René Salamanca y el clasismo. Enrique Arrosagaray. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Enrique Arrosagaray
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789874039415
Скачать книгу
lo había rozado una bala. Lo tenía internado ahí medio guardado. Si sabía o no sabía... –nunca lo supo, nos dice. Lo que sí supo es que los grupos de tarea lo secuestraron al psiquiatra–. Se lo llevan a él. Tan es así que hace poco ganó el juicio.

      Entre los mates que la esposa de Delgado sumó más tarde, apa­recen otros nombres sin pausa. Surge, no sabemos por qué, vincu­lado al caso del psiquiatra, el apellido Roggio.

      Hadad: ¿Roggio, el constructor? –arriesga Nicolás Hadad.

      Delgado: ¡Roggio!

      –¿Benito Roggio?

      Delgado: ¡Benito Roggio era el que tenía el poder!, pero sabe­mos cómo es el tema: alguien de la familia, casada con un tío y… comoé…, con un milico de la época. Entonces, él dice que había comprado legalmente...

      –¿vos sabías que las FAP estuvieron a punto de secuestrarlo a Benito Roggio?

      Delgado: ... fueron varios los que estuvieron para secuestrarse acá en Córdoba –dice, haciendo un gesto parecido a una afirmación.

      –Pero con Benito Roggio hubo todo un trabajo de seguimiento durante unos días, vino todo un grupo de Buenos Aires.

      Delgado: Sí, sí, estuvieron unos compañeros de Buenos Aires, sí, sí...

      –Y después no lo hicieron por algo que no sé...

      Delgado: No se hizo porque, te vuelvo a repetir lo que comenté hace rato, había con algunos compañeros, fundamentalmente yo y algunos más de Buenos Aires, que no estábamos muy de acuerdo en algunas acciones. Primó esa decisión. Teníamos suficiente capi­tal para manejarnos, no era para hacernos ricos... –vuelve a un caso anterior–. Con Lokman se hizo esa táctica, pero no las FAP sino los Montos. Y Lokman todos los meses ponía. Él lo que hacía, un pago. No lo molestaron nunca. Por eso él cae en cana porque dicen que él financiaba. ¡Mentira! la idea de los milicos era aprovechar la opor­tunidad, ¿me entendés...? Era mucha guita la que tenía. Era uno de los que más autos tenía, venta de autos, no sé si en toda Argentina.

      Intentaremos volver desde las ramas por las que nos fuimos, aunque nos cuesta meter a Juan Delgado en la planta mecánica. Ahora aparecen apodos, debates sobre el foquismo y otra vez las violaciones a los derechos humanos en su propia persona. Parti­mos poniendo el apodo de alguien que más adelante aparecerá en boca de varios.

      –¿Vos lo conociste al Gordo Antonio?

      Delgado: ... me suena. Nosotros en distintos lados hemos tenido reuniones y te digo más: nosotros a veces nos conocíamos por el apodo y se blanqueó a posteriori. Después nos fuimos blanquean­do. Había una “Mona” acá, pero no sabían cómo se llamaba... –se ríe y se señala–, como Mona me conoció todo el mundo, la dirigen­cia, los compañeros...

      –Es un apodo bastante usado, ¿no?

      Delgado: “Monos” y “Monas” había muchos pero como yo era “la Mona del SMATA”, ahí me relacionaban. Tan es así que cuando a mí me hacen... –se le mete en la memoria del tema de apodos y de los interrogatorios–, una cosa que me puede haber salvado, mirá vos: cuando a mí me detienen, me hacen escuchar una grabación, yo estaba en el Cuerpo de Delegados de Salamanca y estábamos discutiendo el tema político del foquismo, y yo planteo que eso nos llevaba a un lugar con el que yo estaba en desacuerdo. Pero más allá de la grabación que ellos me hacen sentir, yo converso y digo de que “acá hay compañeros con los que podemos tener distintas posiciones ideológicas y de distintos lugares; tenemos que conver­ger y discutir la problemática. Y tenemos, como gremio, que sacar... ¡no estamos de acuerdo con el foquismo!” y sacamos un documen­to nosotros con el tema del foquismo.

      –La guerrilla urbana...

      Delgado: Foquismo, yo planteé foquismo. Para mí estaba equi­vocado. Vos podés armarte, vos podés armar la lucha armada, po­dés adiestrar a la gente, todo lo que vos quieras, para que a pos­teriori estar en condiciones de poder tener un enfrentamiento, si es necesario. Pero primero tenés que concientizar a la base. Que como vanguardia estés a dos kilómetros vos... ¡Es un problema cla­ro, eso! ¡Yo siempre lo he dicho! Y en ese sentido ellos, quienes los tenían detenidos, me quieren decir de que yo tenía conocimiento de todos los que estaban, ahí en dónde estaban, en qué fuerza po­lítica; entonces me preguntaban por fulano y yo les decía: “Síííí, un compañero radical”. Me preguntaron por Albaraz, “síí, es radical”. Y así, ¿me entendés? Me preguntaron por el Negro Olmos. “Es un compañero radical irigoyenista”. Y así me preguntaron por Grsey, por vos –señala a Hadad.

      Hadad: ¿De mí te preguntaron?

      Delgado: De todos, de todos...

      Hadad: Es la primera vez que... Vos sabés que a mí me fue a buscar el D2...

      Delgado: Sííí –esquiva el comentario de Hadad–, nombre por nombre. Ahora ¿quién le dio esa grabación dentro del… comoé? –Dentro del salón sindical en donde se hacían las reuniones de Cuerpo de Delegados–. No sé. Yo, te vuelvo a repetir, yo sospeché mucho de Nájera.

      Hadad: ¿Y qué le dijiste de mí, Negro? ¿Que era radical, también?

      Delgado: No, que eras un compañero al que yo conocí ahí aden­tro, que “es un militante, un compañero que no tiene ideología”, no sé. “Hay un montón de compañeros que son apolíticos...”.

      Hadad: Quién sabe me salvaste la vida...

      Delgado: No, no... De Ramírez, por ejemplo, le dije que era inde­pendiente...

      –¿Y por qué decís eso de Nájera?

      Delgado: Porque..., él fue a la cárcel como si hubiera caído al li­ving de mi casa; entró, él así, ¿viste?, cómodo, tranquilo y empezó a preguntar... “loco, vos estabas en los montos ¿no?, y vos estabas...”. ¡A todos, eh! Pero después a posteriori, rebobinando... –reflexiona, duda–, en aquel momento lo tomé así y después, rebobinando, cuando entró a la dirigencia de los empleados públicos, hablé con él. Me dice “Juan, vos siempre me esquivás”. Y le dije “te voy a decir ideológicamente por qué”, y me dice “porque el VC siempre te rei­vindicó a vos en los volantes...” –se refiere a su partido Vanguardia Comunista–. Le digo “mirá, te voy a ser sincero porque yo soy muy frontal...” y le dije lo que te conté. Y él me dice “no, cuando caí yo estaba más cagado que vos”. Pero él entró a la cárcel como si hu­biera entrado al living, contento, preguntando... –ese recuerdo no se lo saca nadie.

      Hadad: Y salió en poco tiempo, no...

      Delgado: Ahí nomás, enseguida. Y vos te preguntás por qué. Apareció saliendo solo. Bueno, era un chico nuevo, era jovencito...

      –Y como cuadro ¿como lo veías vos? ¿Era sólido?

      Delgado: No. Yo creería que no. Ahora tal vez sí.

      –¿Por qué, entonces, estuvo en esa Comisión Directiva de los mecánicos? ¿Por una cuestión de alianzas?

      Hadad: Era dirigente conspicuo de Transax, era la cabeza visible...

      Delgado: ¿Sabés por qué lo ponen a él? Porque en ese momento la dirigencia de… comoé… en Transax no tenía a nadie. Estaba el Peronismo de Base. Estaba el flaco Cavigliazo, estaba Karlem, toda una serie de compañeros que eran del Peronismo de Base...

      Hadad: Y estaba un tal Luisito Márquez que...

      Delgado: ... y nosotros, el PB, decidimos no integrar la Lista Marrón. Entonces él entra de rebote porque..., no sé si vos lo has sentido nombrar a ese muchacho que también lo iban a poner... Y Nájera era un muchacho que..., era estudiante y venía con esa...

      Hadad: ... Fuerza.

      Delgado: Era muy superficial. Estaba con simpatía del VC, él se autotitulaba del VC...

      Hadad: ... Negro, hay otra cuestión que es sospechosa, digamos. Y es que apareció Luisito Márquez en la línea del PCR, dentro de Transax,