Isósceles. Juno B. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Juno B
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Языкознание
Год издания: 0
isbn: 9788418730016
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cuando te fuiste,

      hundí la cara en tu almohada,

      y ahora tu olor vive instalado en mis mejillas,

      tan grabado en mi mente

      como las estrellas de Van Gogh.

      3. Bocetos

      Admiro la alegría más que la calma,

      más que a la propia inteligencia incluso.

      Esta última te acompaña siempre,

      pero la primera solo viene a visitarme a veces,

      es nómada y por eso la valoro.

      Hoy he salido de la ducha

      y mi pelo me ha pedido que no lo peine,

      quiere sentirse libre en sus propias ondas.

      Es el momento de ver lo obvio,

      y yo le dejo ser.

      Le he dicho que sí, porque me siento culpable,

      culpable de esconderme debajo de muchas capas,

      no sé si de barreras o barras de labios.

      Culpable de haber gastado todo mi dinero

      en libros, revistas y obras de teatro,

      viviendo por encima de la palabra suficiente.

      Preferí eso a una tele, porque detrás de esta

      no había un viaje que nos llevase a reflexionar,

      mientras volvíamos a casa juntos.

      Aun así,

      esta es la primera vez que he sentido

      que podría despegarme de ti.

      Otras veces pienso que estás adherido a mí,

      y que si pretendiese alejarme, sería algo así

      como arrancarme la piel.

      Luego he visto una serie,

      y la figura exacta de tu cuerpo

      le faltaba a mi sofá.

      Tomar una decisión,

      y que la película nos regale lecciones y nostalgias,

      es uno de mis clásicos.

      De las cenizas y el humo yo me quedo las señales.

      ¿Cómo puede algo alimentar y dar hambre a la vez?

      El amor es, a veces, dar lo que no tenemos,

      y aun siendo conscientes de esto,

      ir a buscarlo.

      Somos seres incompletos e inestables,

      por eso necesitamos sentirnos imprescindibles.

      Lo cierto es que quise quedarme

      cuando descubrí que tus ventanas

      también eran puentes al sol,

      aunque estos tanteen cuándo llevarme a buen puerto.

      Si fueses una estación,

      serías la de un tren,

      hecho de despedidas a medias,

      porque tus palabras dicen adiós,

      pero tu cuerpo, al final,

      siempre se queda.

      Lo dicho:

      cuestión de adherencias

      y piel.

      Un hogar es mucho más que estas cuatro paredes,

      en las que encuentro paralelismos,

      como que tú me des comida mientras yo

      muero de sed.

      ¿Sabes?

      Yo sé que te quiero, porque te veo reír,

      y no quiero que la tuya sea nómada.

      Y no sabré escribir un final,

      pero si mañana todo acabase,

      hoy querría pasarlo contigo.

      4. Domingo a las ocho en los balcones

      Te has ido y ha empezado a llover.

      El cielo se ha pintado de negro,

      pero yo ya no quiero estar triste.

      Lo bueno de todo esto

      es que mi capacidad de dar amor sigue ilesa,

      y mis flores también.

      Hoy nos mueve el deseo de que mañana

      todo sea diferente.

      «¿Hasta cuándo?», me preguntas.

      Hasta que se convierta en lo que habíamos soñado.

      Apapache 2

      Hay muchas formas de querer, pero solo una válida: bien.

      5. Por si mañana ya no

      A veces pienso que el dolor no es intangible,

      que, al contrario que ella,

      se podría atrapar.

      Si la describo,

      podría hacerse eterna.

      Sentada al borde de un ventanal enorme,

      fumando y riendo Madrid.

      No mentiste cuando dijiste que te quedarías,

      que no querías pasar más noches sola.

      Me llenaste los ojos de comienzos,

      de buenos hábitos,

      de churros y anís.

      Yo sé que no mentiste,

      y aunque a la mañana siguiente ya no estabas,

      no te culpo.

      Las mujeres pájaro y el tiempo no se pueden capturar,

      cogen las maletas,

      aunque estas estén vacías,

      y se redescubren en nuevos matices.

      Y como si mañana todo se acabase,

      sueñan con irse otra vez.

      Siempre he pensado que odiar es de flojitos.

      Aunque te vuelvas a ir mil veces,

      aunque vivamos a medias tintas,

      aunque me duela Madrid,

      te quiero,

      en diferido,

      a plazos,

      a ratos,

      aun en páginas,

      que ni siquiera,

      están escritas.

      6. Pompeya

      «Cuando muere la risa, dime, ¿quién se queda?» Babi

      Pompeya fue una ciudad romana ubicada en el sur de Italia. Esta quedó enterrada bajo metros de ceniza y piedra después de una catastrófica erupción del monte Vesubio en el año 79 d. C. Es probable que la erupción durase veinticuatro horas, pero los restos de ceniza y roca siguieron cayendo durante varios días más hasta cubrir la ciudad entera a seis metros de profundidad. Antes de esta erupción la palabra «volcán» no existía. Se le dio ese nombre en honor al dios Vulcano. Ni lava, ni cenizas, ni fuego. El elemento letal fue una nube ardiente formada por gases volcánicos, materiales sólidos y aire atrapado.

      Pompeya relata muy bien esta historia tan nuestra, ubicada dentro de un portal al sur de mi consciencia.

      Esta quedó enterrada