En la villa del cerebro siempre hay dos bandos disputándose el control
Cuando se establece el campo de batalla, las distintas regiones del cerebro se ponen en guardia. En un lado tenemos el sistema límbico, y en el otro, la corteza frontal. Antes de que decidas a quién hacer caso, recuerda que se necesitan ambos bandos para mantenerte vivo y sano. Sin embargo, este modelo de cerebro dual es útil, porque pone las bases para entender gran parte de nuestro conflicto interno y toma de decisiones. Echemos un vistazo más detallado:
El sistema límbico incluye todas las regiones del cerebro antiguo: la amígdala, el giro cingulado, el hipocampo y el hipotálamo. El sistema límbico es una máquina emocional que solo reacciona ante impulsos e instintos que experimentas como sentimientos e impresiones. Si el sistema límbico tomara las riendas, no tendrías ningún problema. Serías estúpido como un palo, pero no tendrías que contestar a nadie. Tendrías un cerebro que reacciona. La amígdala y el hipotálamo se unirían para decir qué hacer basándose en los sentimientos y las impresiones. Mediante los recuerdos, el hipocampo se acordaría de que uno se siente bien siendo el rey. Robarías mucho. Eliminarías cualquier cosa. Dirías a la gente exactamente lo que piensas de ellos. Es probable que llegaras a matar. Terminarías en la cárcel. Algunas personas terminan en la cárcel porque sus sistemas límbicos controlan literalmente sus cerebros.
La corteza frontal incluye las partes del cerebro moderno: la corteza prefrontal dorsolateral, el fascículo uncinado, la corteza prefrontal ventromedial y la corteza órbitofrontal. Es mucho más considerada que el sistema límbico. La corteza frontal trata solo con hechos y con lógica, y guía la empatía, el juicio moral y la conciencia social. La corteza frontal es la única parte tuya que puede pensar. Al menos de la forma en que definimos pensar: utilizar la mente para considerar o razonar sobre algo. El resto del cerebro es simplemente una máquina. Cuando piensas sobre quién eres, tus valores, creencias, esperanzas y sueños, es la corteza frontal la que está haciendo el trabajo. En breve, la corteza frontal eres realmente tú. Nos gusta la corteza frontal porque es como nuestro padre: útil, asistente y capaz de tomar decisiones. Sin duda, no sería la primera persona a la que acudiríamos para conseguir tranquilidad emocional, pero es quien probablemente podría ayudarte con tus impuestos y quien sabría por qué tu motor traquetea por un arranque en frío.
Una buena metáfora facilitará seguir e incluso «ganar» la lucha cerebral. Puesto que muchos psicólogos adoptan el modelo del cerebro dual, hay muchas metáforas disponibles. Por ejemplo, algunas hacen referencia al sistema límbico como un «cerebro de lagarto» o «cerebro reptiliano» debido a sus intenciones primordiales. Jonathan Haidt, autor de The Happiness Hypothesis, llama a los sistemas de dos cerebros el «elefante» (sistema límbico) y el «conductor» (corteza frontal).5 Daniel Kahneman, economista que obtuvo el Premio Nobel y autor de Thinking, Fast and Slow, se refiere a ellos simplemente como «sistema 1» y «sistema 2».6 Con mucho, la mejor analogía que hemos encontrado es la del doctor Steve Peters, forense y psiquiatra deportivo británico, que llama «chimpancé» al sistema límbico. Se trata de una excelente metáfora para el sistema límbico, porque un chimpancé suele actuar, tiene rabietas y puede ser bastante perturbador. Pero un chimpancé también puede ser tranquilo, somnoliento, adorable y juguetón. Y, lo más importante, un chimpancé nunca quiere hacerte daño porque no conoce nada mejor. Es solo un chimpancé. Nos encanta y hemos adoptado la metáfora del chimpancé como modelo de trabajo. Gracias, Steve. En contraste con tu chimpancé, llamamos «cerebro profesor» a la corteza frontal porque siempre se muestra lógica y solo trata con hechos y verdades.
Si hay un libro que todo deportista debería tener en su biblioteca, ese es el del doctor Peters, The Chimp Paradox.7 No es un libro que trate sobre deporte, pero te ayudará a entender y manejar mejor a tu chimpancé en todos los aspectos de tu vida.
SISTEMA LÍMBICO [CEREBRO ANTIGUO]
La amígdala es el centro de las emociones. Recibe información directamente de los sentidos y después manda señales a otras regiones cerebrales para que podamos responder con rapidez. Es la fuente de las emociones y estados de ánimo, así como de los instintos de supervivencia, como por ejemplo el miedo. Si se eliminara quirúrgicamente, nunca volveríamos a ponernos nerviosos ni enfadados. Pero tampoco nos enamoraríamos ni practicaríamos sexo. No tendríamos nada de esto.
El giro cingulado ayuda a regular las emociones y el dolor. También está implicado en el filtrado de recuerdos. Una parte del giro cingulado, la corteza cingulada anterior, regula el autocontrol y el esfuerzo.
El hipotálamo ayuda a mantener el control de la amígdala asegurándose de que las funciones corporales, los instintos y los impulsos estén equilibrados. Funciona como un termostato para cuatro cosas —comida, diversión, fiebre y sexo— y maneja la función endocrina (secreción hormonal).
El hipocampo retiene los recuerdos en el cerebro, los buenos y los malos. Si dañamos el hipocampo, seremos protagonista de la secuela de 50 primeras citas.
CORTEZA FRONTAL [CEREBRO MODERNO]
La corteza prefrontal dorsolateral se ocupa del análisis, el pensamiento racional y la lógica. Es nuestra potencia mental. (Técnicamente no es una estructura anatómica, sino una función.) No madura del todo hasta los veintitantos años. Y no nos damos cuenta de ello.
El fascículo uncinado es un «tracto fibroso» de 4 o 5 centímetros, que funciona como línea directa entre lo sensato y lo estúpido (y, por extensión, entre los instintos de supervivencia y la lógica). Nadie parece saber con seguridad qué hace, pero es probable que transmita información a la velocidad de la luz entre los centros de la emoción y los centros racionales.
La corteza prefrontal ventromedial ayuda a mantener en funcionamiento los instintos de supervivencia y las emociones, ayuda a tomar decisiones moral y socialmente aceptables, nos permite empatizar con los sentimientos de otras personas y detecta la ironía y el sarcasmo.
La corteza órbitofrontal también ayuda a tomar decisiones responsables controlando los impulsos y las emociones, pero puede sopesar las consecuencias de las recompensas y los castigos. Nos ayuda a averiguar de qué nos podemos librar. Es una de las razones por las que en la actualidad no nos encontramos en prisión.
Chimpancé frente a profesor: Cuando se arma la gorda
En un mundo ideal, el cerebro chimpancé y el cerebro profesor serían buenos vecinos. Igual que cuando el vecino te habla por encima de la verja y te pide algo prestado. Educado y considerado. Este es el escenario ideal:
− Tu chimpancé experimenta un deseo de… [escribir algún instinto: comer, esconderse, correr, practicar sexo].
− Tu chimpancé pide al cerebro profesor permiso para satisfacer el deseo.
− Tu cerebro profesor considera cuidadosamente la petición, utilizando solo hechos y lógica.
− Tomas una decisión que beneficia tanto al chimpancé como al profesor.
− Todo el mundo está satisfecho y después vivimos felices.
¡Ojalá las cosas fueran tan sencillas! Pero no es así. En realidad, tenemos un problema importante: tu chimpancé es un pendenciero. Y este pendenciero tiene reflejos rápidos como la luz y poderes sobrehumanos de persuasión.
Conoce a tu primate interior, tu cerebro chimpancé
Hay estudios científicos de neurociencia y psicología cognitiva