La situación era tan crítica que a los productores ya no les salía rentable producir, haciendo que el comercio se colapsara y que los productores adoptaran economías más de subsistencia, rompiendo todo el comercio que se había creado durante muchos años de prosperidad.
El resultado fue la separación del Imperio romano y la entrada en la Edad Media, un periodo de más de mil años de baja prosperidad. Y no es que la población no fuera capaz de generarla, sino que no existía ninguna forma de dinero sólida, como fue el áureo, que permitiera a la sociedad prosperar y expandirse económica y comercialmente.
La realidad es que las verdaderas causas del fin del Imperio romano como civilización conectada comercial y económicamente fueron estas recetas económicas que hoy nos resultan muy familiares.
2.3. El dinero durante el Renacimiento
La suerte cambió a partir del Renacimiento cuando, en Florencia, la familia Medici (los primeros banqueros del mundo) crearon la segunda gran moneda sólida de la historia: el florín. En aquella época surgieron los primeros bancos, que básicamente ofrecían un servicio de custodia. La población guardaba de forma segura su oro en las bóvedas de los bancos a cambio de un coste. Con el tiempo, los bancos empezaron a crear «papeles» o letras que representaban aquel oro depositado en sus cajas fuertes. El papel, respaldado por oro, era más vendible que el oro en sí mismo, era más fácil de transportar y de intercambiar, y era más divisible. Aunque tardó unos cuatrocientos años en establecerse, finalmente el papel moneda respaldado en oro se acabó imponiendo sobre las propias monedas de oro.
Figura 2. Monedas acuñadas en Florencia durante la Edad Media
Este evento impulsó la aparición del sistema que más prosperidad y expansión económica ha generado: el patrón oro. Los gobiernos terminaron creando bancos centrales que acumulaban el 100 % del oro y después emitían el papel moneda estatal correspondiente. El proceso por el que los bancos centrales se fueron imponiendo y expropiando el valor de los bancos comerciales fue de lo más interesante. Básicamente el gobierno se dio cuenta del poder que representaba tener el control sobre la moneda. Hay un libro que te recomiendo, si quieres profundizar sobre el tema, que me dejó fascinado: ¿Qué ha hecho el dinero con nuestro dinero?, de Ludwig von Mises.
La vendibilidad de esta nueva forma de dinero no tenía precedentes. Era mucho más fácil de transferir y transportar y seguía siendo sólida porque mantenía las características del oro. En pocos años, las sociedades occidentales vivieron el momento de máxima expansión económica y comercial. Esta época, liderada por Gran Bretaña, se conoce como la belle époque y duró desde 1871 hasta 1914. Estuvo caracterizada por el libre comercio, importantes inventos y el nacimiento de una economía global. Esto dio paso a grandes inversiones y a la creación de enormes empresas que permitieron el inicio de la industrialización y la urbanización.
2.4. La Primera Guerra Mundial y el fin del patrón oro
En 1914 el mundo se vio inmerso en el inicio de la Primera Guerra Mundial, que terminó provocando la abolición del patrón oro en la mayoría de países.
Esta guerra, por primera vez mundial, es diferente a muchas otras, y ahora entenderemos por qué. Más que una guerra de armas, fue una guerra monetaria. En los años anteriores las guerras duraban hasta el punto en que la casa real o el gobierno de uno de los países se quedaba sin dinero para financiar las batallas. Esta guerra, en cambio, fue diferente a las anteriores ya que por primera vez los gobiernos, a través de los bancos centrales, tenían el control no solo de su riqueza, sino de la riqueza de toda la población.
El tipo de dinero que utilizaban los ciudadanos eran papeles respaldados por el oro que el banco central tenía guardado en sus cajas fuertes, y los gobiernos podían ir imprimiendo tanto dinero como quisieran aunque no estuviera respaldado por oro, y así financiar la continuación de la guerra. Esto, lógicamente, obligó a los países a abandonar el patrón oro.
Figura 3. Porcentaje del PIB correspondiente al gasto estatal. Broadberry & Harrison, 2005, p. 15
Tal fue el nivel de impresión de dinero por parte de los gobiernos, que hasta que uno de los bandos (Alemania principalmente) no llegó a la hiperinflación —empobreciendo así a toda su población—, la guerra no terminó. Durante los siguientes años, Alemania se vio inmersa en un momento de crisis e inestabilidad absolutas: habían generado tanto dinero que este, en sí mismo, ya no tenía valor.
Figura 4. Variación de la tasa de inflación. Broadberry & Howlett, 2005
Una de las pocas economías europeas que no renunció al patrón oro y que se abstuvo de aplicar políticas monetarias altamente inflacionarias fue Suiza. En consecuencia, el franco suizo vio como todas las otras monedas estatales se devaluaron a velocidades alucinantes.
Figura 5. Depreciación de las monedas nacionales frente al franco suizo durante la Primera Guerra Mundial - George Hall, «Exchange Rates and Casualties During the First World War», Journal of Monetary Economics, vol. 51
Si reflexionamos sobre este hecho, creo que lo podemos definir como una de las acciones más graves e injustas que pueden existir: un gobierno había empobrecido completamente a toda la población del país sin que las personas pudieran hacer nada para evitarlo. Esto solo es posible en modelos monetarios donde el control sobre el dinero recae en una entidad centralizada como es un gobierno. La historia demuestra que la tentación de crear dinero de la nada es demasiado tentadora. Tanto el Imperio romano como muchos otros imperios y países hicieron mal uso del poder de manipular la masa monetaria.
Este hecho generó tal inestabilidad que, unos años más tarde, vivimos la Segunda Guerra Mundial, impulsada principalmente por el malestar generalizado de la población, sobre todo de Alemania, causado por el derrumbe del tipo de dinero que se utilizaba.
2.5. Final de la II GM y acuerdo de Bretton Woods
Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, las principales potencias se congregaron en una reunión conocida como Acuerdo de Bretton Woods. El objetivo fue definir un nuevo sistema comercial, económico y monetario que garantizase estabilidad y evitase otras guerras.
Figura 6. Sede de la reunión para establecer el Acuerdo de Bretton Woods
Durante la reunión de Bretton Woods se acabó adoptando un modelo que beneficiaba claramente a Estados Unidos (la potencia más fuerte en ese momento) y que se basaba en las teorías económicas de John Keynes (keynesianismo). Esta teoría nace con la hipótesis de que es imposible garantizar la estabilidad si no hay una entidad central (banco central) que tenga el control de la oferta monetaria. Estos eran responsables de aumentar la masa monetaria a través de la inflación y, según Keynes, esto promueve la inversión y el gasto, componente clave para que una economía genere prosperidad y evite momentos de crisis.
Se trata de una idea muy controvertida, ya que hay decenas de estudios que demuestran que las hipótesis planteadas por Keynes son incorrectas, sobre todo por la correlación —evitada por los keynesianistas más radicales— entre las políticas económicas y las monetarias. Sin ir más lejos, hemos vivido momentos donde los niveles de inflación e inyección