El Hermafrodita dormido. Fernando González. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Fernando González
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Языкознание
Год издания: 0
isbn: 9789587203691
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que precede está la nota acerca de Francia, y el retrato. Después hay lo siguiente, muy curioso:

      JULIO, 20, 1933. — Después de una semana volví a fumar. La culpa fue del método, pues no reprimí el carácter, no inhibí la ira y los pensamientos tristes. Hoy recomienzo con ayuno y buen humor. Mucha culpa tienen Berenguela y los hijos que, por miedo a verme encerrado y furioso, me aconsejaron que fumara.

      Esta mañana pensé que hace tres años escogí espíritu y que no he obrado de acuerdo con mi decisión; una vez decidido, no se puede retroceder, so pena de muerte. Por eso es mi gran tristeza continua. Hay que progresar día a día cuando uno se decidió por el espíritu, o por el cuerpo. No se puede dudar ya durante la marcha.

      * * *

      JULIO, 27, 1933. Viernes. — Señor: que mi decisión de no fumar sea apoyada. Padre nuestro que estás en los cielos…

      * * *

      JULIO, 29. — Hoy me va a ayudar Dios. Comencé a no fumar, no juzgar y no airarme. Sobre todo que los sentidos no juzguen; son jueces autonombrados. El juicio es también excremento pasional.

      * * *

      JULIO, 30. — Enterrados siete cigarrillos. Mi hermano Jorge también resolvió comenzar. Lo hicimos a las tres y son las diez y estamos como huérfanos.

      * * *

      JULIO, 31. — En el cafecito oloroso a orines, al lado del Huveaune, hace veinte horas que no fumanos y no juzgamos ni odiamos. Tristes, sobre todo Jorge.

      Las 9 p. m., con ganas de fumar. Parece que la vida no tuviera interés.

      * * *

      AGOSTO, 3, 1933. — Desde ayer a las cuatro me encerré en mi cuarto, airado dizque porque me contradicen en casa. Pero es disculpa; la ira es porque no fumo y porque no emito juicios. Tengo tanto desespero por salir como el Filocleón de Las avispas, el viejo juez que quería salirse hasta por las rendijas a juzgar, a condenar.

      * * *

      AGOSTO, 5. — Hace seis días que no hablo ni fumo. Jorge tampoco. Con un compañero se facilitan estos asuntos. No se pueden escribir bellos libros si no se tienen lectores; brincar, si no se tienen admiradores y hacer actos heroicos en la soledad, es el summum de la grandeza.

      A cada instante pasan, como relámpagos, sentimientos de que la vida nada vale sin fumar en el café y sin emitir juicios. Llegan quejas hondas, tristes, de todo el organismo. De pronto, la mano se mueve instintivamente para el bolsillo de los cigarrillos, y da un desconsuelo inmenso pensar que jamás, jamás se fumará. Pero es cierto que no sentimos ninguna tristeza por no haber fumado.

      Cada acto en que se fumaba es una tentación. Sobre todo desayunarse, almorzar, comer y beber café. Éste, sin emitir juicios acerca del país en donde se vive y sin cigarrillos, es igual a nada.

      * * *

      AGOSTO, 7. — Comprendo el sentido del sacrificio y del envejecer, del caer el cabello y los dientes, del arrugarse el rostro. El hombre se hace grávido en cuanto lucha y se consume. El siglo XIX bajo el aforismo MENS SANA IN CORPORE SANO, no vale nada. Cuerpo sano y cuidado y lucio no puede ser cuna sino de los gusanos.

      Hay un error fundamental en el fascismo, marxismo, hitlerismo, rooseveltismo y todos los sistemas que quieren agrandar a las naciones por el sistema del dominio sobre los demás, por el triunfo en competencia, por la voluntad violenta. Son movimientos egoístas que crean el odio y la reacción, los nacionalismos. Estamos sedientos de un redentor que nos traiga una ola de otra cosa.

      * * *

      AGOSTO, 13. — Tengo orgullo por mi continencia y por mi sobriedad de actitudes.

      Una gran tentación de fumar, pues comí con una familia amiga en La Reserve, y al frente estaba un viejo muy sano y apacible que consumía, consumía alcoholes y cigarrillos mientras emitía juicios reposados acerca de todo.

      ¡Me mata la pasión de juzgar! Fue uno de los momentos más débiles de mi vida. Me duele aún no haber juzgado y fumado. ¡Consumía deleitosamente ese viejo francés! Comen y beben muy bueno aquí. Es gente realista. Tienen una santa que era virgen y usaba calzones de hierro.

      * * *

      AGOSTO, 16. — Tengo un sentimiento claro de la vejez. ¡Qué terrible la posibilidad de ella! Hasta hoy no existía para mí. Veía viejos, pero no pensaba que podría serlo yo. Hoy la vejez me parece como un ser que se ha metido en casa. Madame Taylor me regaló un gato de dos meses.

      La vejez se metió en casa como el gatito de Madame Taylor.

      VII

      Es un gran sensual. Casi puede decirse que ahí está su fortaleza, pues ella le sirve para rebotar como la pelota de caucho. ES UNA INMUNDICIA QUE MIRA PARA EL CIELO. Con fragmentos de su correspondencia de los últimos días vamos a estudiarlo.

      En carta de 27 de junio de 1933, dice:

      “Conocí a la mujer única de Marsella, una muchacha poderosa que se pasea pescando por la calle de Roma. A veces tengo la manía de seguir a las mujeres, pues me parece que ellas tienen en alguna parte algún secreto. Desilusión, pues nosotros somos los del secreto, según lo dijo Cojuelo en el recado que le envió a una sirvientica: ‘Dígale que se venga sin calzones esta noche, que le voy a decir un secreto’.

      Se desnudó y ¡téngase usted! Eran unos pechos como los cañones antiaéreos que llevó el difunto Vásquez Cobo a Tarapacá. Se paró al frente del espejo; alzó los brazos, los bajó y bregó por doblar de para abajo esas tetas beneméritas. Me dijo: Je suis unique a Marseille…, y sonreía triunfalmente”.

      Indudablemente que le vino la reacción, pues en carta de 2 de agosto de 1933 encuentro lo siguiente:

      “La mujer sigue siendo para mí como larva de coleóptero; me produce náuseas. A cada dos minutos miro para el cielo y llamo a la BELLEZA, al que está escondido, y has de saber que oigo el ruido de sus alas, cada vez más, cada vez más. Es como la aurora, que cada vez más, cada vez más.

      … La única conquista que puedo contarte es que ya me dan asco las mujeres. Con la ayuda divina vencí eso que me hacía desesperar. Si vieras las sensaciones tan raras que tengo al ver cuerpos de mujeres en la playa. Es muy raro. No sé explicar. Es un complejo en que hay sensación de larvas inmensas de coleópteros, trompas retráctiles de elefantes, abdómenes de insectos. En fin, creo que se trata de la intuición del alma fisiológica, el alma de la carne, el deseo de encarnar.

      Mi única esperanza es volver a Colombia preparado para morir, graduado en eso. Medita bien: que sienta náuseas por la vida orgánica y que tenga relaciones divinas.

      Mucho es saber que hay dos vidas. Pero ¡qué malo no poderte explicar esto de los cuerpos de mujeres! Pero es de las mujeres que están en la edad del deseo. Los hombres también. Apenas los intuyo, vomito. Mi amigo sacó una fotografía de unas mujeres desnudas en la playa. Ayer me la mostró. Como fue sentadas, con las piernas estiradas al frente de la máquina, éstas quedaron gruesas y cortas y tuve la sensación de órganos retráctiles como tentáculos de pulpo o trompas de elefantes, y vomité”.

      Durante el mismo tiempo de reacción contra la mujer única, escribió lo siguiente acerca de las francesas, lo cual a nadie ofenderá, pues este hombre es fatalidad evidente.

      Puesto que hay otras notas en que habla de la virtud de las campesinas de Francia, hay que tomar tales ímpetus por lo que son, reacciones de Marsella, puerto cosmopolita y donde hay, por ejemplo, más de ochenta mil mujeres inscritas; agréguese ochenta mil hombres que viven de ellas y lo que no está legalizado… Pero en Marsella se encuentran muchachas más ágiles que los gatos. Dice:

      “¿Cuál es el hecho que más aparece en mi conciencia? Las mujeres de Francia. Míralas pasar. Carecen de misterio; no tienen secreto; no hay en ellas inocencia. No existe el amor, el