René Salamanca y el clasismo. Enrique Arrosagaray. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Enrique Arrosagaray
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789874039415
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Yo fui un acérrimo peleador en eso. Hoy mismo en lo político y en lo gre­mial, y ves que compañeros excepcionales acá en Córdoba, porque los conozco de la militancia desde muy chicos Pepe Pie, a Moncho Morcillo que es de la alimentación, ¡nos juntamos una vez al mes!, a Walter Grobá.

      Hadad: ... el Gringo.

      Delgado: Claro, el Gringo Schiaretti. Cuando entrás adentro, la misma inercia de lo que te rodea, de los compromisos de los que no podés salir, te obligan, ¿me entendés?, a que ese sentimiento que vos tenías, de a poco...

      –Vas tomando distancia de esos sentimientos...

      Recuperamos ahora, en un veloz viaje de los años 70 al 2000 y pico, los recuerdos y opiniones de Delgado. Es frecuente en Delgado y en muchos de los entrevistados que aparecerán en las próxi­mas páginas, esos saltos de época, con toda impunidad. Delgado sabe que queremos hablar sobre todo, de sus pasos por IKA-Ren­ault. Lo intentamos desde una pregunta muy puntual:

      –¿Cuál era la conducción del SMATA provincial cuando vos ingresás?

      Hadad: Mil cien despidos y después...

      Delgado: ... después quedan 700 en la calle. Entre esos mil y pico estaba yo, pero me retoman. ¿Por qué me retoman? Porque había un capataz, buen tipo, que argumenta que era necesario que… –retro­cede y explica para que entendamos– yo era soldador y soldaba con una máquina que había llegado hacía poquito, se llamaba Galiner, una máquina alemana. Se estaba haciendo el techo del Torino y los únicos que sabíamos soldar éramos dos y justo a los dos nos habían echado. Entonces este capataz, que me conocía, Émeli se llamaba, teníamos una amistad porque tenía un problema de huesos y yo le recomendé ir a Mar Chiquita y fuimos alguna vez. Y entonces él me dice: “Mirá, Delgado...”, y me retoman. Ahí empiezo nuevamente a estar en la oposición. Y después del 70 –ya con la Lista Marrón en la Directiva–, retoman a gente que habían echado para ponerla en contra de Salamanca, contra el grupo nuestro...

      Hadad: ¿Podés dar algunos nombres?

      Delgado: Y... por ejemplo Mentesana. Era una de las cabezas principales, mentor de todo eso. A mí me llama, se sienta conmigo y me dice “mirá, vos sos del peronismo, estos zurdos de mierda, están en el… comoé…”. Le digo “a los zurdos los llevé yo, aparte te­nés al Negro Díaz, hay un chango radical, hay otro independiente, de izquierda pero independiente”. Aparte, no me iba a poner en contra de un compañero que además era un militante, como Salamanca, o como este otro muchachito que desapareció...

      Hadad: ¿Machadito?

      Delgado: ¡Machadito! Y otros que ideológicamente sabía dónde estaban. Yo siempre discutí, como discutí con la gente de Monto­neros en el sentido de que el foquismo no servía porque si vos sos vanguardia y a la masa la tenés a dos kilómetros, no sirve.

      Machado era un obrero de Grandes Motores Diesel y estaba vin­culado el PRT. Fue secuestrado en dictadura y hasta nuestros días sigue desaparecido. Integró la Comisión Directiva de la Lista Marrón triunfante en 1974, como subsecretario gremial.

      Ya que Delgado es uno de los obreros más antiguos de IKA que encontramos, le preguntamos sobre Elpidio Torres, personalidad incluso de la CGT y de todo el movimiento obrero de Córdoba has­ta la Huelga Grande, cuando su prestigio se desplomó.

      –¿Era un dirigente muy fuerte, sólido, Elpidio Torres?

      Delgado: Torres es uno de los militantes que…, lo calificaría con un 51, un poquito más del 50 –por ciento–. Porque no era un acérri­mo derecha derecha, ¿me entendés? Porque en las luchas por algu­nas reivindicaciones, estaba al frente. En su primera etapa ¡muy al frente!

      Hadad: Era un luchador nato.

      Delgado: Era un luchador. Cuando yo hago esto de historia, creo que hay que contar la historia verdadera para que la gente pueda calificarlo como corresponde. Hay que dar el lado bueno porque el Negro Torres se sentaba con Agustín Tosco, se sentaba con el Negro Atilio, nos sentábamos juntos a discutir la cosa de la lucha. Si bien él siempre estaba un pasito más abajo que Tosco, que era un hombre imponente a enfrentar o el Negro Atilio era otro, que surge del pe­ronismo. Te estoy hablando de un hombre de izquierda como era Agustín Tosco que reivindico como un gran luchador, ¿viste?; y ahí lo tenés al Negro Atilio. Y en tercer lugar lo tenías a Elpidio Torres. También había dirigentes petroleros, de Obras Sanitarias, excelentes compañeros peronistas que estaban en la lucha. Algunos ya estaban en el Peronismo de Base, algunos de petroleros, de la madera...

      Hadad: ¿Borelli?

      Delgado: ¡Borelli, claro!, era de Obras Sanitarias. Nos permitieron mimeógrafos. Había secretarios generales que no estaban compro­metidos con la lucha grande, pero sí eran comprometidos con la clase.

      –Y en el caso de Atilio López ¿cómo podrías valorar su conducta cuando venía el Cordobazo?

      Delgado: fue uno de los de la vanguardia. Acá tengo que desta­car dos cosas y quiero que eso se sepa porque muchos dicen que la vanguardia del SMATA fue Torres y no fue así. O no fue totalmente así; la clase lo puso a la cabeza y se tuvo que poner, eso sí. Cuando nosotros llegamos a la Plaza España ahí hacemos una asamblea, y dijo: “No, no entremos al centro porque nos van a reprimir”. Y los delegados dijeron: “¡No, quienes tienen que decir es la gente!”. Torres estaba como dirección, venía a la cabeza. Pierde la asamblea y no le queda más alternativa que jugarse adelante. Él esquivaba algunas cosas pero... Esa salida, si bien es cierto que estaba conver­sada y acordada con algún sector de los militares, políticamente, de presionar y poder cambiar el gobierno, está… comoé... Estaba acordado con todos los dirigentes, todos los dirigentes sabían esto. Tosco, López y algunos otros, delegados como nosotros...

      –A ver si entiendo bien: vos decís que había un acuerdo de un sector sindical con un sector militar para rajar a Onganía...

      Delgado: ... yo separaría esto. Si bien directamente algún diri­gente como por ejemplo Tosco, no, se trajo a la mesa de la discu­sión. Se analizó que nos favorecía...

      –Perdón, ¿qué es lo que se trajo a la mesa?

      Delgado: Esa posición. Que si nosotros hacíamos presión frente a una realidad, si la hacíamos tranquilos, en paz, etcétera, etcétera...

      Hadad: Se acababa...

      Delgado: ... se acababa y se caía lo más duro del… comoé… y posiblemente había una elección.

      –Qué era lo más duro, ¿Onganía? ¿O estaba representado en Onganía?

      Delgado: