Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley.
Diríjase a CEDRO si necesita reproducir algún fragmento de esta obra.
www.conlicencia.com - Tels.: 91 702 19 70 / 93 272 04 47
Editado por Harlequin Ibérica.
Una división de HarperCollins Ibérica, S.A.
Núñez de Balboa, 56
28001 Madrid
© 2016 Claudia Fiorella Cardozo
© 2020 Harlequin Ibérica, una división de HarperCollins Ibérica, S.A.
En busca de un hogar, n.º 278 - septiembre 2020
Todos los derechos están reservados incluidos los de reproducción, total o parcial. Esta edición ha sido publicada con autorización de Harlequin Books S.A.
Esta es una obra de ficción. Nombres, caracteres, lugares, y situaciones son producto de la imaginación del autor o son utilizados ficticiamente, y cualquier parecido con personas, vivas o muertas, establecimientos de negocios (comerciales), hechos o situaciones son pura coincidencia.
® Harlequin, HQÑ y logotipo Harlequin son marcas registradas propiedad de Harlequin Enterprises Limited.
® y ™ son marcas registradas por Harlequin Enterprises Limited y sus filiales, utilizadas con licencia. Las marcas que lleven ® están registradas en la Oficina Española de Patentes y Marcas y en otros países.
Imágenes de cubierta utilizadas con permiso de Dreamstime.com.
I.S.B.N.: 978-84-1348-704-5
Conversión ebook: MT Color & Diseño, S.L.
Índice
Prólogo
Londres, 1890
Juliet Braxton odiaba Inglaterra.
Bueno, esa afirmación no era del todo cierta; en realidad le gustaba mucho, pero no lo reconocería frente a su abuela a menos que le amenazara con arrancarle los pulgares, y aun así estaba segura de que hubiera podido soportar unas cuantas horas de tortura con bastante aplomo.
Porque si algo podía asegurar era que ella jamás comprendería a cabalidad el motivo por el que mostraba tanta aversión a ese país, pese a lo simple que resultaba; lo único que quería era volver a su hogar.
Sí, porque Juliet no era inglesa, aunque a su abuela le encantara fantasear lo contrario. Era una orgullosa americana, con sangre de inmigrantes corriendo por sus venas, y pese a los intentos de su abuela, la ilustre y muy digna lady Victoria Ashcroft, su mayor anhelo era subirse al barco más cercano y navegar hasta esa tierra que tanto amaba.
Sus recuerdos más preciosos transcurrieron allí, en la felicidad de esa mansión que su padre empezó a soñar al día siguiente de conocer a su madre, según le contaban ambos al fuego de la chimenea, cuando era apenas una niña pequeña y escuchaba sus relatos con los grandes ojos abiertos como platos.
No lograba comprender del todo el significado de cada una de sus palabras, pero sabía que el amor que se profesaban el uno al otro era equivalente al que sentían por ella, y eso era suficiente.
Debieron pasar algunos años para apreciar la historia de su amor en toda