[28] ECqp, n. 131.
[29] ECqp, n. 134.
[30] ECqp, n. 122.
[31] OCÁRIZ, “La universalidad”, p. 560.
[32] Cfr. la “Introducción general” de José Luis Illanes a la edición crítico-histórica de Conversaciones con monseñor Escrivá de Balaguer, Madrid, Instituto Histórico San Josemaría Escrivá de Balaguer — Rialp, 2012, pp. 122-123.
[33] Cfr. Philip GOYRET, “Cattolica”, en ID. (ed.), Dono e compito. La Chiesa nel Simbolo della fede, Roma, Città Nuova, 2012, pp. 284-286.
[34] PABLO VI, Audiencia general del 20 de mayo de 1970, Insegnamenti di Paolo VI 8 (1970), p. 520.
[35] ID., Discurso del 22 de diciembre de 1970, Insegnamenti di Paolo VI 8 (1970), p. 1447.
[36] PABLO VI, Homilía del 30 de junio de 1968, Insegnamenti di Paolo VI 6 (1968), p. 302.
[37] Cfr. ILLANES, “Obra”, pp. 267-268.
[38] Cfr. Philip GOYRET, “Ermeneutica conciliare ed ecclesiologia contemporanea”, Annales Theologici 23 (2009), pp. 405-406.
[39] Cfr. Nuevo Catecismo para adultos. Versión integra del Catecismo Holandés, Barcelona, Herder, 1969; Ubaldo GIANETTO, s.v. “Catechismo Olandese”, en Joseph GEVAERT (a cura di), Dizionario di Catechetica, Leumann, Elle Di Ci, 1986, pp. 123-125; Pedro CHICO GONZÁLEZ, Diccionario de catequesis y pedagogía religiosa, Lima, Bruño, 2006, vol. I, p. 221.
[40] Declaratio ad fidem tuendam in mysteria Incarnationis et Sanctissimae Trinitatis a quibusdam recentibus erroribus, publicada el 21 de febrero de 1972 por la Congregación para la Doctrina de la Fe; texto completo en EV IV, nn. 1558-1571.
[41] Cfr. Luigi SANDRI (ed.), Humanae vitae e magistero episcopale, Bologna, Dehoniane, 1969; Marcelino ZALBA, Las conferencias episcopales ante la Humanae vitae: presentación y comentario, Madrid, Cio, 1971; Lino CICCONE, “Interpretazione e approfondimento della Humanae vitae nel magistero seguente (pontificio ed episcopale)”, en Aurelio ANSALDO (ed.), Humanae vitae: 20 anni dopo, Milano, Ares, 1989, pp. 173-180; Stéphane SEMINCKX, La réception de l’encyclique “Humanae vitae” en Belgique. Étude de théologie morale, Roma, Pontificia Università della Santa Croce, 2006.
[42] Fue particularmente fuerte en Estados Unidos con Charles Curran: cfr., de este autor, su posterior libro Faithful Dissent, Kansas City, Sheed & Ward, 1986 (especialmente p. 17). En ámbito europeo fue muy áspero contra la Humanae vitae el teólogo redentorista alemán Bernhard Häring. Sobre toda esta cuestión, cfr. Basilio PETRÀ, “Teologia morale”, en Giacomo CANOBBIO – Piero CODA (edd.), La teologia del xx secolo. Un bilancio, vol. III, Roma, Città Nuova, 2003, pp. 131-145.
[43] En este sentido se destacó la posición de Josef Fuchs con su negación de un contenido específicamente cristiano de la moral: cfr. su libro Esiste una morale cristiana? Questioni critiche in un tempo di secolarizzazione, Brescia, Morcelliana, 1970.
[44] Particularmente sintomático de este clima fue el libro ¿Infalible? Una pregunta, de Hans Küng, publicado en 1970.
[45] Limitándonos al período anterior a la publicación de nuestras dos homilías, pueden señalarse como escritos fundamentales los libros de Gustavo Gutiérrez, Teología de la liberación. Perspectivas, Lima 1971, y de Leonardo Boff, Jesús Cristo libertador, Petrópolis 1972.
[46] Cfr. Enrique COLOM, s.v. “Teologia della Liberazione”, en Gianfranco CALABRESE – Philip GOYRET – Orazio Francesco PIAZZA (edd.), Dizionario di ecclesiologia, Roma, Città Nuova, 2010, pp. 1426-1429.
[47] Walter KASPER, Vie dell’unità. Prospettive per l’ecumenismo, Brescia, Queriniana, 2006, p. 6.
[48] LG, n. 39, §1.
[49] Cfr. LG, n. 8, §3.
[50] Cfr. PABLO VI, Const. apost. Missale romanum, 3 de abril de 1969, en EV III, n. 1008.
[51] Decreto Celebrationis Eucharisticae, 26 de marzo de 1970, en EV III, n. 2014.
[52] Sobre este punto, ver MIRALLES, “Aspetti”, p. 178. El período de tiempo que tomó esta transición debería disipar las perplejidades a las que se aluden en Pierre LATHUILIÈRE, “Vision de l’Église de don Balaguer”, Unité Chrétienne, n. 134, 1999, p. 14, cuyo planteamiento peca de unilateralidad.
EL FIN SOBRENATURAL DE LA IGLESIA
TEXTO Y NOTAS
1 | Para comenzar, quiero recordaros las palabras que nos propone San Cipriano: se nos presenta la Iglesia universal como un pueblo que obtiene su unidad a partir de la unidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo[1]. No os extrañe, por eso, que en esta fiesta de la Santísima Trinidad la homilía pueda tratar de la Iglesia; porque la Iglesia se enraiza en el misterio fundamental de nuestra fe católica: el de Dios uno en esencia y trino en personas. |
2 | La Iglesia centrada en la Trinidad: así la han visto siempre los Padres. Mirad qué claras las palabras de San Agustín: Dios, pues, habita en su templo; no solo el Espíritu Santo, sino también el Padre y el Hijo... Por tanto, la santa Iglesia es el templo de Dios, esto es, de la Trinidad entera[2]. |
3 | Cuando el próximo domingo nos reunamos de nuevo, nos detendremos sobre otro de los aspectos maravillosos de la Santa Iglesia: esas notas que dentro de poco recitaremos en el Credo, después de cantar nuestra fe en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo. Et in Spiritum Sanctum, decimos. Y, a continuación, et unam, sanctam, catholicam et apostolicam Ecclesiam[3], confesamos que hay Una sola Iglesia, Santa, Católica y Apostólica. |
4 | Todos los que han amado de verdad a la Iglesia han sabido poner en relación esas cuatro notas con el más inefable misterio de nuestra santa religión: la Trinidad Beatísima. Nosotros creemos en la Iglesia de Dios, Una, Santa, Católica y Apostólica, en la que recibimos la doctrina; conocemos al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo y somos bautizados
|