El peronismo y la consagración de la nueva Argentina. Carlos Piñeiro Iñíguez. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Carlos Piñeiro Iñíguez
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789507547096
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nuevo ciclo de demandas gremiales. Si bien no tuvieron la gravedad de los conflictos de 1935-1936, a partir de 1941-1942 las huelgas en gremios como el textil, del calzado, metalúrgico, de la carne y la alimentación, aparecían como el anticipo de un movimiento de más vasto alcance7.

      Los conflictos sociales y la situación del movimiento obrero sumaban inquietud ante un panorama político marcado por el plan oficial de perpetuar en el gobierno a la Concordancia mediante el fraude. Si la única alternativa ante el descontento político y social era el mantenimiento del estado de sitio establecido en diciembre de 1941, la dinámica apuntaba a que las Fuerzas Armadas fuesen involucradas cada vez más en un papel de “guardia pretoriana” del régimen. Para los oficiales considerados “liberales”, eso implicaba retroceder en el camino que se había insinuado con Ortiz y los planteos finales del general Justo, para recaer en lo peor de las prácticas fraudulentas. Pero tampoco los nacionalistas, tanto los más autoritarios cuanto los cercanos a posiciones del radicalismo intransigente o del forjismo, estaban dispuestos a cumplir ese rol, al servicio de un sistema que consideraban entregado a intereses foráneos.

      1.1.b) La cuestión del reequipamiento militar y el creciente poder del Brasil

      Junto con esa preocupación por la estabilidad del orden socio-político del país, en materia internacional la inquietud central estaba planteada en torno al “equilibrio de fuerzas” regional, que se consideraba roto por la provisión de equipamiento militar estadounidense, mediante el régimen de préstamo y arriendo, a Chile y Brasil, sobre todo a este último país.

      La Argentina, tradicionalmente, había contado con un equipamiento militar que compensaba el mayor número de efectivos que podía movilizar Brasil y que superaba cuantitativamente al arsenal chileno, por lo general bastante moderno. Esas ventajas relativas eran consideradas las bases de un equilibrio de fuerzas que contribuía al mantenimiento de la paz en el sur del continente y, en el peor de los casos, aseguraba una adecuada defensa de nuestro territorio. Toda vez que las Fuerzas Armadas advertían que la modernización de equipos o la capacitación del personal se encontraban demoradas o retaceadas, se provocaba inquietud entre los cuadros. Así había ocurrido en las dos presidencias de Yrigoyen. El general Justo, tanto como ministro durante el gobierno de Alvear como luego al frente del Poder Ejecutivo, se encargó de impulsar, como ya se ha referido, ambiciosos planes de reequipamiento y modernización, y a ello debió gran parte de su prestigio y apoyo entre la oficialidad. Ortiz y Castillo mantuvieron esa política, pero en circunstancias que, a partir de la guerra mundial, dificultaron su realización.