De la deconstrucción a la confección de lo humano. Oscar Nicasio Lagunes López. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Oscar Nicasio Lagunes López
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Социология
Год издания: 0
isbn: 9786077817543
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mundo, en una nueva versión del “mundo administrado” del que hablaba la Escuela de Frankfurt a fines de la década de 1940,4 es ahora un “mundo interpretado”, esto es, un mundo en el que lo que se nos ofrece como información, especialmente información relevante, viene previamente interpretada de manera sagaz, maquillada con ciertos tonos atenuantes o agravantes que hacen que la mente se precipite —diría Descartes, siguiendo a Bacon— y llegue pronto a una conclusión programada.

      Ahora bien, aunque el asunto de la posverdad sea presentado como novedoso, sólo lo es en la medida en que, en esta ocasión, ha impactado en las masas por causa del uso desmedido de su método por parte de los medios. Pero en realidad pertenece a esos casos, numerosos, pero del mismo género, en los que la verdad de las cosas es tomada desde este u otro aspecto y, visto un tema en términos generales, termina significando realmente otra cosa. Por lo mismo, dicha cuestión tiene que ver con esa especial prerrogativa que posee el ser humano respecto de la verdad: plantarse ante ella, reconocerla y asumirla como pauta de vida, o ignorarla supinamente, cuando no dedicarse por todo medio a negar su contenido, trastocarla y combatirla por sentirla enemiga de la vida y de su desarrollo pleno.

      En el mundo de la filosofía académica ya había aparecido desde tiempo atrás esta temática, bajo la forma del uso que se le da a la verdad en las diferentes esferas de la vida humana: histórica, social, política, económica, moral y religiosa. Por ello mismo, tres pensadores servirán aquí como pretexto para repensar las condiciones generales de la verdad respecto de la vida humana, y para poner en relevancia la posibilidad de despacharla realmente por inconveniente o de aferrarse a ella como ruta de escape a una situación peligrosa.

       TRES CASOS PARADIGMÁTICOS

      Se tratan aquí las ideas al respecto de F. Nietzsche (1844-1900), M. Heidegger (1889-1976) y R. Rorty (1931-2007). Una de las razones de esta elección específica se debe a la clara unidad de programas filosóficos presentes en los tres pensadores, a saber: desarrollar un modo de pensar y de vivir concebido, en general, como anti-platonismo; otra razón es que en los tres aparece una nomenclatura y enfoques muy similares que permiten ver con claridad la evolución de una misma temática; por último, hay una acusada influencia de Nietzsche en Heidegger, y de ambos en Rorty. Por lo mismo, tomar de ellos ciertos textos concernientes a este tema, compararlos y hacer un análisis crítico permitirá descubrir no sólo la temática común, sino principalmente el alcance que tengan sus propuestas para representar una tentativa de solución al anti-platonismo del que se tilda en todos ellos a toda postura tradicional de la verdad, entendida como verdad del mundo.

       Nietzsche

      a) Ya desde un texto proveniente de su juventud, el primero de sus Cinco prólogos para cinco libros no escritos, titulado “Sobre el pathos de la verdad”, escrito en diciembre de 1872, Nietzsche conecta el deseo de verdad de los filósofos con la intención, siempre frustrada, de perdurar y superar así la finitud; en pocas palabras, con el deseo de fama, un tema típico de Schopenhauer. El autor comienza afirmando: “con la exigencia de que la grandeza debe ser eterna, se enciende la terrible lucha de la cultura”.5 Y tratándose de este deseo de perdurar después de la muerte, esto es, de esta avidez de fama, dice Nietzsche: “Los filósofos son los más temerarios, ya que no sabiendo dónde apoyarse en el escarpado camino, se valen de las alas desplegadas de todas las épocas, ya que ‘el desprecio por lo presente y momentáneo reside en la naturaleza de la contemplación filosófica’”.

      Por esto mismo, Nietzsche concluye: “El filósofo tiene la verdad; la rueda del tiempo puede rodar hacia donde quiera, pero nunca podrá escapar de la verdad”.6

      Se advierte aquí la oposición entre verdad cognitiva y dinamismo real; para Nietzsche, esta oposición genera una disparidad entre verdad y realidad, que es ahondada en escritos posteriores.

      Además, Heráclito es presentado aquí como el modelo del filósofo que en su autoestima, que no es sino estima por la verdad, desprecia la fama del mundo. Pero, “puesto que el mundo necesita eternamente la verdad tiene eterna necesidad de Heráclito, aunque Heráclito no necesite del mundo”. Con todo, concluye Nietzsche: “¡La verdad! ¡Ilusión apasionada de un dios! ¿Qué importa a los hombres la verdad? ¡Y qué era la ‘verdad’ de Heráclito! Y ¿dónde fue a parar? ¡Un sueño fugaz, borrado del semblante de la humanidad, junto con otros sueños! —¡Y no fue el primero!”7

      Y asumiendo conscientemente la figura de “un demon sin sensibilidad”,8 Nietzsche remata con la fábula del “apartado Rincón del universo centelleante” (que inicia también el texto de 1873), aunque ampliada con lo siguiente: aquellos hombres que creyeron inventar el conocimiento, “finalmente se dieron cuenta con gran malhumor de que todo lo que habían conocido era falso. Perecieron, y al morir maldijeron la verdad”.9

      Hacia el final de este texto de juventud, Nietzsche describe la condición del ser humano en este mundo material:

      Al hombre, sin embargo, sólo le conviene la fe en la verdad que se puede alcanzar, la fe en la ilusión, la fe en la ilusión a la que se acerca confiado. ¿No vive en realidad mediante un continuo ser engañado? ¿No le oculta la naturaleza la mayor parte de las cosas, más aún, lo que precisamente le es más cercano, por ejemplo su propio cuerpo, del que solamente tiene una ‘conciencia’ engañosa?10

      Metafóricamente, presenta al hombre “montado en sueños sobre los lomos de un tigre”.11 Y justo en esta condición aparecen las dos opciones que Nietzsche presentará siempre en torno a la temática de la verdad: el arte y la filosofía. En esta disyuntiva aparecen dos gritos: “‘Dejadle que siga montado’, exclama el arte. ‘Despertadle’, exclama el filósofo, en el pathos de la verdad”. El final del texto presenta la continua convicción de Nietzsche ante estas dos “actitudes” humanas: “El arte es más poderoso que el conocimiento, porque quiere la vida, mientras que el conocimiento alcanza como última meta sólo la aniquilación”.12

      b) Al año siguiente, en verano de 1873, Nietzsche prosigue estas reflexiones en el escrito Sobre verdad y mentira en sentido extramoral,13 en el que delineó los trazos de su particular teoría del conocimiento, y sostuvo que la verdad es una mera imposición generacional en la especie humana, nada que ver con la presunta relación de adecuación entre el entendimiento humano y el mundo real que sostenía la tradición. En sus propias palabras, dice en torno a la supuesta “percepción correcta” de un objeto por parte del sujeto:

      Me parece un absurdo lleno de contradicciones: porque entre dos esferas absolutamente diferentes, como son el sujeto y el objeto, no hay causalidad, exactitud ni expresión, sino, a lo sumo, una relación estética, quiero decir una extrapolación indicativa, una traducción balbuciente a un lenguaje completamente extraño.14

      De lleno en esa particular acentuación subjetiva, el joven Nietzsche se pregunta: “¿qué es para nosotros, en suma, una ley de la naturaleza?… en realidad, de ellas tan sólo conocemos lo que nosotros aportamos, el tiempo, el espacio, es decir, relaciones de sucesión y números”.15 Como puede notarse, la influencia de Schopenhauer y, por ende, de Kant, es notoria y consistente en el futuro pensador de la “voluntad de poder”.

      Más aún, para Nietzsche, el impulso humano hacia la verdad no tiene mayor origen que ese “tratado de paz” que los hombres celebraron alguna vez en aras de evitar la soledad y el hastío: “en ese momento se fija lo que desde entonces deberá ser ‘verdad’, esto es, se inventa una designación de las cosas uniformemente válida y obligatoria, y la legislación del lenguaje proporciona también las primeras leyes de la verdad, pues aquí aparece por primera vez el contraste entre verdad y mentira”.16 Así pues, aparece lo que Nietzsche ve como el origen del uso que se le da a la verdad, creada ésta por los hombres como una especie de plataforma, meramente convencional, sobre la cual fluyen las conversaciones y acciones humanas.

      Adentrándose en la misma dirección, Nietzsche pasa