»El divino alquimista interior, toma a su cargo lo que aportáis. Transmuta, refina, perfecciona lo que vosotros le entregáis después de haberlo manifestado bajo la forma imperfecta. Es lo mismo para vuestro cuerpo, que es transmutado, refinado, perfeccionado. Dios lo vuelve incorruptible, gozosamente perfecto, hermosamente libre. Tal es la perfecta conciencia de Cristo en todos y para todos. Es la vida “secretamente escondida en Cristo con Dios”».
En la mañana del 4 de julio, llegamos a la cima del puerto. La víspera por la noche, Emilio estimó que merecíamos un día de descanso y que ninguna fecha era más indicada que aquella. En el desayuno nos dijo: «Estamos a 4 de julio, fiesta aniversario de vuestra independencia. Este día viene maravillosamente a propósito. Siento que tenéis algo de confianza en nosotros y voy a hablar libremente. En algunos días se demostrarán definitivamente que mis afirmaciones son exactas.
»Nos gusta pronunciar el nombre de vuestro país, América, y el de sus habitantes, los americanos. No sabréis nunca la alegría que me da en este día tan importante estos momentos de conversación con americanos que puedo ver cara a cara y que han nacido sobre ese gran territorio. Para algunos de nosotros ha sido un privilegio haber visto nuestro país mucho antes de la partida de la memorable expedición de Cristóbal Colón. Hubo otras tentativas de descubrimiento que fracasaron. ¿Por qué? Simplemente por falta de esa cualidad divina: la Fe. El valiente, el creyente, capaz de realizar su visión no había aparecido todavía. Un día se le introdujo en el alma la certidumbre de que la tierra era esférica y que debía haber en las Antípodas una superficie emergida equivalente a aquella ya conocida. Rápidamente, nosotros vimos que una nueva época histórica comenzaba a desarrollarse.
»Solo el Gran Omnipotente, Dios, que observa todas las cosas, podía despertar este grano de fe en el alma de Colón. Estas fueron las primeras palabras del explorador el día que se presentó ante la reina de España, rehusando inclinarse ante las autoridades: “Reina bienamada, estoy firmemente convencido de que la tierra es redonda y deseo embarcarme para demostrarlo”. No sé si os dais cuenta, pero esas palabras estaban inspiradas por Dios, y Colón fue clasificado entre las gentes dedicadas a ejecutar aquello que emprenden.
»Así empieza el desarrollo de una larga cadena de acontecimientos, de los cuales tuvimos visión algunos años antes. Todo no nos fue mostrado, pero sabíamos bastante como para poder seguir el hilo. No imaginábamos las maravillas casi increíbles que debían cumplirse en pocos años. Pero aquellos de nosotros que tienen el privilegio de haber vivido todo este período, comprenden perfectamente que los prodigios todavía más sorprendentes están en reserva para vuestra nación. Ha llegado el momento en que despierten al conocimiento de su verdadero rol espiritual. Tenemos el deseo de hacer todo lo posible por ayudaros a realizarlo.
»Parece que si los Maestros se interesan en nosotros, es a causa de su gran deseo de ver a América aceptar la Conciencia de Cristo y tomar conocimiento de sus posibilidades. Creen que este país ha sido fundado sobre bases espirituales y que está, en consecuencia, destinado a guiar al mundo en su desarrollo espiritual».
Emilio continuó: «Pensad que el descubrimiento de América resultó de un pequeño grano de fe plantado en el alma de un solo hombre, en el cual quedó libre para desarrollarse, las consecuencias son inimaginables. Colón fue considerado en su tiempo como un soñador estéril. Pero aproximaos todos al lugar donde creemos que de los sueños de ayer devienen las realidades de hoy. ¿Quién puede adjudicarse un logro sin haber sido tachado de soñador? Colón ¿soñaba realmente? ¿No se trataba de ideales del Gran Pensamiento Cósmico, concebidos en el alma del que los manifestó como grandes verdades? Colón partió sobre un océano inexplorado, teniendo en su conciencia la clara visión de las tierras de ultramar. Yo no sé si entrevió la preeminencia futura del continente que iba a descubrir, así como el nombre de América que debía llevar. Ese fue más bien un atributo de los hombres de la segunda etapa. De cualquier manera la pregunta subsiste: ¿Se trataba de una visión o de un sueño?
»Nosotros vemos ya una parte de los prodigios realizados, pero nuestra visión de los prodigios por venir está ligada a la visión inicial de Colón. Uno puede recordar de esta manera las numerosas visiones que han hecho de la tierra una residencia mejor. Es por ellas que Dios se expresa, se manifiesta a través de cada uno.
»Los hombres que ya han llegado, son aquellos que tenían, conscientemente o no, la más grande fe en Dios. Pensad en esta alma partiendo hacia un océano todavía inexplorado, en sus penas, sus pruebas, sus descorazonamientos, pero pensad también que vivía con una idea maestra en sus pensamientos: aquella del fin a alcanzar.
»Los acontecimientos siguieron una marcha siempre ascendente hasta el día en que un puñado de hombres embarcaron en el Mayflower buscando la libertad de adorar a Dios a su manera. Pensad: “A su manera”. A la luz del espíritu y de los acontecimientos que sucedieron, ¿comenzáis a comprender la verdad? La empresa de esos hombres ¿no sobrepasó a su pensamiento? ¿No os apercibís que la mano del Gran Omnipotente planteaba sobre la escena? Después vendrían los días sombríos, en que parecería que las primeras colonias iban a ser aniquiladas. Pero cuando Dios ha puesto su mano en una obra es necesario que triunfe. Después vino el gran día, cuando fue firmada la Declaración de la independencia, el día de la elección entre Dios y los opresores. ¿Quién ha prevalecido? Las luchas de un pequeño número de hombres durante esos días y sus firmas sobre el documento marcando una de las más grandes fechas de la historia desde la venida de Jesús a la tierra.
»Después los primeros golpes de la Campana de la independencia resonaron. Lo creáis o no, nosotros lo percibimos casi como si hubiésemos estado cerca de la campana. Esta amplificó y expandió las vibraciones emanantes de ese pequeño centro con una fuerza que los hizo penetrar un día en los rincones más oscuros y alejados de la tierra. Las conciencias más tenebrosas se encontraron iluminadas.
»Considerad las pruebas y vicisitudes que han preparado este acontecimiento. ¿No se trata del nacimiento de un niño Divino? Ved las grandes almas que han osado avanzar para respaldar al niño. ¿Qué hubiera ocurrido si ellas hubieran perdido su coraje? Pero no perdieron su valor, y ¿qué pasó? El nacimiento de la nación más grande de toda la tierra. Sus pruebas y sus tribulaciones muestran su estrecha alianza con el alma de Jesús de Nazaret en su expansión. Uno puede asimilar las firmas de la Declaración de Independencia a los Magos de Oriente, que vieron la estrella simbólica del nacimiento del niño en el pesebre, la Conciencia del Cristo en el hombre. Los hombres de los tiempos modernos perciben la estrella con la misma certeza que aquellos de la antigüedad. Cuando uno rememora el documento está fuera de duda que cada palabra fue inspirada por Dios. Reflexionad un instante. La Declaración de la Independencia no tiene paralelo en la Historia. No hay ningún documento similar del cual podría haber sido copiado. ¿Podéis dudar, acaso de que haya salido de la Sustancia del Pensamiento Universal? Forma parte de un gran plan creador en curso de manifestación. Y hay indudablemente una continuación de la ejecución del gran plan.
»La divisa “E pluribus unum”, adoptada durante los emocionantes días de las etapas sucesivas de la evolución del país, es una expresión imaginada directamente salida del Espíritu de Verdad. Ciertamente no emanaba mecánicamente del pensamiento de los norteamericanos. Después de la frase emblemática “In God we trust” (En Dios confiamos), muestra la más ardiente confianza, la fe en Dios, creador de todas las cosas. En fin, el águila fue elegida por emblema, el pájaro macho y el hembra, completo en la unidad. Eso