Salir vencidos o vencedores. Gonzalo Lezo De Córdoba. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Gonzalo Lezo De Córdoba
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Социология
Год издания: 0
isbn: 9788412225143
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       Segundo obstáculo. La familia

       Tercer obstáculo. La cristiandad

       Cuarto obstáculo. La persona (mediante la ideología de género)

       Conclusiones

       PARTE 3

       Cómo recuperar nuestra identidad y vencer al nuevo orden mundial y la ideología de género

       Cómo nos vamos a organizar

       1. Saber quién es nuestro enemigo y qué armas utilizan

       2. ¿Qué plan vamos a seguir? ¿Cómo lo vamos a hacer? ¿Con qué armas vamos a luchar? ¿Quiénes vamos a luchar?

       3. Lista de revoluciones a llevar a cabo

       4. Cómo organizarnos a través de gentealpoder.com

       5. Detalle resumido de las revoluciones necesarias

       La revolución social

       La revolución política

       La revolución económica

       La revolución institucional

       La revolución científica

       La revolución religiosa

       Revolución de la educación y la cultura

       CONCLUSIONES

       Estudio del covid-19: las cifras facilitadas por el gobierno no encajan

       Anexos gráficos del estudio

      Prólogo

      La sociedad actual está inmersa en un sinsentido respecto a cómo llevamos nuestras vidas. Lo tenemos todo, mucho más de lo que podíamos imaginar, y sin embargo nos sentimos asqueados, vamos sin rumbo. Sentimos que cuando luchamos, es una lucha laxa. Vivimos para trabajar para pagar una hipoteca que nunca terminaremos de pagar y casi que moriremos con ella. Cuando llegamos a la jubilación es, en el mejor de los casos, cuando podemos empezar a disfrutar la vida y eso sí llegamos a la jubilación. Pero entre medias hemos perdido la vida que ha ido transcurriendo, preocupados por tener lo que la sociedad nos dice que tenemos que tener para no ser unos fracasados. La vida pasa sin dedicar tiempo a la familia, ni a las amistades ni mucho más importante aún, a nosotros mismos.

      Los gobiernos cada vez nos prohíben más cosas sin darnos cuenta de hasta qué punto han minado nuestras libertades. No hay libertad de convocatoria en la calle y últimamente está hasta prohibido enseñar la bandera de España cuando la propia policía la lleva puesta en su uniforme. En el ámbito de consumo, contratamos servicios de telefonía, abrimos cuentas en los bancos, contratamos con empresas de electricidad que nunca nos dan el servicio que dicen y no atienden nunca nuestras necesidades cuando las planteamos. Las quejas son interminables y recuperar el dinero es infructuoso.

      Nuestra vida familiar ha desaparecido, o al menos la forma humana y civilizada que teníamos antes. Los hijos mandan en las casas, los padres han perdido su patria potestad y sienten, y asumen, que la vida actual es así, y toca aguantar. Nos levantamos todas las mañanas para después de dedicar nuestra vida a una empresa no tener el tiempo ni el dinero para vivir, salir a tomar un refresco con amigos, o disfrutar del tiempo libre en la ciudad o en el campo. La mayoría no gana siquiera lo justo para obtener una libertad económica que le permita al menos disfrutar del tiempo libre sin tener que pedir un préstamo o quedarse acochinados porque no dispone del mismo. Y todo eso, después de dedicar la vida entera de pareja al trabajo. Estamos controlados completamente y a nosotros ese control no nos revierte en nada positivo. Nos vigilan a través móvil, nos vigilan con las cámaras en la calle, en los establecimientos; todo para nuestra seguridad pero la realidad es que los ciudadanos no hemos llegado a verle nunca un beneficio sino más bien un problema y una invasión de nuestra esfera privada. Los corruptos, estafadores, delincuentes se salen con la suya, pero a los que llevamos una vida recta, a la mínima nos dan por todas partes. La nación, que nos identifica como una organización territorial con nuestras costumbres, tradiciones y forma de vida, y que diferencia a un país de otro, nos las han quitado. Es más, nos las han prohibido. Ahora nos imponen que aceptemos los estilos de vida de los que vienen de fuera pero nos niegan los estilos de los ciudadanos que vivimos en nuestra propia nación.

      ¿De verdad es esto aceptable? ¿Acaso lo que nos pasa es que nos hemos acostumbrado a que es así y a que no hay nada qué hacer? ¿Tan débil se ha vuelto el ser humano y tan maleable que hacen con nosotros lo que quieren? Sin embargo, cuando oyes a las personas defender a los demás, a gente que ni siquiera conocen personalmente o cuando les oyes defender una ideología, los defienden a capa y espada. Defienden a personas o a una ideología de derecha o de izquierda, o de lo que sea, porque lo han visto en los medios que lo venden así como un modo de vida ejemplar. Mientras tanto, nos pegamos la izquierda con la derecha para mantenernos distraídos mientras que los corruptos se llevan el dinero y vacían nuestras libertades. La sociedad igualmente defiende a capa y espada la homosexualidad y la ideología de género que nos han impuesto con un fin que ni siquiera sabemos identificar. Defendemos a los de fuera (los extranjeros, los refugiados, etc.) cuando no somos capaces de defender, no ya a los de dentro, si no a nuestra propia familia y, en la mayoría de los casos ni a nosotros mismos. Caemos en pura demagogia y nos mentimos creyéndonos así mejores personas cuando no somos más que falsos apóstoles puesto que lo nuestro no lo cuidamos. En resumidas cuentas, las personas de hoy se han convertido en pura basura que el poder usa y tira para su propio interés. Y esa manipulación no acaba con nosotros, va más allá. Llega a nuestros hijos que ya nacen en esta esclavitud y control, y que lo ven como algo habitual. No sabrán siquiera que están siendo usados y manipulados por el sistema.

      ¿Es posible que vivamos así de mal con todo lo que la especie humana ha logrado? Pensémoslo bien: hoy en día, en el mundo occidental, todo el mundo tiene un techo sobre el que caer. La mayoría disponemos de un trabajo, un coche, podemos comunicarnos a distancia y gozar de todos los lujos que hemos sido capaces de crear. Y, sin embargo, no nos tenemos a nosotros mismos. Nos hemos convertido en esclavos de un sistema. La gran mayoría ni siquiera es consciente de que pasa algo y es algo realmente malo. Notamos que algo no está bien pero estamos satisfechos con lo que tenemos. Nos han acostumbrado a estarlo. Organismos internacionales como la ONU hablan de cosas muy bonitas, 16 en concreto, entre las que se encuentra la ideología de género. Pero a la hora de la verdad, ésta es la única que cubre el 95% de todo lo que proponen hacer. El resto es pura fachada. ¿Qué han hecho por acabar con la pobreza en el mundo que predican en sus cumbres y los 16 puntos que plantean a resolver? ¿Y por la vida del ser humano para hacerla más justa y mejor? ¿Y la alimentación, que es pura basura que nos dan hoy transgénica con excusas que ni se acercan a la realidad? ¿Qué porquería de alimentación con todo lo que se puede hacer, a manos de Monsanto y BASF?

      Pero hay un mundo mejor. Este mundo se puede cambiar a un mundo donde el sufrimiento, la injusticia, la imposición, la retirada de nuestros derechos y libertades, así como las desgracias pueden acabar si luchamos por ello. ¿Qué sentido tiene luchar por el progreso si