Katherine no se considera una deportista. Podríamos preguntarnos: ¿Y qué? Si ella sale a espacios exteriores, disfruta de la mayoría de sus experiencias deportivas y lo hace lo mejor posible, ¿es en realidad necesario un análisis más profundo? Bueno, esto depende de Katherine. Nuestro examen para ayudarla a decidir si merece la pena estudiar más su caso discurre de esta forma:
Simon: Katherine, ¿te interesa trabajar en cómo piensas y sientes sobre ti misma como deportista?
Katherine: ¿Qué quieres decir?
Simon: Bueno, hemos observado que cuando hablas sobre ti misma, a menudo dices cosas que sugieren que no te sientes digna de considerarte una deportista.
Katherine: Bueno, eso se debe a que no lo soy. Quiero decir, por eso busco un entrenador. Quiero convertirme en deportista.
Simon: A eso me refiero. Tú ya entrenas y compites como corredora, pero no te consideras una deportista.
Katherine: ¿Te refieres a la mentalidad?
Simon: Sí, más o menos. Más bien a cómo piensas sobre ti misma. Tú quieres mirarte al espejo y ver a una deportista, por dentro y por fuera, ¿verdad?
Katherine: ¡Sí!
Dado que sabemos que un autoesquema puede influir en otro, no debería sorprendernos que Katherine fuese autocrítica también con algunas de sus otras identidades. Tal vez con solo fijarnos en su área deportiva podríamos esperar ver alguna influencia sobre otros ámbitos de su vida.
Problemas comunes de identidad atlética
Katherine tiene lo que llamamos una identidad atlética inmadura: necesita mejorar su sensación interna y externa de ser una deportista. Antes de centrarnos en cómo ayudar a deportistas como Katherine, echemos un vistazo a algunos otros problemas de identidad atlética que nos hemos encontrado en nuestro trabajo con deportistas. Estos tipos son completamente creación nuestra. Sin duda, no han estado sujetos a un análisis científico riguroso, pero reflejan algunos de los temas más comunes que hemos observado, y agruparlos de este modo ilustra la psicología subyacente de la formación de la identidad. Hay muchas otras razones por las que la identidad atlética y el autoesquema precursor pueden ser un poco inseguros. Merece la pena señalar que estos distintos tipos de problemas de identidad no tienen por qué tener soluciones únicas. Encontrarás algunos consejos rápidos para ayudarte a reconfigurar tu pensamiento, pero las verdaderas soluciones llegarán más adelante, en este mismo capítulo, con los ejercicios. El objetivo es ayudarte a reconocer algunos de los pensamientos y sentimientos que experimentas.
Problemas con las discordancias en la identidad
A veces hay una gran discordancia entre los ámbitos interno y externo de nuestra identidad atlética. Por ejemplo, si otros nos consideran un deportista pero nosotros no nos sentimos como tal, entonces existe una discordancia. A la inversa, si te sientes deportista pero algunas personas te dicen todo el tiempo que en realidad no lo eres, se da también una discordancia. La discordancia en la identidad también puede desarrollarse de formas sutiles. Por ejemplo, en Estados Unidos hay una percepción creciente de que alguien no es un verdadero triatleta hasta que no ha participado en un Ironman. Simplemente pregunta a cualquier deportista más o menos novato cuántas veces le han preguntado cuándo hará una competición con la distancia de un Ironman. Puede llegar a ser bastante irritante.
Nuestras identidades atléticas interna y externa también pueden divergir debido a la gente con la que pasamos el tiempo. Por ejemplo, yo soy un triatleta de nivel medio que compito en grupos de edad (Simon), que se casó con una campeona del mundo profesional (Lesley). Al principio, mi identidad atlética interna sufrió un duro golpe porque pasé a vivir con alguien que tenía una identidad atlética externa forjada en acero. Cuando de manera constante nos encontramos rodeados por recordatorios de en qué consiste ser un «verdadero atleta» —cómo entrenan, cómo se recuperan, cómo comen—, nuestra identidad atlética interna comienza a dar marcha atrás. Mis épicas carreras de tres horas ya no parecen tan épicas. Si quieres sentirte un tanto inferior, entonces ten una cita con un/a triatleta profesional. Hasta que tu autoesquema por fin se recompone, puede ser dolorosamente desmoralizante.
* Consejos rápidos de ayuda. Asegúrate de ampliar tu propio autoesquema entrenando con gente de distintos niveles de experiencia y capacidad deportiva. Cuando entrenas solo con personas que son mucho más rápidas o mucho más lentas, puede verse afectada la forma en que consideras tu propia habilidad. Cuando los demás te dejan atrás constantemente es difícil sentirse bien, y existe el peligro de la falsa comodidad que llega cuando siempre eres el primero. Una buena estrategia consiste en «periodizar» los compañeros de entrenamiento. Al adaptar tus compañeros de entrenamiento a tu sesión específica o fase de entrenamiento (por ejemplo, en tus días fáciles evitar a los peores), podrás asegurarte de cubrir tus objetivos de entrenamiento, y tu autoesquema no siempre se verá afectado.
Problemas con una identidad volátil
Si tus pensamientos de «soy un deportista» fluctúan en gran medida, entonces se dice que tu identidad atlética es «volátil». Puede que una semana te sientas como un completo machote, pero otra como una completa escoria. No debe confundirse esto con los cambios en la propia confianza, que suelen fluctuar en todos los deportistas. Para quienes tienen una identidad volátil, «sentirse un deportista» está fuertemente influido por los hábitos de entrenamiento. Haz menos entrenamiento y te sentirás menos deportista. Puesto que el entrenamiento constante es la demostración conductual de la identidad atlética, establecer unos hábitos concienzudos de entrenamiento te ayudará a superar los obstáculos y contribuirá a que te sientas un deportista. Esta es una de las razones por las que las lesiones crónicas pueden ser tan problemáticas desde el punto de vista emocional. Es como si alguien estuviese negando tu condición de deportista.
* Consejos rápidos de ayuda. La constancia y la exitosa realización del entrenamiento son claves para ayudarte a estabilizar tu identidad atlética. Establece objetivos y patrones asequibles que puedas mantener durante semanas y meses, no solo un fin de semana. Pegarte una dura sesión después de un descanso para disparar tu sentido de «ser un deportista» puede funcionar durante algunos días, pero no es sostenible y a menudo demuestra ser un seguro para las lesiones.
Problemas que conlleva buscar una identidad anterior
Si tienes experiencias anteriores de ser un «buen» deportista pero diversos acontecimientos vitales y decisiones te han convertido en una versión inactiva y en baja forma de ti mismo, volver a practicar deporte puede desencadenar una crisis de identidad, porque los regresos suelen evaluarse emocionalmente con tu yo anterior. Tal vez utilizaste el de uno de los mejores deportistas locales. Todo el mundo te conocía como el chico listo, porque te imponías al grupo de corredores y eras uno de los más rápidos en las sesiones de carreras de tu club. Después de un descanso de dos años debido a una lesión, a trabajo o a cuestiones familiares, vuelves al deporte. Aún eres combativo y competitivo, pero ahora eres más lento que el caballo del malo (al menos en tu opinión). Algunos chicos a los que siempre ganabas parecen haber mejorado mucho y te adelantan sin esfuerzo. Quizá te desmoralices de verdad al ver que tu ritmo es más lento de lo que ha sido jamás. Esto puede ser muy frustrante y, en algunos casos, un reto emocional suficiente para acabar con tu motivación y hacerte preguntar si todo esto merece la pena. La solución en este caso consiste en centrarte en desarrollar una nueva identidad en el deporte, un sentido renovado de lo que es importante y de cómo mides el éxito: tu nueva normalidad.
*