Historia y nación. Alexander Betancourt Mendieta. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Alexander Betancourt Mendieta
Издательство: Bookwire
Серия: Ciencias humans
Жанр произведения: Документальная литература
Год издания: 0
isbn: 9789587844597
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en la construcción narrativa de José Manuel Restrepo determinó también el papel que se les otorgó a los ejercicios de escritura de la historia. Prevalece aquí el convencimiento de que la historia es una guía para el accionar humano con base en la cual se puede trazar el futuro de la República: “[…] la posteridad y los Gobiernos sacarán siempre lecciones útiles de estos acontecimientos, su meditación servirá algún día para que la pluma de un filósofo trace con fuertes caracteres la historia de la especie humana, y de las naciones que han aparecido en el Nuevo Mundo”.9

      La historia era la magistrae vitae que debía acompañar el accionar político; por lo tanto, la escritura de la historia tenía una importancia política capital. En este contexto se encuentra implícito otro de los fundamentos interpretativos de José Manuel Restrepo: la legitimación que hizo de las acciones tomadas por los “primeros republicanos” a partir del grupo social al que perteneció el propio narrador.

      José Manuel Restrepo fue designado por Simón Bolívar como gobernador de la Provincia de Antioquia, donde ya había sido secretario de gobierno; después fue el primer secretario del Interior de la Gran Colombia. Una vez disuelta, fue director de Instrucción Pública y director de la Casa de Moneda por espacio de treinta años. Estas actividades administrativas dentro de los primeros gobiernos republicanos permiten deducir la pertenencia del autor neogranadino a las capas criollas ilustradas con poder económico y político del antiguo virreinato de la Nueva Granada.

      Si se tiene en cuenta esta consideración, Restrepo trató de dilucidar de manera clara la posición de lo que él llamaba la gente de orden. El escritor neogranadino trató de convertir en sujeto de su narración al “pueblo nuevo” que surgió de la Independencia: el “pueblo” de los criollos blancos que conformaron “una pequeña parte de más ilustración, que tenían algunas riquezas y bastante influjo” y que esperaba que “el resto seguiría sus pasos, luego que estallase el movimiento revolucionario”.10 Aquellos que compartían las características propias de un verdadero “ciudadano”.11

      Los criterios interpretativos de Restrepo se convirtieron en factores de exclusión de un núcleo bastante amplio de la población movilizada durante las guerras. Al centrar el relato en las acciones de “los héroes patriotas”, los demás miembros que participaron de los acontecimientos de la Independencia solo sirvieron como elementos del escenario donde se desenvolvió la trama. Para Restrepo, estos elementos “naturales” quedaron por fuera del núcleo de los relatos y las interpretaciones del proceso independentista colombiano y del valor que el autor neogranadino le dio a la Independencia como lugar de origen del Estado republicano. Este rasgo permaneció intacto durante la elaboración del relato de la Historia de la revolución cuando se detallan algunos de los apartados reunidos en los apéndices de los distintos volúmenes, en los cuales ofrece descripciones y datos de las condiciones geográficas, sociales y políticas referidos a las regiones que constituían la Gran Colombia —Venezuela, Ecuador y Nueva Granada—.12 Sin embargo, tales cuadros no pueden ser tomados como una preocupación de tipo “histórico”, en el sentido actual, acerca de la sociedad neogranadina de la época, que llevarían a postular también a José Manuel Restrepo como el “primer historiador social” en Colombia. Dentro de su obra, tales cuadros tenían un papel secundario y conformaron el “marco natural” de las crónicas heroicas, militares y políticas que eran el centro de su narración. La apelación a estos aspectos en la conformación de su obra son los elementos de continuidad con su formación ilustrada.

      La principal consecuencia derivada de la recepción de la Historia de la revolución de Colombia consistió en el carácter que se le dio a la obra como fundadora de “los escritos” históricos en la República de Colombia. La obra de Restrepo fue considerada por los otros hombres de letras que le fueron contemporáneos y se ocuparon de la historia, y por los miembros de la Academia Colombiana de Historia, como la obra iniciadora de la tradición histórica nacional colombiana.13

      El trabajo de Restrepo corroboró la creencia de que su labor era fundamental porque había presenciado y participado de los acontecimientos históricos de la Independencia. La obra de Restrepo estaba acorde con las preferencias históricas de que hizo gala Andrés Bello, quien argumentó su afección por lo que él llamaba: “el espíritu de los hechos” o lo que también denominaba “escribir los hechos”. Para el ilustre venezolano:

      La historia que embelesa es la historia de los contemporáneos, y más que todas la que ha sido escrita por los actores mismos de los hechos que en ella se narran; y después de todo, ella es (con las rebajas que una crítica severa prescribe tomando en cuenta las afecciones del historiador) la más auténtica, la más digna de fe […] Es un deber de la historia contar los hechos como fueron […].14

      Pero no solo se trataba de ser testigo de “los hechos”, sino de acumular datos para transmitirlos a las generaciones futuras, para que se desprendieran enseñanzas útiles y se consagraran los “ejemplos” a seguir por la nueva “comunidad nacional”. Bello sintetizó una postura que existía en la época sobre cómo debía escribirse la historia y cuál tipo de “historia” era más deseable, pero además justificaba el papel social de la escritura de la historia. La historia no era solo un ejercicio de erudición, sino que tenía una tarea que cumplir en la sociedad: ser “maestra de la vida”.

      La obra de Restrepo se inscribía muy bien dentro de los cánones consagrados por las reflexiones de Bello, aun cuando la primera edición de la Historia de la revolución antecediera a las argumentaciones del maestro venezolano. No obstante, la segunda edición de la Historia (1858) le dio a su autor de manera definitiva un prestigio incólume que prevalece casi dos siglos después. En torno a la obra de José Manuel Restrepo se mantiene una postura que en términos panegíricos sintetizó Rafael Gómez Hoyos:

      Hoy vamos a ser protagonistas de un acto de estrictísima justicia. La Academia Colombiana de Historia, al cumplirse este primer centenario de su muerte, proyecta la imagen espiritual y evoca la memoria del patricio fundador de la Primera República, artífice de la Gran Colombia, servidor insomne de la Nueva Granada, promotor de la instrucción pública, escritor de temas económicos y políticos, y por sobre todas las cosas, padre de la historia moderna. Por manera que en verdad son muy pocos los colombianos que ostentan tantos y tan variados títulos a la gratitud de la patria. […] No se puede negar que la veracidad de una producción histórica tiene que ganar mucho del testimonio vivo de quien ha sido actor del drama que se intenta reconstruir, máxime cuando ese testigo aporta documentos incontestables.15

      La “incontestable” hegemonía de José Manuel Restrepo en la tradición histórica colombiana se expresa con claridad cuando se examina la periodización de la fase independentista en la Nueva Granada. El rasgo más persistente en esta aproximación es la percepción de que la estructuración temporal del escritor neogranadino para esos acontecimientos no ha sido modificada. La intervención de Restrepo en los acontecimientos de la Independencia a través de su relato le dieron la posibilidad de construir una periodización “natural” de aquellos sucesos, no solo porque participó o fue testigo presencial de los hechos que narra, sino porque se consideró que en esta obra se podían conocer “las intenciones de los actores” y la conformación de una perspectiva hacia el futuro. Así lo hicieron notar quienes consagraron su obra como la “iniciadora” de la escritura de la historia en Colombia:

      Sus ojos dominan la escenografía en que se va desarrollando —tragicomedia en veces— de nuestro penoso resurgimiento, y la tramoya del tiempo va siendo juzgada día a día en todos los ámbitos del territorio patrio. […] Él le toma el pulso y con diagnóstico sereno —que en ocasiones deja traslucir la angustia— indica los periodos alternos de calma o de crisis, vaticina males venideros o anuncia el futuro bienestar. Y a fe que en repetidas veces sus presagios alcanzaron exacto cumplimiento.16

      La perspectiva temporal que supone una consideración como la de Gómez Hoyos pone sobre la mesa un punto discutible de la obra de José Manuel Restrepo. La hegemonía del escritor neogranadino tampoco ha sido cuestionada desde la problemática que representa su temática temporal. El relato de Restrepo tiene por tema los “hechos presentes”. La