Fabricar al hombre nuevo. Jean-Pierre Durand. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Jean-Pierre Durand
Издательство: Bookwire
Серия: Akadémica
Жанр произведения: Социология
Год издания: 0
isbn: 9786078683543
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satisfacer las exigencias comerciales[1], los asalariados deben al mismo tiempo limpiar las cabinas, reabastecer el combustible y las bandejas de comida, garantizar la seguridad de los aviones, manejar los flujos de los equipajes y los de los pasajeros entre los aviones: aquí, el asunto de los stocks ¡no es incluso plausible!

      Actualmente, todos tienen en la mente el funcionamiento de los supermercados donde los stocks se reducen al mínimo y con frecuencia sólo corresponden al volumen de los camiones que transportan los productos frescos del matadero, de la fábrica o de los campos ha­­­cia las gran­des zonas de venta. La restauración rápida se ha vuelto­­ ­el ­lugar emblemático de la producción en flujo tenso: los stocks de hamburguesas o de papas fritas se han reducido a algunas unidades y sólo permanecen unos cuantos minutos, incluso al­gunos segundos, en la estantería entre la cocina y la caja para pagar. Aquí, como en los supermercados, el observador puede interesarse en el flujo tenso de las materias consumidas, pero también puede ver el funcionamiento de las filas de espera de los clientes. Estas parecen estar suficientemente bien organizadas –con un cálculo optimizado de la mano de obra mínima necesaria según la hora, el día de la semana, e incluso también el clima– para que sean los clientes quienes hagan presión sobre los asalariados para acrecentar su ritmo de trabajo. En lugar del flujo tenso push de la industria o de las mercancías en el hipermercado, las filas de espera organizan un flujo tenso pull (Tiffon, 2013) que contribuye ampliamente a definir las condiciones del trabajo de los cajeros de los grandes establecimientos o de los equiperos de los fast foods. El mismo concepto del flujo tenso pull caracteriza el trabajo en los Centros de atención telefónica –disociando a los que suministran un alto valor agregado a partir de su alta tecnicidad–, ya que no se puede hacer esperar demasiado tiempo a los clientes en el teléfono; los asalariados, cuyo volumen se calcula con precisión como mencionamos anteriormente, deben procesar lo más rápidamente posible las preguntas. El objetivo es no constituir un stock de clientes descontentos ante la espera, manteniendo un número mínimo de estos interlocutores para mantener una presión sobre los asalariados… ¡y asegurándose de que jamás habrá teleoperadores desocupados!

      Posteriormente, tendremos la oportunidad de mostrar que este principio del flujo tenso caracteriza también el trabajo de creación de bienes y servicios, es decir, el trabajo de los ingenieros, de los ­técnicos y de los cuadros que participan en los vastos colectivos laborales organizados en proyectos: aquí cada uno debe entregar el resultado de su trabajo en un plazo previsto a fin de no perjudicar a sus colegas de etapas posteriores. Programas informáticos específicos (groupware o collecticiels, en francés) manejan al mismo tiempo los flujos y los calendarios apremiantes de las devoluciones (entregables en el argot vernáculo) de estos cuellos blancos. Finalmente, para que el sistema sea eficaz en su conjunto, todos esos flujos de materias (en la industria, el comercio y servicios diversos) o de informaciones técnicas y específicas en los oficios (cálculos o diseños de ingenieros, información médica, valores monetarios, etcétera) deben circular permanentemente o ser accesibles en cualquier momento o en cualquier punto del terri­torio globalizado. Así pues, las tic son una condición necesaria para el funcionamiento en flujo tenso generalizado; pero requieren para ellas mismas las condiciones que proporcionan a los demás sectores. Es decir, todos los sistemas (globalizados) de producción, de archivo y de procesamiento de la información exigen la organización del flujo tenso; aquí el concepto de flujo tenso se entiende en el sentido de que no podría romperse –no hay, en esencia, stock en un sistema informacional que funcione en tiempo real–, salvo poniendo en peligro todo el edificio de producción y de intercambios.

      Los significados ocultos del flujo tenso

      Es necesario discutir la esencia de este nuevo principio: cualquier asalariado, comprometido en una producción de este tipo, no puede ser exonerado de la necesidad de mantener la continuidad del flujo debilitado. Si desea abstraerse momentáneamente es responsable de haber permitido que la situación se deteriorara hasta la ruptura del flujo con las consecuencias en las etapas iniciales y en las finales. En este sentido, tal principio es revolucionario porque contiene en sí mismo una norma de movilización en el trabajo. En otros términos, obliga al asalariado a movilizarse, a correr, a tratar con urgencia problemas inmediatos –y algunas veces inéditos– para mantener la producción continua. De ahí el concepto de implicación forzada (Durand, 2004) para caracterizar ese modelo productivo. Si actualmente insistimos en la dimensión forzada para el asalariado de asegurar sus responsabilidades, que es inherente al debilitamiento del flujo –con reducida mano de obra–, el oxímoron utilizado también muestra el hecho de que se trata de asumir cierta movilización, es decir, un juego y una apuesta por hacer bien su trabajo manteniendo el flujo productivo debilitado. Esencialmente, de lo que trata esta obra es de la implicación, pero no puede omitirse que esta tiene lugar en un contexto en el cual es en gran medida obligatoria; de ahí, además, que otros autores recurran a la noción de cooperación forzada (Coutrot, 1998), en un sentido distinto –se trataba de una cooperación impuesta directamente por el rendimiento accionarial surgido del trabajo–, pero de hecho bastante cercano.

      La obligación por el flujo tenso no es un juicio de valor sobre la aceleración de los ritmos de trabajo, en especial en los empleos terciarios; en efecto, las direcciones de empresa rápidamente reconocieron que la supervisión de proximidad ya no era necesaria, puesto que los asalariados ejecutantes cumplían el trabajo por sí solos, sometidos al principio de la implicación forzada vinculada al flujo tenso. Esa fue la famosa reforma gerencial que suprimió el nivel jerárquico antes mencionado. En otros términos y para utilizar una fórmula que suene bien, puede decirse que el «policía está en el flujo», es decir, que si el objetivo es la continuidad del flujo, las nuevas condiciones de debilitamiento del flujo mismo junto con la reducción de los efectivos crean una nueva norma productiva que compacta la implicación –alcanzar objetivos en un trabajo algunas veces aumentado y más interesante– y la obligación (Durand, 2004). Por otra parte, esta misma compactación transforma la naturaleza de las obligaciones «objetivándolas»: ya no es un hombre quien dirige, es un sistema mecanicista que impone los ritmos de trabajo y las obligaciones. Casi podría hablarse de «naturalización» de las obligaciones en tanto la dimensión humana y social desapareció en beneficio de una fuerza sistémica impersonal, por lo tanto, difícilmente identificable e inatacable.

      Observemos ahora que, en la implicación forzada, los asalariados viven por lo menos tantas fuentes de implicación como de percepción de las obligaciones. El debilitamiento voluntario de los procesos de producción no podía acompañarse del mantenimiento de las tradiciones fordianas que, por ejemplo, fabricaban piezas defectuosas luego destruidas, o que tomaban tiempos muy largos de cambio de fabricación –uno no se preocupaba de las etapas finales o de las salidas, ya que toda la producción ¡se vendía!–. Este debilitamiento de los flujos, para ser viable económicamente, pronto significó que las averías eran una calamidad, que la mala calidad bloqueaba la producción en las etapas