27:4.3 (301.4) Toda conducta paradisiaca es totalmente espontánea, en todo sentido natural y libre. Pero sigue habiendo una forma apropiada y perfecta de hacer las cosas en la Isla eterna, y los directores de conducta están siempre junto a los «extraños dentro de las puertas» para instruirles y guiar sus pasos hasta ponerles perfectamente acordes y al mismo tiempo capacitar a los peregrinos para que eviten la confusión e incertidumbre que de otra manera sería inevitable. Sólo mediante este arreglo es posible evitar una confusión sin fin; y la confusión no aparece nunca en el Paraíso.
27:4.4 (301.5) Estos directores de conducta realmente sirven como maestros y guías glorificados. Se ocupan principalmente de instruir a los nuevos residentes mortales acerca de una gama casi infinita de nuevas situaciones y hábitos poco familiares. A pesar de la larga preparación y del largo viaje hasta el Paraíso, éste es todavía inexpresablemente extraño e inesperadamente nuevo para aquellos que finalmente logran el estado de residente.
5. Los Custodios del Conocimiento
27:5.1 (301.6) Los custodios superáficos del conocimiento son las «epístolas vivientes» más elevadas, conocidas y leídas por todos los que moran en el Paraíso. Son los registros divinos de la verdad, los libros vivientes del verdadero conocimiento. Habéis escuchado acerca de los registros en el «libro de la vida». Los custodios del conocimiento son dichos libros vivientes, registros de perfección impresos en las tablas eternas de la vida divina y de la seguridad suprema. Son en realidad bibliotecas vivientes y automáticas. Los hechos de los universos son inherentes en estos supernafines primarios, están efectivamente registrados en estos ángeles; y es también inherentemente imposible que algo que no sea verdad ocupe lugar en la mente de estos repositorios perfectos y pletóricos de la verdad de la eternidad y de la información del tiempo.
27:5.2 (302.1) Estos custodios conducen cursos informales de instrucción para los residentes de la Isla Eterna, pero su función principal es la de referencia y verificación. Todo habitante del Paraíso puede a voluntad tener junto a su lado el repositorio viviente del hecho o verdad particular que desee conocer. En la extremidad norte de la Isla están disponibles los halladores vivientes del conocimiento, que designarán al director del grupo que contiene la información buscada, e inmediatamente aparecerán los seres brillantes que son la cosa misma que vosotros deseáis conocer. Ya no necesitáis bus-car esclarecimiento en un sinnúmero de páginas; ahora comunicáis con la inteligencia viviente cara a cara. Así obtenéis el conocimiento supremo de los seres vivientes que son sus custodios finales.
27:5.3 (302.2) Cuando ubiquéis al supernafín que es exactamente lo que vosotros deseáis verificar, encontraréis a vuestra disposición todos los hechos conocidos de todos los universos, porque estos custodios del conocimiento son el total final y viviente de la vasta red de los ángeles registradores, que va desde los serafines y seconafines de los universos locales y los superuniversos hasta los registradores jefes de los supernafines terciarios en Havona. Y esta acumulación viviente de conocimiento es distinta de los registros formales del Paraíso, el resumen cumulativo de la historia universal.
27:5.4 (302.3) La sabiduría de la verdad tiene origen en la divinidad del universo central, pero el conocimiento, el conocimiento experiencial, tiene sus comienzos en gran parte en los dominios del tiempo y del espacio —de allí la necesidad del mantenimiento de vastas organizaciones superuniversales de serafines y supernafines registradores, patrocinadas por los Registradores Celestiales.
27:5.5 (302.4) Estos supernafines primarios que están inherentemente en posesión del conocimiento universal también son responsables de su organización y clasificación. Al constituirse a sí mismos como biblioteca viviente de referencia del universo de los universos, ellos han clasificado el conocimiento en siete grandes órdenes, cada una con aproximadamente un millón de subdivisiones. La facilidad con que los residentes del Paraíso pueden consultar este vasto almacén de conocimiento se debe exclusivamente a los esfuerzos voluntarios y sabios de los custodios del conocimiento. Los custodios también son maestros excelsos del universo central, que dan libremente de sus tesoros vivientes a todos los seres en cualquiera de los circuitos de Havona, y son utilizados amplia aunque indirectamente por las cortes de los Ancianos de los Días. Pero esta biblioteca viviente, que está disponible en el universo central y los superuniversos, no es accesible a las creaciones locales. Sólo indirectamente y reflexivamente obtienen los universos locales los beneficios del conocimiento del Paraíso.
6. Los Maestros de Filosofía
27:6.1 (302.5) Juntamente con la suprema satisfacción de la adoración, existe el regocijo de la filosofía. No llegaréis nunca tan alto ni avanzaréis tan lejos como para que no queden miles de misterios que requieran el empleo de la filosofía para intentar su solución.
27:6.2 (302.6) Los maestros filósofos del Paraíso se deleitan en conducir a la mente de sus habitantes, tanto nativos como ascendentes, en la regocijante búsqueda de intentar solucionar los problemas del universo. Estos maestros superáficos de filosofía son los «hombres sabios del cielo», los seres de sabiduría que hacen uso de la verdad del conocimiento y de los hechos de la experiencia en su esfuerzo por dominar lo desconocido. Con ellos el conocimiento llega a la verdad y la experiencia asciende a la sabiduría. En el Paraíso las personalidades ascendentes del espacio experimentan lo más alto del ser: tienen conocimiento; conocen la verdad; pueden filosofar —pensar en la verdad; aún pueden intentar abrazar los conceptos del Último e intentar comprender las técnicas de los Absolutos.
27:6.3 (303.1) En la extremidad sur del vasto dominio del Paraíso los maestros de filosofía conducen elaborados cursos en las setenta divisiones funcionales de sabiduría. Aquí discurren sobre los planes y propósitos de la Infinidad e intentan coordinar las experiencias y componer el conocimiento, de todos los que tienen acceso a su sabiduría. Han desarrollado una actitud altamente especializada hacia distintos problemas del universo, pero sus conclusiones finales están siempre en acuerdo uniforme.
27:6.4 (303.2) Estos filósofos del Paraíso enseñan por todo método posible de instrucción, incluyendo la técnica gráfica más elevada de Havona y ciertos métodos del Paraíso de comunicar información. Todas estas técnicas más elevadas de impartir el conocimiento y transmitir las ideas están completamente más allá de la capacidad de comprensión aun de la mente humana más altamente desarrollada. Una hora de instrucción en el Paraíso sería equivalente a diez mil años de los métodos urantianos de palabra-memoria. Vosotros no podéis entender estas técnicas de comunicación y sencillamente no hay nada en la experiencia mortal con la cual se las pueda comparar, o nada a que se asemejen.
27:6.5 (303.3) Los maestros de filosofía tienen placer supremo en impartir su interpretación del universo de los universos a aquellos seres que han ascendido de los mundos del espacio. Y aunque la filosofía no puede ser nunca tan firme en sus conclusiones como los hechos del conocimiento y las verdades de la experiencia, sin embargo, cuando hayáis escuchado a estos supernafines primarios discurrir sobre los problemas no solucionados de la eternidad y las actuaciones de los Absolutos, experimentaréis certera y duradera satisfacción en relación con estas preguntas no dominadas.
27:6.6 (303.4) No se emiten estas búsquedas intelectuales del Paraíso; la filosofía de la perfección está disponible tan sólo para aquellos que están presentes personalmente. Las creaciones que rodean al Paraíso conocen de estas técnicas tan sólo por los que han pasado a través de esta experiencia, y que posteriormente han llevado esta sabiduría a los universos del espacio.
7. Los Conductores de la Adoración
27:7.1 (303.5) La adoración es el privilegio más elevado y el primer deber de todas las inteligencias creadas. La adoración es el acto consciente y regocijado de reconocer y aceptar la verdad y el hecho de las relaciones íntimas y personales de los Creadores con sus criaturas. La calidad de la adoración está