¿Hubo socialismo en la URSS?. Jaime Canales Garrido. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Jaime Canales Garrido
Издательство: Bookwire
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Жанр произведения: Изобразительное искусство, фотография
Год издания: 0
isbn: 9789874039224
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están en la misma posición en relación con los medios de producción, esto es, son trabajadores de una sola empresa socialista.

      La condición sine qua non de la realización de las tareas políticas de la dictadura del proletariado es el desmontaje de la máquina del Estado burgués, particularmente de sus segmentos de represión y de explotación, y la creación de un nuevo aparato de Estado proletario, que ya no será un Estado en el sentido estricto del concepto.

      Se podría decir que la base política de semejante Estado proletario -claro está, sin las anomalías introducidas en el Estado Soviético a partir de 1953- son los Soviets u órganos de poder de un tipo semejante, que se tendrían que caracterizar, entre otras condiciones y propiedades, por:

      — Otorgar a las masas de trabajadores todas las condiciones y oportunidades para la participación real en la gestión del Estado;

      — El establecimiento de relaciones estrechas e inmediatas de los trabajadores con los órganos de poder de tipo soviético;

      — La unión del poder legislativo y el ejecutivo, que permite no sólo legislar, sino también controlar la aplicación y cumplimiento de las leyes;

      — La responsabilidad de los diputados ante sus electores, y el derecho obligatorio y de fácil ejecución de estos de retirarles sus mandatos;

      — La rotación obligatoria y constante en sus cargos de los diputados de todos los niveles;

      — La remuneración de los diputados y los funcionarios públicos, incluyendo los del poder ejecutivo, que no deben estar por encima del promedio de salarios de un obrero calificado.

      La principal tarea económica de la clase obrera es el desarrollo de las fuerzas productivas que han heredado del capitalismo, y el establecimiento de nuevas relaciones socialistas de producción.

      Para alcanzar lo referido, no sólo es necesario erradicar de la economía todas las estructuras no socialistas, sino también transformar la propiedad estatal resultante de las nacionalizaciones o confiscación de la propiedad privada, es decir, transformar el sector estatal de la economía en un sector verdaderamente socialista.

      Con todo, podríamos afirmar que la tarea y, a la vez objetivo económico integral de la dictadura del proletariado es la socialización del producto social excedente (plus producto) o suplementario global, producido por el aparato socializado de producción. En otras palabras -y por así llamarla- la apropiación por parte de los trabajadores de la renta nacional.

      Así, en los marcos del horizonte histórico en que la dictadura del proletariado se desarrolla, la clase obrera tiene que ir de la socialización formal de los medios de producción -ya sea en forma de estatización, nacionalización, expropiación, confiscación o creación de propiedad colectiva- a la socialización real del producto global excedente.

      La socialización real o verdadera de la propiedad sobre los medios de producción presupone no sólo y no tanto el desarrollo del sistema de planificación económica científica, cuanto la incorporación de todos los trabajadores organizados al proceso de determinación de las principales directivas y objetivos de la economía socialista y a la distribución equitativa de su producto, en suma, de la renta nacional.

      Por lo tanto, la formación de un titular colectivo o de un auténtico propietario de la propiedad colectiva de bienes es un largo proceso, que se inicia con su papel de amo nominal de dicha propiedad, pero actuando como un controlador de la burocracia en lo que atañe al sector público y cumpliendo el rol de titular en el sector cooperativo de la economía.

      Solo aprendiendo a determinar y realizar sus necesidades económicas y sociales de desarrollo, bien como controlando con rigor el aparato burocrático del Estado, la clase obrera será capaz de transitar de la producción de mercancías a la de productos, lo que creará las condiciones materiales para la gradual extinción del dinero en la medida en que este pierda o se atrofien sus propiedades de capital, de instrumento de cambio y de medio de atesoramiento.

      La vía para resolver esa tarea radica tanto en la superación del carácter burocrático de la propiedad estatal -controlada por la burocracia central- como en la eliminación de las limitaciones de índole sectorial o local, que impiden el control directo de la propiedad colectiva por parte de los trabajadores.

      Si el proletariado cede el control efectivo de sus propios medios de producción a cualquier grupo -ya sean instituciones o estratos sociales- estos pueden utilizar este control en sus intereses sociales egoístas. Por tanto, estos grupos, instituciones o capas sociales tendrán la oportunidad para asignarse o apropiarse no solamente de una parte del producto social -desproporcionada en relación con su contribución al mismo-, sino -y lo que es más peligroso- tendrán la posibilidad y capacidad para frenar el desarrollo de las relaciones socialistas en la sociedad de transición, lo que inevitablemente creará el peligro de la restauración del capitalismo.

      Y dicho peligro será cada vez más poderoso en la medida en que la propiedad de la clase obrera -por definición, dueña de la propiedad colectiva- adquiera un carácter nominal, en el que muchos de los trabajadores -en el sentido social más amplio de la palabra- dejen de tener conciencia de que la propiedad pública es suya, lo que, naturalmente, los hará más vulnerables a la influencia de la manipulación oficial, como aconteció en el período de la perestroika y, poco tiempo después, durante el ilegal gobierno de Yeltsin.

      Para los destinos de un Estado socialista, desarrollado y auténtico, es determinante que los trabajadores no figuren solamente como dueños nominales, sino como los legítimos depositarios y propietarios de los medios de producción y del producto generado con base en su utilización, de modo de que -siendo y teniendo conciencia de ser tales- estén siempre listos para defender su poder y su propiedad social con los medios que se muestren necesarios, incluyendo el recurso a las armas.

      La negativa a resolver el problema de la propiedad social, manteniéndola en manos del Estado y posponiendo indefinidamente la conservación de este como aparato transitorio de una sociedad socialista, no obstante el crecimiento de la economía, la educación, la cultura y la conciencia de la clase obrera, mientras se asevera que “todo le pertenece al pueblo”, inevitablemente conducirá, primero, a la degeneración burocrática del Estado proletario -con el consecuente incremento de tendencias egoístas en su seno y en el partido de vanguardia- y luego a una degeneración burguesa, como ocurrió en la URSS a partir de 1956.

      Una tarea no menos importante de la dictadura del proletariado, sin la cual el socialismo es simplemente impensable, es la creación de una base científica y técnica de las más avanzadas, que abra perspectivas reales para la victoria sobre el capitalismo en el ámbito de la productividad del trabajo social.

      Sin embargo, la solución de dicho problema solo debe lograrse por medios socialistas en estrecha relación con el desarrollo de las relaciones socialistas de producción.

      Cualquier intento de desarrollar la base material y técnica, a largo plazo, con la ayuda de las relaciones de mercado dará lugar, inevitablemente, a una brecha entre el objetivo socialista y los mecanismos no socialistas, esto es, de carácter capitalista, para lograr dicho desarrollo. Como resultado, estos fondos comenzarán a actuar como una especie de fin en sí mismos, lo que inevitablemente conducirá a la deformación del modo de producción socialista, a la preservación de la socialización formal y a la creación de premisas para la restauración del capitalismo.

      Otra de las tareas políticas de la clase obrera reside en el hecho de que, en la medida del fortalecimiento de la ideología socialista, deberá transformar los consejos obreros -o, según sea el caso, otros órganos de gobierno del tipo de los Soviets- de órganos de poder de la vanguardia de clase -que actúan en nombre de los trabajadores- en órganos de poder de los propios trabajadores, que pasarán a ejercer este poder directamente, por sí mismos. Es un hecho que la dictadura revolucionaria democrática, así como la proletaria, incorporan a la lucha política y les entregan el poder, inicialmente, no a todos los trabajadores ni a todos los obreros, sino que solo a la vanguardia de los miembros más activos y conscientes de su clase.

      Es precisamente por esta razón que la dictadura del proletariado, en lo