Una mirada al futuro demográfico de México. Manuel Ordorica Mellado. Читать онлайн. Newlib. NEWLIB.NET

Автор: Manuel Ordorica Mellado
Издательство: Bookwire
Серия: Grandes problemas
Жанр произведения: Социология
Год издания: 0
isbn: 9786074629002
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de padres y madres potenciales va en aumento porque esas generaciones de parejas que se reproducirán ya han nacido. Este tipo de aumento es muy engañoso. Puede hacerse la analogía de la evolución demográfica con el paso del tiempo medido con la manecilla que marca las horas del reloj. Parece que la aguja no se mueve y parece que la población no aumenta. Sin embargo, en prácticamente ocho décadas la población mundial se multiplicó por tres al pasar de 2 000 millones en 1920 a una cifra de 7 000 millones de habitantes en el año 2011. Durante muchos siglos, la población permaneció estática, en ocasiones creciendo lentamente, y a veces disminuyendo hasta alcanzar los primeros mil millones de individuos. ¿Cuál será el número de personas cuando la población deje de crecer?, ¿10 mil millones?, ¿20 mil millones?

      En la mitología azteca, el mundo y los seres humanos fueron creados varias veces, y una creación siguió siempre a un cataclismo que ha puesto fin a la vida de la humanidad. El futuro estaba determinado por esta evolución en ciclos. Era un proceso continuo de nacimiento y muerte. Cuando nacía una persona dentro del mundo mexica, era recibida por una partera quien realizaba el primer ritual de purificación que consistía en verter agua sobre la cabeza e hígado del recién nacido, se le exponía al humo producido por el copal y se le presentaba al fuego y a la tierra para que el nuevo ser fuera reconocido por los espíritus de estos elementos. También se llamaba al Señor de las Cuentas del Destino, para que de acuerdo a la fecha en que había nacido se le diera un nombre y se determinara su vocación y su porvenir. De alguna manera el futuro estaba dado, el determinismo dominaba al azar. No había cabida para que pudiéramos cambiar nuestro destino, todo estaba definido por los dioses.

      En todas las culturas los individuos siempre han estado obsesionados con adivinar lo que el futuro les tiene reservado, ya sea mediante la magia o la ciencia. Ya sea utilizando una bola de cristal, las líneas de la mano, el tarot, la astrología, o los asientos del café, siempre hemos estado interesados en saber cómo será nuestro mañana. Nos interesa conocer cuántos años vamos a vivir, con quién nos vamos a casar, cuántos hijos vamos a tener, si vamos a ser ricos, etc. Hoy tenemos herramientas sofisticadas y científicas para anticiparnos al futuro, que sustituyen a los magos y adivinadores, que se basan en modelos matemáticos y computadoras de gran memoria y velocidad, pero lo principal es que establecemos un conjunto de hipótesis. Sin embargo, en muchas ocasiones los pronósticos realizados a partir de estos métodos dan resultados tan malos como los que pudieran dar las técnicas adivinatorias antes mencionadas. Con todo y que hemos logrado grandes avances en el conocimiento de la dinámica de las poblaciones, los demógrafos no hemos entendido completamente dicha dinámica y en ocasiones los datos nos hacen malas jugadas, ya sea porque el levantamiento de información fue deficiente o porque ocurrió un evento inesperado fuera de la dinámica poblacional esperada.

      En términos generales, la idea de la existencia de Dios ha tenido a lo largo de un gran periodo de la historia una gran influencia en el enfoque determinista. Si Dios lo sabe todo, es porque él ha determinado todas las cosas y él mismo es la causa de todas las acciones humanas. De acuerdo a estas ideas no necesitaríamos hacer proyecciones de población ni de ningún otro tipo, pues el futuro está totalmente definido. Para avanzar en el concepto de pronóstico, fue necesario que se descubriera el concepto de aleatoriedad, el cual tiene un desarrollo importante desde hace poco más de un siglo. La palabra aleatorio proviene del latín aleatorius y hace referencia a aquello que no es seguro, que depende de la suerte y, por lo tanto, es imprevisible.

      A diferencia de la antigüedad, en la época actual las personas toman el futuro como un elemento de referencia a fin de planear las acciones y organizar a las instituciones. Saber cuántos somos y cuántos vamos a ser es una necesidad fundamental en el quehacer de los encargados de conducir un país. Saber cuántos habitantes tiene, cuál es su estructura por edad, cuál es su distribución en el territorio, entre otra información, no son datos curiosos. La finalidad de nuestro paso por el planeta es que los individuos vivan dignamente. Es común escuchar: “los datos son fríos”, sin embargo, es necesario “calentarlos” para poder interpretarlos. Es decir, debemos aprender a analizar cifras. Vislumbrar el porvenir de las sociedades y en particular conocer el volumen de la población y las características demográficas que habrá en los próximos años es una necesidad, aunque se sabe que es difícil predecir el futuro con precisión. Las perspectivas demográficas son fundamentales en la planeación del desarrollo de un país e indispensables para estimar los requerimientos actuales y futuros en educación, salud, vivienda, alimentación, seguridad social y empleo. Además, las estimaciones de población a nivel de entidad federativa sirven para que la autoridad asigne el presupuesto a cada estado en función del número de habitantes. En este caso las cifras de población son muy valoradas por los gobernadores estatales. Los datos del censo, siendo nuestra mejor verdad de cifras poblacionales, también sirven para realizar la distritación electoral, que busca que los distritos tengan el mismo número de individuos, lo que permite elecciones más justas y equitativas, y que se cumpla el principio de un ciudadano, un voto.

      Una ventaja para los demógrafos al elaborar las proyecciones de población es que hoy (en lugar de usar cartas astrales) contamos con métodos demográficos más sofisticados, computadoras de gran velocidad y mucha información demográfica de buena calidad. Pero además tenemos una ventaja de carácter teórico. Ciertos hechos demográficos tienen un ímpetu que se explica por la estructura por edad, la cual determina la evolución de los componentes demográficos. Es difícil que ocurran cambios bruscos en la dinámica poblacional. Aun cuando hoy observamos una disminución en los niveles de crecimiento demográfico, la población mundial continuará elevándose debido a la inercia demográfica. Con una población relativamente joven, el número de padres y madres potenciales se incrementa porque esas generaciones de parejas que se reproducirán ya han nacido. Por eso, como dije antes, la demografía es la más precisa de las ciencias sociales, debido a que los demógrafos tenemos algo de magos, ya que podemos atisbar el porvenir, aprovechándonos de esa inercia. Podríamos decir que tenemos una bola de cristal ligada a la composición por edad que nos acerca al futuro. Quienes realizamos proyecciones de población, aprovechamos la inercia demográfica, por lo que las previsiones a unos lustros o algunos decenios son altamente posibles. Por ejemplo, las personas de 65 años y más que demandarán el pago de sus pensiones a mitad del siglo XXI nacieron antes de 1985. La proyección puede ayudar a prevenir consecuencias indeseables y dirigir la toma de decisiones. La población es el eje de la planeación, ya que tiene que ver con la gente, que es el sujeto y objeto del desarrollo. Cuando una población tiene una elevada tasa de crecimiento demográfico, no es fácil revertir la tendencia debido a su estructura por edad. También es difícil cambiar la trayectoria de la dinámica demográfica de un país en el que los niveles de fecundidad han disminuido aceleradamente. Un ejemplo de esto es lo que ocurre en muchos países europeos. Han intentado aumentar los niveles de la fecundidad, pero por cuestiones sociales y culturales, no es fácil pasar de un crecimiento demográfico lento a uno más rápido.