Política, ideología y poder aplicados a organizaciones. Jorge Etkin. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Jorge Etkin
Издательство: Bookwire
Серия:
Жанр произведения: Социология
Год издания: 0
isbn: 9789878358291
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de una relación, al que se llega como parte de una transacción o intercambio, no necesariamente de un consenso. Como en la situación entre quien dispone de información y otro que la necesita. De disponer de libertad de elección (sin presiones), se supone que la contraparte establecería la relación en otros términos. El empleado no desea permanecer en esa empresa, pero en un contexto de desocupación no tiene alternativa, incluso aceptar órdenes que no comparte del todo. La relación con el supervisor no es completa, se da dentro de ciertos límites, de acuerdo con condiciones que ambas partes cumplen.

      En su vertiente amoral del fin que justifica los medios, el poder posterga la consideración de la dignidad y los valores humanos.

      Esto ocurre cuando el poder está asociado con el sometimiento de unos y la impunidad de otros, y a pesar de que la ley guarde silencio al respecto, porque los problemas del poder nada tienen que ver con la ilegalidad de la fuerza sino con la compulsión, no da alternativas. Sirve de ejemplo el caso de quienes padecen el encierro en los asilos psiquiátricos, los adherentes a sectas de fanáticos sometidos a “lavado de cerebro”, los empleados que han ignorado órdenes por reservas de conciencia o los niños que son tratados como prisioneros en escuelas donde reciben “castigos ejemplares”. En esta vertiente del poder, las organizaciones en apariencia voluntarias son en realidad lugares de cautiverio.

      El poder no solo se manifiesta como algo represivo sino que es también un proceso de carácter activo o movilizador que impulsa el cambio y vence resistencias irracionales. Puede hablarse de la característica positiva del poder y de su capacidad constructiva cuando no es oculto y permite conocer los fines que orientan al emisor. Su fuerza no consiste solo en el control sobre los recursos económicos, porque la comunicación puede basarse en buenas ideas, razones, saberes o el lenguaje. Pero la relación continúa siendo asimétrica ya que las partes no están en un pie de igualdad. Una asimetría que está asociada a alguna forma de legitimidad que sustenta las indicaciones de un juez, médico, profesor o gerente en la medida en que haya un reconocimiento y los intereses personales (ocultos) no sean opuestos a la posición del destinatario.

      El carácter perverso del poder es visible cuando actúa separado de los contenidos temáticos que impone, cuando se ejercita gracias a la sensación de importancia que proporciona a los actores el sentimiento de estar por encima de otros. Según John K. Galbraith: “El poder es perseguido no solo por el servicio que presta a intereses personales, a valores o creencias, sino también por sí mismo, por las recompensas emocionales y materiales inherentes a su posesión y ejercicio”. Por una cuestión de decencia básica este hecho se enmascara, se racionaliza en los discursos y no se reconoce abiertamente. No es común que se admita la sensualidad del poder. El poder es seductor también cuando el sujeto lo asimila a un desafío. Al respecto, Jean Baudrillard afirma: “El poder seduce. Pero no en el sentido vulgar de ser un deseo de las masas. No: en realidad seduce por su reversibilidad. No hay dominantes y dominados. Es una relación”.

      Además de su implicancia cultural, la posesión del poder se refiere a una capacidad especial del sujeto. Es un modo de informar que su poseedor está en condiciones de usar la fuerza para imponer sus proyectos, que sus amenazas tienen fundamento y son realizables. La lógica en la lucha por los símbolos del poder se basa entonces en las gratificaciones y el placer que trae su posesión. También por el hecho de que la ostentación pública de los recursos y su cotejo con los símbolos competidores permiten al ganador obtener el respeto y las recompensas propias del poder. Ello hace innecesario el uso continuado y desgastador de los castigos o sanciones.

      Se visualiza en la lucha por los símbolos del poder, en los ritos, en el escenario, en las ceremonias asociadas a su ejercicio. Los rituales son gratificantes en lo personal y confirman a quien detenta el poder frente a terceros. Nos referimos en particular al placer de disponer de los símbolos por lo que ellos significan; es decir, por el respeto o el temor que emana de ellos. Los símbolos en las relaciones de poder tienen un significado adicional para la identificación del poseedor, ya que definen la posición y prestigio de los individuos y grupos en sus respectivos estamentos sociales.

      3. El poder, activador e inhibidor

      El poder opera en forma dual, es una relación condicionada, con rasgos de ambivalencia. Cuando se observan los resultados en un período extendido de tiempo, surge que en el mismo vínculo es posible detectar aspectos cohesionadores, movilizadores y productivos, pero también inhibidores y temerosos en las personas y grupos alcanzados por la relación. Es positivo como proceso ya que permite la manifestación, negociación y resolución de conflictos en la organización, lo que no deja de ser importante considerando los problemas de la organización derivados de las tramas de intereses en juego. Pero también inhibe la creatividad en el grupo.

      Esta dualidad del poder tiene que ver con la realidad compleja de la organización como sistema que solo está parcialmente articulado, que requiere reglas de juego establecidas, con normas y condiciones dentro de un orden instituido (legitimado). Pero ello opera junto con la influencia de la diversidad de fines, la lucha por la apropiación de recursos escasos y la controversia entre distintos grupos de interés e influencia en la misma organización compleja. Además, la dinámica de los grupos de poder tiene momentos asociados al crecimiento del conjunto o sistema, mientras que en otros prevalece la idea de conservar la trama dominante. Es entonces cuando se replantean los objetivos y se negocia con grupos de interés e influencia.

      La estructura de poder conlleva la coexistencia con fuerzas que enfrentan a quienes lo ejercen con aquellos que se resisten, aunque la resistencia no signifique una oposición manifiesta. Esto ocurre en el ámbito de la misma organización. Las fuentes de poder son cambiantes por el desplazamiento de quienes lo detentan y de los recursos variables que manejan. Esta movilidad y multiplicidad de fuerzas ocurre en un marco de discusión, de activación y movilización. Pero, ante la diversidad de actores y fines, opera la desigualdad, divergencia y oposición que distingue al poder de otros modos de interacción en las organizaciones sociales.

      La importancia de su potencial movilizador o inhibidor debe considerarse en el marco del rol del poder como productor de sentidos en la organización, por su peso sobre la definición de lo correcto, lo deseable, lo verdadero. No existe un poder escindido del saber existente en el ámbito donde se ejerce. Pero el poder no es una mirada desinteresada sino que está asociado con tramas de interés dentro de la organización. El poder como forma de influencia no es una condena, tiene su dinámica. Incluye la facultad de crear y recrear el conocimiento de la realidad organizacional para aquellos que participan en las cambiantes relaciones de fuerza.

      En el ámbito de la organización compleja, con tensiones y dualidades recurrentes, hay una construcción de conocimiento del poder derivada de los procesos de enseñanza y aprendizaje en la organización. Pero en el ámbito del poder objetivado, hay una verdad oficial, formalizada desde el orden instituido y la racionalidad dominante. En el ámbito de la comunicación también opera la subjetividad en las relaciones, la explicación y los juegos del lenguaje. Forma parte de la estrategia de los actores para justificar o defender sus espacios de poder en la relación. Es dinámica, porque la significación también es parte de la influencia desde el poder.

      4. Gráfico 2. Política, poder y procesos en la organización

      El Gráfico 2 refiere a la relación entre la política y los procesos internos en la organización compleja en un entorno incierto y cambiante. Los procesos se muestran diferenciados dentro de las áreas y funciones básicas de la organización, entendidas en el marco de las interacciones con su contexto. Las áreas o dominios internos de la organización son: Gobierno, Dirección y Gerencia. Los procesos se entienden como actividades necesarias y recurrentes, conectadas entre sí, en el marco de la organización vista como un sistema sustentable. El gráfico diferencia entre procesos relacionados con: poder y política, propósitos (planeamiento), decisiones, articulación (estructura), comunicación, sistematización, producción (operaciones) y control de gestión (sistemas). La organización