A cuatro dias del cumpleaños de Carmen- Martina: Carmen hija, ve a comprar sobres para los invitados, es decir tus amigas y primos, las invitaciones a los grandes es a palabra como hace todo tu padre. ¡Voy madre! A los veinte minutos regresa, escribe las tarjetas y reparte los sobres a sus invitados. Carmen no tenia abuelos, los padres de Martina fallecieron de fiebre amarilla en 1.890 y los de Francisco en la guerra de Europa en 1.915. Su madre Martina limpia bien el patio y va contabilizando las sillas y elementos gastronómicos para la gran cena. Carmen: ¿Qué mas hay que hacer madre? Martina: la torta la estoy haciendo y bebidas hay, falta tu padre que aparezca el ya sabe bien de esto. Madre vamos a tomar unos mates con Hilda y Raquel en la plaza, el día esta hermoso. Martina: bueno hija recuerda que debemos regar la huerta, una horita y venís. Carmen: de acuerdo madre. Las niñas se relajan en un banco y el mate comienza a circular, charla va y charla viene. De pronto, transita un hombre en bicicleta, al ser perseguido por un perro, este lo muerde y lo hace caer, detrás para un camión, se baja un señor y lo ayuda a levantarse. Pasa un carruaje y se detiene, suben al hombre al mismo y lo llevan a la sala médica, el señor del camión también los acompaña, dejando el rodado con unos niños en su parte posterior. A la media hora pasa otro carro y las niñas atentas a esto, ven que los niños del camión le venden carbón al señor del carro y Carmen sorprendida exclama: chicas, ¡vieron esos niños trabajando! Ese señor es un explotador. Niños de 8 y 9 años trabajando en lugar de ir a la escuela y jugar. Raquel: bueno deberán ganarse el sustento, esta bien que trabajen deben aprender a defenderse en la vida. Carmen: para mi eso no esta bien, sucios abandonados, que trabajen los grandes. Debo irme amigas, muy ricos los mates, se despiden las chicas y cada una a su hogar.
Al día siguiente 15 de octubre llega Francisco después de dos semanas de trabajo con mas leña, dos corderos y un costillar de vacuno, ya listos para cocinar. Su carro bien completo, hasta con la compañía de su jefe Ceferino. Son las 12 del mediodía y el almuerzo familiar es liviano, una sopa con papas, porque el menú principal será a la noche. Carmen muy contenta prepara su ropa y atenta a la gran olla que contiene el sabroso chocolate, que se servirá a la tarde. Termina el almuerzo y Francisco acompaña a Ceferino al galpón, donde dormirá su jefe por unos dias y la siesta se adueña de estos dos trabajadores, que les espera el hacha y la leña para el gran asado. A las 6 de la tarde comienzan a llegar los invitados con algúnos regalos, se sirve el chocolate y la alegría es compartida por todos los chicos y chicas, todo brilla esa tarde, mientras se escuchan los zumbidos de la tierra, es el hacha de Francisco que comienza a fraccionar la leña, mientras Ceferino condimenta la carne. Martina sale y pregunta: Francisco. ¿los tres faroles tienen kerosene? Francisco: los tres están completos, luego le cambiare la mecha a uno de ellos. A la noche cuando el asado ya esta en marcha, llega el comisario don Miranda y el padre Juan, también el vecino don Cortez el músico del acordeón.
Francisco: ¡Adelante adelante pasen caballeros! Y allí se congregan los invitados para dialogar del reuma, del gobierno, de las historias de los pueblos., sus anécdotas etc. Después de la cena, suena el acordeón de don Cortez y el baile se prolonga hasta las 5 de la mañana. Al día siguiente un domingo muy silencioso, como si el día anterior le hubiere robado todos los diálogos y sonidos, solamente se oye el canto de las palomas, la pajarera con dulce cardenales y el picoteo de las gallinas que disfrutan de la migaja que dejo la fiesta en el patio.
El tiempo transcurre por encima de todo y de todos, ahora sobre los 15 años de una niña que le florecen todas las ilusiones y buscando competir con sus amigas sus conquistas amorosas que por el momento son nada más que un sueño.
Cierto día en una mañana cálida de verano, otra vez se hallan solas Martina y su hija. Mientras deliberan que se puede almorzar al mediodía, Martina toma nota de la mercadería y Carmen sale de compras al único negocio del pueblo, un almacén de ramos generales, que se encuentra a cinco cuadras de su casa, frente al comisionado local. Esa era la única arteria principal con mucha actividad, ya que también estaba el correo y el bar en una esquina próxima a la plaza. Un señor muy joven con alrededor de 20 años y muy elegante, por cierto, observa desde su carro cuando estaba por salir, a una jovencita con dos bolsos llenos de mercadería. Sin mas que perder tiempo, el joven se le acerca y le habla: ¡Buen día señorita! ¿desea usted que la acerque a algún lado? Veo que su carga es bastante pesada. Carmen: hooo!. Es usted muy amable, pero debo caminar tan solo cinco cuadras, hasta mi casa. El joven muy dispuesto: bueno niña, ¿no le gustaría llegar mas rápido y con menos esfuerzo? Carmen sonriente: bueno hombre. Ya que insiste ayúdeme a subir, su carro es muy alto!.
Ya Carmen en marcha con este viajero desconocido le pregunta: ¿de donde eres? Porque aquí en las perdices no lo he visto nunca. Haaa..¿su nombre?.. Este joven ya tenia mucho para hablar mientras se había olvidado de que iba en su carro y por instantes sus dos caballos descansaban sin saber donde estaba su rumbo. ¡Me llamo Sixto! Exclamo el joven con energía, trabajo en una imprenta en Dalmacio Vélez Sarsfield donde vivo, a 7 leguas de acá.
Traigo carpetas y documentación para el comisionado y el correo, dos veces a la semana, ¿Cómo te llamas? Me llamo Carmen y estoy con mi madre, con mis 15 años no me dispongo a realizar ningúna tarea fuera de casa. Haaa. ¡Su carro anda demasiado lerdo! Sixto: ¡Si, es que estos caballos! Sixto no sabia como hacer para aletargar esas escasas tres cuadras que le faltaban para quedarse sin Carmen y apuro su charla: tengo 19 años y doy gracias a Dios que tengo un digno trabajo, pero no es todo, quiero tener una novia y casarme. Carmen se puso rojiza y a una discreta expresión responde: yo con mis 15 años no pienso en eso todavía, aunque no sé cómo será tener un novio. Sixto sonriendo: ¡es cuestión de probar!….eres muy hermosa y me va costar no verte más. ¿es aquí donde vives? Carmen: si, acá vivo desde que nací ¿me ayuda a bajar? Sixto la toma del brazo y se desentiende de la situación, dejándola caer para aprovechar y abrazarla antes que se vaya al suelo. Sixto: ¡uyy uyy se me escapo su brazo, mientras Carmen queda tendida sobre el pecho de Sixto. Carmen: uuy casi vamos a parar al suelo amigo, Sixto le entrega los bolsos e inesperadamente Carmen se le arrima y le da un beso de cortesía y entra a su casa. Fue todo tan rápido que Sixto quedo enmudecido por esos diez minutos de felicidad que también por su juventud, jamas había vivido.
CAPITULO II
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