Fundamentos teóricos e históricos de la dirección y la actuación escénicas. Rolando Hernández Jaime. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Rolando Hernández Jaime
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Изобразительное искусство, фотография
Год издания: 0
isbn: 9789587149975
Скачать книгу
(arte dramático), así como por las premisas formativo-metodológicas de las Leyes teatrales de Stanislavski: único procedimiento universal para la formación de actores y directores. En las “Leyes” están incluidas no solo las enseñanzas de Stanislavski, sino también las de sus alumnos directos y las de sus continuadores. Ya en las etapas finales de la formación de los directores —que trataré en libros posteriores—, se debe completar su formación, entre otros temas, con el estudio de los principales aportes de las técnicas que complementan y enriquecen el arte teatral, desde la Comedia del arte hasta las técnicas más modernas de nuestros días.

      1.3.1 Cualidades y capacidades profesionales del director

      En este apartado me referiré a las principales cualidades y capacidades que deben tenerse en cuenta como principios generales para la formación de un director de teatro. En el uso cotidiano, los conceptos de “cualidad” y “capacidad” suelen usarse de manera un tanto indiscriminada y ambigua. Cualidades y capacidades son múltiples, pero las últimas se distinguen por tener un sentido más específico y ser, a su vez, cualidades. Se refieren concretamente a la posibilidad o predisposición de las personas para dedicarse al ejercicio efectivo de alguna actividad; mientras que las cualidades aluden a los signos más generales de esas personas en su manera de ser y comportarse. Como he venido diciendo, múltiples son las cualidades y capacidades que un arte tan multifacético como la dirección escénica exige de la persona que se dedique a su cultivo. A continuación, expondré las que considero más importantes.

      Amplia cultura

      Ninguno de los conocimientos del saber humano le es ajeno al teatro, ya que la realización escénica exige, a quien guía su proceso, amplios conocimientos culturales en varias esferas del saber. En primer lugar, porque el director debe estar capacitado para orientar al amplio equipo de técnicos y especialistas que participan en una puesta en escena; en segundo lugar, porque en las obras se tratan diversos aspectos de la vida de cualquier país y época.

      Para que el futuro director pueda cumplir las complejas tareas que le esperan, el profesor debe tratar de depositar en él un rico y variado cúmulo de información y conocimientos; pero, sobre todo, con ayuda del profesor, el estudiante debe desarrollar hábitos y habilidades que le permitan continuar enriqueciendo su cultura de forma independiente.

      Amplia experiencia de la vida, desarrollada a partir de sus capacidades de atención y observación

      Las capacidades de atención y observación, como base del conocimiento sobre el mundo que nos rodea, son fundamentales en todo artista, pero, en este caso, por la multiplicidad de campos del saber y del arte que abarca el teatro, son capacidades imprescindibles del director.

      El director de teatro debe ser, ante todo, un profundo conocedor de la vida; a ello está obligado, pues la tarea principal de este arte es el reflejo de las problemáticas de la vida y los seres humanos, por lo cual, sin duda, el teatro es la manifestación artística que de forma más directa realiza esta función (que, de diferentes maneras, cumple también toda obra de arte), y recordemos que el director es el principal responsable de que esto se cumpla. Quizás alguien podría rebatir y aducir que ese papel le pertenece al dramaturgo —y es cierto que a este le corresponde una parte importante en la ejecución de la misma—, pero esto solo es así en el plano literario: en lo material y concreto, el reflejo de la vida en la escena, sin duda, el rol protagónico le corresponde al director.

      Patrice Pavis (1988) dice: “La puesta en escena consiste en trasponer la escritura dramática del texto (texto escrito y/o indicaciones escénicas) en escritura escénica”. Y Adolphe Appia (citado en Tolmácheva, 1946: 194): “El arte de la puesta en escena es el arte de proyectar en el espacio lo que el dramaturgo ha podido proyectar solo en el tiempo”. Por lo tanto, al dramaturgo literario o teórico-práctico le corresponde la autoría de la estructura y los contenidos del texto por el que se guía la puesta en escena, pero el dramaturgo práctico de los infinitos matices técnico-artísticos de lo que aparece en la representación escénica del texto es el director, pues es él quien descubre y emplea el amplio conjunto de elementos que exige una escenificación, que, aunque pueden estar sugeridos, no aparecen explícitamente en el texto.

      El director debe basar su conocimiento de la vida en el desarrollo de su capacidad de atención y observación, y en la realización de una labor social muy activa, que le permita sentir el latido de los acontecimientos de la vida que le rodea y conocer las características y las exigencias de los seres humanos del tiempo que le tocó vivir, pues el teatro tiene una profunda dosis de significación vivencial y, por ende, social.

      Fantasía, imaginación y capacidad creativa, basadas en su capacidad de pensar en imágenes

      El director debe ser capaz de pensar en imágenes, de ser un fantaseador o imaginador, términos no comunes en lengua hispana, pero muy ilustrativos de lo que ocurre en la mente de todo artista, pues esta es una cualidad básica y consustancial a su profesión. La capacidad de pensar en imágenes es la que le permite fantasear, imaginar y crear.

      El desarrollo de estas capacidades hace posible que el director alcance los niveles de creatividad exigidos por el complejo sistema de funciones cognoscitivas, técnicas y artísticas que debe cumplir para el cultivo del arte teatral. Estos valores que potencian sus posibilidades como artista demandan un permanente enriquecimiento de sus capacidades mentales; a ellos se debe prestar una atención muy especial y permanente en el proceso de formación de un director.

      Gusto estético definido

      Esta cualidad, como casi todas las del ser humano, puede ser congénita, pero también se puede cultivar y educar. El buen gusto, aunque es algo intangible, solo apreciable por los sentidos, es sustrato de todo lo que se vincula con la estética y, por lo tanto, caracteriza toda obra de arte. El gusto estético es un elemento no palpable de forma externa, pero de absoluta fuerza, sobre todo en el campo del arte; por ello, es un aspecto de suma importancia en la formación de todo artista.

      Cuando de un director de teatro se trata, el cuidado en el desarrollo de este sentido adquiere mayor importancia, porque la obra que él crea no se concreta en él mismo, sino que se materializa a través de otros —fundamentalmente, del actor—; en consecuencia, el sentido del gusto del director debe estar tan definido y tener tanta fuerza como para que logre inculcarlo en aquellos con quienes construye la obra de arte que es la representación escénica.

      Dominio del arte de la organización y la composición

      En buena medida, el trabajo del director en la escena se vincula con la tarea casi permanente de ordenar y componer todos los elementos que allí aparecen, para lograr que expresen lo correspondiente a cada una de las situaciones dramáticas, incluyendo la expresión del cuerpo del actor y su disposición en el espacio. El dominio del arte de la composición se deriva del sentido de la organización que debe poseer el director, quien, en esencia, es un organizador, pues su función, en gran medida, es distribuir y organizar todos los elementos que intervienen en la escena, tanto los externos como los internos que se vinculan con cada creador del espectáculo, particularmente con el actor. Esta labor de ordenamiento lo abarca todo, incluso, y de forma muy importante, los componentes internos, es decir, los procesos mentales, los sentimientos, las acciones y reacciones que debe expresar el actor en escena, los cuales tienen que ser ordenados en el tiempo y en sus intensidades, pues deben corresponder con los momentos en que la acción dramática los requiera.

      En suma, el dominio del arte de la organización y la composición es un rasgo esencial en la profesión del director de escena. La predisposición hacia él puede, en cierta medida, estar implícita en sus otras cualidades, pero esta requiere atención y entrenamientos específicos en los periodos de formación, entrenamiento y desarrollo.

      Cualidades y habilidades sicológicas

      El teatro, como el arte más directa y ampliamente apegado a la naturaleza humana, exige de su director el conocimiento de la misma. De allí que este deba conocer el comportamiento del ser humano y los parámetros que rigen su conducta. Es tal la importancia de esta ciencia para el cumplimiento de las funciones de un director de teatro, que no es descabellado afirmar que, de cierta forma, él es una especie de sicólogo. Esta afirmación tiene una razón esencial,