sostuvo que es el pensamiento quien ante todo dice ser verdadero o falso, la oración es denominada verdadera o falsa solo en un sentido derivado; y, ya que para Frege la referencia de la oración es su valor veritativo, ello significa que es el sentido de la oración aquello que en primer lugar tiene la referencia, y la oración la tiene solo de manera derivada. Puso poco énfasis en la generalización de este principio para todas las expresiones, pero lo hizo reconociéndolo como correcto: consiguientemente, por ejemplo, es el sentido de un nombre propio, más que el nombre propio mismo, el que en primer lugar refiere al objeto.
En la práctica, sin embargo, Frege nunca se ajustó a ese orden de prioridad cuando expuso la distinción entre sentido y referencia. En primer lugar, nunca introduce la noción de sentido, explicando subsecuentemente la referencia como una característica de los sentidos: primero habla de la expresión como teniendo referencia, y también procede a argumentar que además ella posee un sentido o, digamos, a decir algo sobre en qué consiste el sentido. Este orden de exposición es en realidad requerido por su concepción del sentido de una expresión como el modo en que su referencia es dada; por lo cual se sigue de esta concepción que la noción de sentido no puede ser explicada salvo apelando a la de referencia, y por ello debemos primero tener la noción de referencia. Ahora bien, si tenemos la noción de referencia antes de tener la de sentido, no podemos analizar la referencia como una propiedad del sentido sino solo de la expresión. Se sigue que la tesis de Frege de que es el sentido al cual la referencia se debe principalmente adscribir es incorrecta.
Ello surge muy claramente en Grundgesetze,14 Parte I. Frege ajusta la interpretación pretendida de su simbolismo mediante estipulaciones que establecen aquello que la referencia de cada expresión, sea simple o compuesta, debe ser; juntas, estas estipulaciones determinan bajo qué condiciones cada fórmula tiene el valor verdadero. El sentido aún no se ha mencionado: pero, si la noción de una expresión que tiene una referencia fue derivada de la del sentido que tiene una referencia correspondiente, a fin de que podamos entender qué era para una expresión tener una referencia solo en términos de la posesión por parte de su sentido de alguna propiedad correlativa, aquellas estipulaciones serían ininteligibles. Por el contrario, fue después de haber desplegado las estipulaciones que gobiernan las referencias de las expresiones simbólicas que Frege explica qué es el sentido de tales expresiones; y lo explica precisamente tras invocar las estipulaciones que gobiernan la referencia. El sentido de una oración del lenguaje simbólico es ser el pensamiento de que la condición de tener el valor verdadero, según lo provisto por las estipulaciones