Angeles, Arcangeles y Fuerzas Invisibles. Robert J. Grant

      ÁNGELES

      ARCÁNGELES Y FUERZAS INVISIBLES

      ÁNGELES

      ARCÁNGELES Y FUERZAS INVISIBLES

       SEGÚN

       EDGAR CAYCE

       ROBERT J. GRANT

      Prólogo de G. Scott Sparrow, Ed.D.

      Libros Iluminados • Virginia Beach • Virginia

      Título original: Edgar Cayce on Angels, Arcangels and the Unseen Forces

      © 1994 por Robert J. Grant

      Traducción: Ana Bravo

      Diseño de cubierta: Carol Hicks

      Ángeles de la portada provienen de la acuarela

      «El Santo Sepulcro» por William Blake (1757-1827).

      De la presente edición en castellano:

      © 2007 por Robert J. Grant y Libros Iluminados: división de A.R.E. Press

      A.R.E. Press/Libros Iluminados

      215 67^th Street Virginia Beach, VA 23451-2061 U.S.A.

      Del texto bíblico tomado de la Santa Biblia,

      Nueva Versión Internacional:

      © 1999 por la Sociedad Bíblica Internacional

      De las lecturas de Edgar Cayce:

      © 1971, 1993-2007 por Edgar Cayce Foundation

      Reservados todos los derechos. Queda prohibida toda forma de reproducción, distribución, comunicación pública y transformación de cualquier porción de esta obra sin contar con autorización escrita de A.R.E. Press, Association for Research and Enlightenment, Inc.

      Primera impresión: mayo de 2007

      Impreso en los Estados Unidos de América.

      ISBN 978-0-87604-537-4

       Dedico este libro con amor a mi padre y a mi madre: George H. y Mary Lou Grant

       Índice

       Prólogo

       Prefacio

       Agradecimientos

       1 No estamos solos

       2 Elegido por un ángel

       3 El arcángel Miguel

       4 El Señor del Karma

       5 La jerarquía de los ángeles

       6 Satanás y sus ángeles caídos

       7 La promesa angélica: de Adán a Jesús

       8 Nuestros queridos ángeles de la guarda

       Notas finales

       Bibliografía

       Acerca del autor

       Glosario

       Índice de láminas

      Las láminas incluidas en este libro son detalles de ilustraciones de Gustave Doré, seleccionadas entre las que realizó para Paraíso perdido de John Milton, La Divina Comedia de Dante y la Biblia.

El Empíreo	Frontispicio
Beatriz	18
Elías alimentado por un ángel	44
Jacob lucha con un ángel	66
Arrojados de cabeza y en llamas desde el cielo etéreo	94
El cielo de las estrellas fijas	114
Oh Tierra, tal como el cielo, sino mejor	136
La Agonía en Getsemaní	168
La Anunciación	200
La nueva Jerusalén	231
Un trono de excelsa majestad	236
Abraham y los tres ángeles	242
El águila	244
Saturno	252
El Sol: Almas glorificadas	254

       Prólogo

      En Occidente hemos llegado a depender de la evidencia científica para respaldar nuestras teorías sobre el mundo y los misterios que nos siguen desconcertando. Dada esta orientación empírica tan pertinaz, me sorprende que tanta gente siga creyendo en Dios, en una época en la que Dios nos parece tan inalcanzable. ¿Cómo se mantiene la fe? Si arañamos la superficie de la fe, solemos descubrir que los creyentes disponen de pruebas experienciales sorprendentemente ricas y variadas de la presencia de Dios en su vida. Por lo general, han tenido sueños, visiones y vivencias inexplicables que constituyen el fundamento personal de su fe en lo Invisible.

      La religión organizada no siempre ha visto con buenos ojos este tipo de experiencias. Desde la Reforma, los protestantes en particular miran con recelo cualquier cosa, por sublime que sea, que se interponga entre el individuo y su Dios. Cuando la jerarquía sacerdotal quedó eliminada en el intento de Martín Lutero por acabar con lo que entonces se percibía como barreras entre nosotros y Dios, también se rechazó la jerarquía espiritual de los ángeles y de los santos. La distancia que los protestantes debían salvar para relacionarse con Dios quedó súbitamente desprovista de mediadores humanos o divinos.

      Como era de esperar, esta situación no pudo mantenerse. Porque, siempre que se reprimen anhelos espirituales legítimos —o que se consideran irrelevantes o «irreales»—, éstos acaban resurgiendo por doquier en experiencias privadas individuales. Lo estamos presenciando de forma espectacular, en libros como Ángeles, arcángeles y fuerzas invisibles de Robert J. Grant. Las apariciones de María, los encuentros con Cristo y la manifestación de los ángeles son pruebas convincentes de que Dios nos tiende la mano a través de esa estéril línea divisoria.

      He descrito en otro contexto los encuentros con Cristo que se producen en nuestros días (I Am with You Always, publicado por Bantam Books en 1995). Por tanto, he reflexionado a menudo sobre la relación existente entre los ángeles y Cristo, no tanto desde un punto de vista teológico como desde una perspectiva psicológica, es decir, desde el punto de vista de la necesidad humana. ¿Por qué necesitan ángeles las personas, y en qué difiere esta necesidad de su necesidad de un Maestro o Redentor más humano?

      Se me ocurre que los ángeles siempre han sido la voz personal, aunque no humana, de Dios. Son, esencialmente, emanaciones de la Realidad superior que, no obstante, no llegan a encarnarse plenamente. En comparación con los maestros y ministros humanos, se mantienen para siempre inmaculados y sin mancillar por la vida ordinaria. Los ángeles confieren a Dios una especie de dimensionalidad enrarecida, como las facetas de una gema que reflejan y revelan su belleza intrínseca. Son como rayos coloridos de una única Luz, que otorgan un matiz particular a algo que, de por