Migraciones y seguridad: un reto para el siglo XXI. Alejo Vargas Velásquez. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Alejo Vargas Velásquez
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Социология
Год издания: 0
isbn: 9789587837797
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situación de la Europa mediterránea y las migraciones provenientes de África del Norte; y finalmente, el caso de las migraciones colombianas, esencialmente por motivos de la violencia, hacia los países vecinos de Ecuador y Venezuela.

      En los dos primeros casos, se evidencia el influjo de los atentados terroristas del 11 de septiembre en Nueva York y Washington (2001) y sus réplicas en Madrid (11 de marzo de 2004) y Londres (7 de julio de 2005) para la integración de las medidas de control migratorio dentro de las políticas de seguridad nacional. Tanto Estados Unidos como la Unión Europea asumieron medidas para hacer frente a la amenaza terrorista en casa desde una perspectiva defensiva, mediante el fortalecimiento de la respuesta policial, judicial, la protección de infraestructuras críticas y de la población contra futuros atentados.

      En el caso de Estados Unidos, las estrategias enmarcadas en la Homeland Security fortalecieron los controles fronterizos y el seguimiento receloso sobre las poblaciones inmigrantes, con el fin de prevenir la entrada de posibles terroristas –y también narcotraficantes– al país. El fortalecimiento de la vigilancia fronteriza implicó la adopción de estrategias de guerra de baja intensidad y la militarización de estructuras como la Patrulla Fronteriza, encargada del control migratorio. Esto estimuló una interpretación ideológica que criminalizaba a la migración indocumentada, o bien, la entendía como una amenaza a la seguridad nacional de Estados Unidos (Guillén, 2005, p. 162).

      La Europa mediterránea, por su parte, ha sido receptora de flujos masivos de migrantes provenientes de países de África y de Oriente próximo, con los que comparte lazos históricos comunes derivados de su pasado colonial. Como en el caso de Estados Unidos, Europa también ha asumido estrategias restrictivas de la inmigración que tienden a la criminalización y desconfianza sobre las poblaciones llegadas de otras latitudes. En términos generales, las poblaciones africanas son asociadas con el delito común, los musulmanes con grupos terroristas y los latinoamericanos con bandas narcotraficantes.

      Desde esta óptica, las leyes migratorias en Estados Unidos y Europa promueven prácticas de discriminación y exclusión de inmigrantes. Esta tendencia se confirma en legislaciones adoptadas por el estado de Arizona, que afecta la población de origen mexicano, o en Italia, en contra de poblaciones gitanas. En ambos casos se trata de medidas que se fundamentan en la sospecha sobre las personas basada en un perfil étnico-racial.

      El caso del triángulo Ecuador-Colombia-Venezuela es particular. Los tres países, más allá de orientaciones ideológicas de sus gobiernos, comparten factores de riesgo e inseguridad derivados de la desigualdad social, altos índices de pobreza, desequilibrios macroeconómicos, la fragilidad de sus sistemas políticos, situaciones de inseguridad convencional y otras derivadas del narcotráfico. Sin embargo, la situación de conflicto armado interno en Colombia es el factor determinante de la migración masiva de poblaciones colombianas a los países vecinos. Dada la acción de los grupos armados ilegales –y también de las estrategias militares asumidas por el Estado colombiano para combatirlos–, se presenta una importante oleada de colombianos que se ven obligados a cruzar las fronteras para escapar de la violencia y buscar refugio en los países vecinos. No obstante, el problema del desplazamiento forzado no ha recibido la atención debida por parte de los países implicados, que priorizan las preocupaciones de seguridad nacional y las necesidades de blindar las fronteras frente al accionar de grupos armados ilegales, bandas criminales narcotraficantes y de las fuerzas militares del Estado vecino.

      De esta forma, el Grupo de Investigación en Seguridad y Defensa y el Grupo de Investigación en Migraciones y Desplazamientos presentan los resultados de investigación del proyecto Migraciones y Seguridad: un reto para el siglo XXI, y aprovechan para agradecer el apoyo brindado por la Dirección de Investigaciones de la Sede Bogotá de la Universidad Nacional de Colombia, para el desarrollo de este trabajo.

      PERSPECTIVAS TEÓRICAS

      Este acápite presenta las perspectivas teóricas a partir de las cuales se fundamenta el trabajo de investigación. Así, se presentan elementos conceptuales relacionados con el desarrollo económico desigual, vínculo histórico, redes sociales y transnacionalismo, securitización, xenofobia y discriminación, trata de personas y el tráfico de migrantes.

      Desarrollo económico desigual

      Partimos de la idea según la cual la creciente ola migratoria es producto –directa o indirectamente– de los desequilibrios socioeconómicos entre los países, lo cual alude a la idea de un desarrollo económico desigual que se sitúa dentro del marco de los enfoques teóricos de la dependencia. En este sentido, las migraciones internacionales pueden ser analizadas como consecuencia de las dispares condiciones materiales de existencia entre los países desarrollados del norte y aquellos en vías de desarrollo del sur. A pesar de la crisis económica mundial iniciada en 2008, son notables los contrastes entre las aceptables condiciones de vida para la mayoría de habitantes del norte, frente a las precarias condiciones de vida para la mayoría de habitantes del sur.

      Para Osvaldo Sunkel (1981, p. 43), retomando a Henri Pirenne, con “la formación de los modernos imperios mercantiles a partir del siglo XVI y el consiguiente auge del comercio colonial, en ciertas regiones de Europa se estuvo operando un importante proceso de acumulación de capitales”. Esta situación marca procesos diferenciales de integración a la economía mundial para cada región del mundo y, por tanto, determina el papel a cumplir en el sistema productivo. En consecuencia, y después de cincuenta años, el camino histórico unidireccional para el desarrollo propuesto por Walt Rostow (1961) perdió validez porque persisten las diferencias en el papel productivo de cada país, lo que determina los respectivos determinantes de las condiciones de vida para sus poblaciones.

      Este desarrollo económico desigual ha conducido a un desequilibrio estructural que afecta principalmente los núcleos vitales de la población del sur (García Nossa, 2006). De igual manera, el fenómeno del desarrollo del subdesarrollo afecta principalmente a los países del denominado tercer mundo involucrados en la parte inferior de la dinámica desigual de la economía internacional (Wabgou, 2010, p. 158). Esta condición genera situaciones sociales y económicas adversas que se evidencian en la regionalización de la pobreza extrema, el hambre, las dificultades en el acceso a un sistema educativo y a un sistema de salud (Organización de las Naciones Unidas (ONU), 2013); lo que coincide con un incremento de la calidad de vida de los países industrializados o desarrollados.

      Al respecto, Bustelo (1994) señala que el mal reparto de los recursos condiciona la dependencia, la desarticulación, la polarización y extraversión que caracterizan a los países subdesarrollados en términos económicos. Esta dependencia demuestra el porqué de los movimientos poblacionales de sur a norte, ya que “los países desarrollados, después de haber contribuido a hundir los pueblos del sur en la pobreza como los africanos, atraen a su mano de obra para desempeñar tareas poco calificadas” (Wabgou, 2010, pp. 161-164).

      En definitiva, las migraciones contemporáneas son concebidas como un medio a través del cual las poblaciones del sur buscan encontrar mejores condiciones de vida y bienestar. En efecto, las condiciones de inseguridad física, económica y social en las cuales viven amplios sectores de la población de estos países, se constituyen en factores determinantes del desplazamiento y la migración.

      La situación resulta más compleja cuando los factores de inseguridad económica se articulan con factores de inseguridad política, cosa que alimenta el fenómeno de las migraciones humanitarias o los llamados refugiados políticos. Asimismo, cobra relevancia la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951 que, en su artículo 1, define el término refugiado para referirse a aquella persona que:

      […] debido a fundados temores de ser perseguida por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a determinado grupo social u opciones políticas, se encuentre fuera del país de su nacionalidad y no pueda o, a causa de dichos temores, no quiera acogerse a la protección de tal país. (Acnur, 2005, p. 12)

      En otros términos, son refugiadas aquellas