No apaguéis el espíritu. Conversaciones con Jacques Dupuis. Jacques Dupuis. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Jacques Dupuis
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9788428834940
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era el único oficial del Vaticano en la misa, pero su presencia era muy significativa y un homenaje al hombre que había realizado una importante contribución al PCDI durante sus diez años como consultor.

      Me conmovió profundamente antes de la misa el que el joven estudiante jesuita rumano antes mencionado pusiera una rosa roja sobre el ataúd de Dupuis. Había perdido a un buen amigo; la Iglesia católica había perdido a un teólogo pionero que había contribuido grandemente no solo con la Iglesia de la India, sino con la Iglesia universal y con la comunidad cristiana más amplia en el diálogo con las otras grandes religiones del mundo.

      Este libro-entrevista representa su contribución final a esa relación tan importante. Tiene su historia particular, primero considerando la génesis y los contenidos del libro y, segundo, relacionado con el motivo por el que ha tardado tanto en publicarse.

      El libro fue idea mía, pero Dupuis le puso el título: No apaguéis el Espíritu. Él también insistía en añadirle tres artículos y tres apéndices al libro-entrevista, para ofrecer una más completa y profunda elaboración de algunos puntos cruciales planteados por él en nuestras conversaciones. Dos de ellos, sin embargo, han sido publicados ya en otros lugares (como se puede ver en la nota editorial de este libro un poco más adelante) y, por tanto, no han sido incluidos aquí. El tercero, «La teología del pluralismo religioso, revisada», es el capítulo 4, puesto que es el único que no ha sido publicado aún. En él, Dupuis resalta los puntos principales en los que siente necesario aclarar o matizar su posición a la luz del debate surgido tras sus dos libros.

      Dado que este libro se terminó el día de Navidad de 2004, ¿por qué entonces ha tardado trece años en ir a la imprenta?

      Para responder a esta pregunta es necesario remontarse a finales del año 2003, cuando terminamos el proyecto original (capítulos 1 y 2). El P. Dupuis me escribió entonces una carta en la que me preguntaba por el asunto de la publicación. Decía claramente que no quería que se publicara el libro mientras Juan Pablo II fuera papa y el cardenal Ratzinger, prefecto de la CDF. Sin duda, no quería arriesgarse a tener nuevos problemas con la CDF como resultado de este libro. Nunca consideró la posibilidad de que el cardenal Ratzinger pudiera suceder a Juan Pablo II como papa, pues era ampliamente conocido que Ratzinger quería retirarse. Además, ya que conocía bien el mercado, decía que él buscaría editor cuando Juan Pablo II y el cardenal Ratzinger ya no estuvieran en activo. Pensaba que Orbis Books debería ser la primera opción, dado que ahí había publicado sus primeros trabajos.

      El P. Dupuis murió más de un año antes que Juan Pablo II; después, el cardenal Ratzinger fue elegido papa en abril de 2005, gobernando la Iglesia como Benedicto XVI hasta su renuncia el 28 de febrero de 2013. Respetando la voluntad de Dupuis, sentí que no podía publicar este libro en esos años y, por tanto, el manuscrito reposaba en una estantería de mi estudio.

      El 13 de marzo de 2013, el cardenal arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio, fue elegido papa y tomó el nombre de Francisco. Era el primer jesuita que llegaba a ser papa. Trajo una bocanada de aire fresco y de apertura a la Iglesia católica, junto con un clima de gran libertad en muchos campos, incluyendo el mundo académico y el diálogo con las otras Iglesias cristianas y las principales religiones del mundo, como se puso de manifiesto en su discurso a los obispos de Asia durante su visita a Corea del Sur, en agosto de 2014. Supuesto este nuevo clima en la Iglesia, sentí que había llegado el momento de buscar editor para No apaguéis el Espíritu. Se lo comenté al P. Adolfo Nicolás, por entonces general de los jesuitas, y le pregunté si deseaba leer el manuscrito antes de la publicación, dado que Dupuis mencionaba a muchos miembros de la Compañía de Jesús y también de la Universidad Gregoriana. Me respondió sin dudar: «¡Lo leeré en cuanto se publique!».

      A finales de enero de 2016, el P. James Martin, el conocido jesuita norteamericano, estaba en Roma y cenamos juntos. Le enseñé el manuscrito y, echándole una rápida ojeada, me puso en contacto con Jim Keane, uno de los editores de Orbis Books. El resto ya es historia.

      Durante una visita al Líbano, en mayo de 2016, tuve un encuentro fugaz con Peter Hans Kolvenbach en la comunidad de la Universidad de St. Joseph, en Beirut. Él había sido el superior general de la Compañía de Jesús desde 1983 hasta 2008, y apoyó firmemente a Dupuis. Le dije que este libro-entrevista se publicaría pronto, y, cuando le mencioné que Dupuis le dedicaba grandes elogios en el libro y le expresaba su gratitud por el inestimable apoyo que le había brindado, especialmente en esos últimos años difíciles, el P. Kolvenbach me miró y me dijo: «¡Me siento honrado!».

      Estoy seguro de que el P. Dupuis se alegra en el cielo de la publicación de su testamento en Orbis Books. También me hace feliz que esta obra, en la que trabajamos durante largo tiempo, vea ahora la luz del día. Agradezco en particular al P. Gerry O’Collins sus valiosos consejos y su ayuda en todo este esfuerzo.

      Quisiera terminar esta introducción citando un fragmento de la respuesta que me dio el P. Dupuis cuando, en junio de 2003, le pregunté: «Si al final de los tiempos Cristo le pidiera cuentas del trabajo que ha hecho, ¿qué le diría?». Lo hago porque creo que su respuesta revela mejor que ninguna otra en este libro la profunda espiritualidad de este pionero y teólogo jesuita que dedicó su vida entera a Jesucristo y su Iglesia. Esto fue lo que me respondió:

      Cuando esté al otro lado, no puedo imaginarme a mí mismo dando cuentas al Señor del trabajo que he hecho. Ni siquiera pienso que ese rendir cuentas mío sea necesario. El Señor conocerá mi trabajo incluso mejor de lo que yo mismo lo conozco. Solo puedo esperar que su valoración de él sea más positiva que la de algunos de los censores y, ay de mí, que la de la autoridad doctrinal central de la Iglesia.

      Por mi parte, solo quisiera dar gracias a Dios por el don de la vida humana y por la llamada a compartir su propia vida divina en su Hijo Jesús; también quisiera darle gracias por la vida tan llena que, sin mérito alguno por mi parte, me ha regalado a mí, su siervo indigno, y por las muchas oportunidades que me ha dado para aprender a amarle y servirle.

      Confío en que el Señor, que conoce los secretos del corazón, sabrá que mi intención al escribir lo que he escrito y al decir lo que he dicho ha sido solo para expresar lo mejor que he podido mi profunda fe en él y mi total dedicación a él.

      Más que tender a hablar yo, cuando nos encontremos, espero oír del Señor, en lugar de mis fallos y deficiencias, una palabra de consuelo y aliento. Rezo para que el Señor me invite a entrar en su gloria para cantar sus alabanzas por siempre. Ojalá pueda escucharle diciéndome: «Muy bien, siervo honrado y cumplidor; has sido fiel en lo poco, te pongo al frente de lo importante. Entra en la fiesta de tu Señor» (Mt 25,21).

      Amén.

      GERARD O’CONNELL

      Roma, Italia

      PRIMERA PARTE

A VISTA DE PÁJARO

      1

      LOS ANTECEDENTES

      –P. Dupuis, déjeme comenzar dándole las gracias por haber aceptado mantener estas conversaciones. Estoy seguro de que ayudarán a un gran público a familiarizarse con su persona y su trabajo. Me gustaría empezar haciéndole algunas preguntas sobre los primeros años de su vida. Tal vez podría usted comenzar hablándome de sus padres, su familia, el lugar donde nació en Bélgica y donde pasó usted sus primeros años, donde fue al colegio, y sobre el ambiente cultural en el que creció.

      –Nací el 5 de diciembre de 1923 en Huppaye, en la provincia de Brabante, en Bélgica. Vengo de una familia acomodada con una larga tradición de profesiones liberales. Mi padre, Fernand, era ingeniero y se convirtió en el gerente general de una importante fábrica de metalurgia pesada. Mi madre, Lucie, venía de una tradición de profesionales de la notaría. En su vida profesional, mi padre era muy exigente consigo mismo y con los demás; era un perfeccionista que no toleraba la mediocridad. Pero, al mismo tiempo, era muy humano en el trato con sus más de mil subordinados y un ejemplo para ellos de honestidad profesional y seriedad. Era extremadamente justo en el trato con todos, y, a pesar de lo exigente que era, se las arregló