Jesús también es famoso por hacer milagros, y nuestros cuatro Evangelios contienen numerosos relatos de él haciéndolos (véase el cuadro 5.5). El término griego preferido para «milagro» en los Evangelios sinópticos (Mateo, Marcos, Lucas) es dynamis, que significa «poder» u «obra de poder» (p. ej., Mt. 11:20-23; Mr. 6:2, 5). En el Evangelio de Juan, a los milagros frecuentemente se les llama sēmeia o «señales», porque apuntan más allá de sí mismos a la verdad acerca de Dios que Jesús ha venido a revelar (p. ej., 2:11; 12:37).
Las historias de milagros más comunes son los relatos de Jesús cuando sana a los enfermos o discapacitados físicamente; en unos pocos casos incluso se dice que resucita gente. Muchas de estas historias centran la atención en la fe, ya sea la de la persona afligida (Mr. 5:34; 10:52; Lc. 17:19) o de otros (Mr. 2:5; 7:29; 9:23). A veces, las historias de curaciones tienen el propósito de que se lean con un grado de interpretación simbólica. Por ejemplo, la historia de Jesús cuando sana a un ciego lleva al comentario sobre la capacidad de Jesús de conceder conocimiento espiritual (Jn. 9:39).
Cuadro 5.5
Historias de milagros en los Evangelios
Las historias de curaciones se traslapan considerablemente con los relatos de exorcismos. En la Biblia, la posesión por un espíritu inmundo no hace que una persona llegue a ser pecadora o inmoral; más bien, hace que la persona enceguezca o enmudezca, que tenga convulsiones o que quede lisiada, o que experimente alguna otra clase de aflicción física o emocional. Las historias de exorcismos del Nuevo Testamento generalmente se enfocan en la interacción de Jesús con el espíritu inmundo, la persona afectada aparentemente es incapaz de acción o reacción independiente, lo que puede explicar por qué ninguna de esas personas en el Nuevo Testamento alguna vez pide un exorcismo (observe cómo el padre pide ayuda para su hijo poseído por un demonio en Mr. 9:18, 22).
espíritu inmundo: demonio, ser espiritual que habita en las personas y las hace estar enfermas o discapacitadas.
También hay un puñado de historias de milagros en los Evangelios, en las que Jesús rescata a la gente del peligro (el apaciguamiento de la tormenta en el mar) o provee para las necesidades físicas de las personas (la multiplicación de hogazas de pan, la transformación del agua en vino, la producción de una gran pesca). Y, finalmente, hay un par de ocasiones de lo que a veces se llaman «milagros de epifanía», porque sirven para manifestar la presencia divina de Jesús (caminar en agua, la transfiguración).
epifanía: manifestación de la divina verdad o presencia.
En nuestro mundo moderno, las historias de milagros frecuentemente parecen presentar a Jesús como alguien que viola las leyes conocidas de la naturaleza o, de alguna otra manera, hace lo que los científicos consideran imposible. Semejante actitud sería anacrónica para el mundo del Nuevo Testamento, en el que casi todos creían que había fuerzas espirituales y mágicas que podrían permitirle a la gente hacer lo que no podrían haber hecho por su cuenta. De esa manera, la reacción más común a los milagros en el Nuevo Testamento no es incredulidad sino asombro (véase, p. ej., Mt. 9:33-34). Los espectadores reconocen que un poder extraordinario está en marcha; la pregunta supone qué poder y con qué fin.
Historias de pronunciamientos
Los cuatro Evangelios canónicos contienen numerosos ejemplos de lo que los eruditos llaman «historias de pronunciamientos», que conservan la memoria de algo que Jesús dijo (véase el cuadro 5.6). En esas historias, todo lleva a un pronunciamiento climático y provocativo: el dicho, que usualmente llega al final, es la razón de ser de la anécdota (así como la «frase clave» es la razón de ser de un chiste). Esas historias eran populares en el mundo antiguo, y poseemos numerosos libros llenos de historias de pronunciamientos, conservadas para otras figuras antiguas. He aquí un ejemplo de un libro de texto educativo llamado el Progymnasmata por Theon:
Algunas personas fueron a ver a Alejandro el Grande y le preguntaron: «¿Dónde has escondido tu tesoro?». Él señaló a sus amigos y dijo: «En ellos».
Cuadro 5.6
Historias de pronunciamientos en los Evangelios: Algunos ejemplos
Historias de corrección
•Deja que los muertos entierren a sus muertos (Mt. 8:21-22)
•Perdona setenta veces siete (Mt. 18:21-22)
•Si alguno quiere ser el primero (Mr. 9:33-35)
•El que no está contra nosotros (Mr. 9:38-40)
•Dichosos más bien (Lc. 11:27-28)
Historias de elogio
•La confesión de Pedro (Mt. 16:13-20)
•La viuda generosa (Mr. 12:21-44)
•La mujer que unge a Jesús (Mr. 14:3-9)
Historias de controversia
•Comer con pecadores (Mr. 2:15-17)
•Los discípulos de Jesús no ayunan (Mr. 2:18-22)
•Recoger granos el día de reposo (Mr. 2:23-28)
•Comer con las manos impuras (Mr. 7:1-15)
•¿Con qué autoridad? (Mr. 11:27-33)
•Pagar impuestos al César (Mr. 12:13-17)
•¿De quién será esposa? (Mr. 12:18-27)
Véase Robert C. Tannehill, “The Gospels and Narrative Literature,” in The New Interpreters Bible: New Testament Survey [»Los Evangelios y la literatura narrativa», en La Nueva Biblia del intérprete: Estudio del Nuevo Testamento], (Nashville: Abingdon, 2005), 1-16.
Nuestros Evangelios relatan docenas de historias acerca de Jesús que son estadísticamente similares a estas anécdotas seculares. A veces, el dicho climático de Jesús constituye una corrección: Pedro ofrece perdonar a su hermano siete veces; Jesús dice: «No te digo que hasta siete veces, sino hasta setenta y siete veces» (Mt. 18:21-22). En otros casos, da un elogio: una viuda da un centavo al templo, y Jesús dice: «Esta viuda pobre ha echado en el tesoro más que todos los demás…, de su pobreza, echó todo lo que tenía» (Mr. 12:41-44). Además, en nuestros Evangelios, las historias de pronunciamientos frecuentemente ocurren dentro de un contexto de controversia. Muchos de los dichos más memorables de Jesús están motivados por objeciones que aumentan en su ministerio o por otros desafíos a su autoridad. Como respuesta a un conflicto con los escribas y fariseos, Jesús declara: «El sábado se hizo para el hombre, y no el hombre para el sábado» (Mr. 2:23-27); como respuesta a un intento de tentarlo a la autoincriminación, él exhorta a la gente: «Denle, pues, al césar lo que es del césar, y a Dios lo que es de Dios» (Mr. 12:13-17).
escribas: profesionales judíos hábiles para enseñar, copiar e interpretar la ley judía; estrechamente relacionados con los fariseos.
fariseos: uno de los principales grupos judíos, activos durante el período del Segundo Templo; los fariseos estaban generalmente relacionados con sinagogas y le daban un gran valor a la fidelidad a la Torá; la mayoría de los rabinos y muchos escribas eran fariseos.